Jueves Santo 3q6k1g

Jueves Santo, noche de ofrenda sacrificial al Padre, noche de despedida de los apóstoles, noche de quedarse en la presencia eucarística. Qué noche más grande la de Jueves Santo.

La Santa Cena. Fijaos cómo las lecturas nos adentran en el misterio. Cuando leemos la primera, por ejemplo, cuando la leáis, leedla desde la Eucaristía. El pueblo va a salir de Gisto, de la esclavitud, y se le da unas instrucciones. Nosotros vamos a la tierra prometida, que es la Eucaristía, y tenemos que salir de la esclavitud de Gisto.

¿No podemos celebrar la Eucaristía si no es en salida? ¿Es que somos esclavos de Gisto? Pues sí, claro que lo somos.

Somos seres sociales. La sociedad tiene un influjo grande sobre nosotros, muy positivo en muchas dimensiones, no tan positivo en otras.

En este momento, nuestra sociedad capitalista permite la desigualdad profunda, avanza y anima hacia un consumo desenfrenado, hacia una sensualidad muy fuerte, de tal manera que el ideal que nos rodea y que se nos mete dentro del alma, es el bienestar, el bienestar actual, el sentirse bien. Bueno, vamos a la Eucaristía.

Cíñete como si fueras de viaje. Ponte las sandalias del camino.

Toma el bastón y empieza a salir de esas dimensiones egipcias, esclavizantes, de nuestra sociedad. Si no, no hay tierra prometida y tu a la Eucaristía es un deficiente, muy deficiente, muy deficiente.

El Papa Pablo VI redujo el ayuno eucarístico desde la noche anterior, enorme ¿no?, a una hora antes de la Eucaristía. Hombre, por favor, como signo de respeto, de acogida, de pequeño sacrificio, no comáis una hora antes.

Pero hay un ayuno eucarístico más profundo, si de verdad valoramos la Eucaristía.

¿Cuál es? Pues el ayuno de tantas y tantas y tantas cosas innecesarias como consumimos. Ese es el ayuno eucarístico.

Cito a veces a un amigo, a un amigo extraordinario, que en tiempos cuando empezó a romper este consumo, cuando empezó a vivirse ya como ahora, pues entraba en los primeros grandes almacenes y decía, entro, me doy un paseo, miro todo y voy diciendo, esto no lo necesito, esto no... y me voy con las manos vacías diciendo, si es que no necesito nada.

No necesito, no necesito, no necesito. Vamos a la Eucaristía, vamos a la Cena del Señor, a la Santa Cena. Y San Pablo, apenas diez años después de la muerte del Señor, o doce o quince, nos da la tradición antiquísima que viene del Señor y lo dice con un lenguaje de credo. Os transmito lo recibido, os transmito la tradición, no mi invento ni mi espiritualidad. Que el Señor cuando iba a ser, bien.

De tal manera que cada vez, cada vez que coméis de este pan y bebéis de este cáliz, proclamáis, que quiere decir, atestiguáis, gritáis y os incluís