Infernum Z - Libro 3 - El último tren a Asturias - 005 682y63

Capítulo cinco malas vibraciones a la mañana siguiente cristina salió de su habitación entró en el salón camino hacia una de las ventanas apartó las cortinas y miró a través de los cristales fuera una densa niebla impedía completamente la visión más allá de una decena de metros no sabía que me había vuelto invisible escuchó que le decía raúl oh perdona se disculpó volviéndose hacia él y dirigiéndole una sonrisa amable es que al levantarme he visto que el cristal de mi ventana estaba cubierto por una fina capa de hielo y me ha extrañado es debido a la baja temperatura ahí fuera hay ocho grados bajo cero y eso ha hecho que la humedad de la niebla se con gelée en su superficie qué frío dijo cerrando por completo la cremallera de su forro polar ya has desayunado si llevo levantado desde las cinco de la mañana y eso es que no puedo dejar de pensar en ya sabes en nuestros amigos lógico pero no te preocupes seguro que manuel les está cuidando muy bien eso espero lo que pasa es que como dijeron que vendrían todos los días a vernos me da mala espina que ayer el segundo día ya no lo hicieran los ojos de cristina se dirigieron nuevamente hacia el exterior mientras respondía en eso llevas la razón es bastante raro la verdad es que desde que el primer día marcial pasó a despedirse porque tenía que ir a un sitio que no podía decir para hacer algo que tampoco podía decir todo se ha vuelto muy raro se lo has comentado a pablo sí y á él también se lo ha aparecido está ahí fuera con josé vigilando la carretera para ver si llegan pero como dudo mucho de que con esta niebla sea capaz de ver nada supongo que lo que realmente está haciendo es decidir cuándo y cómo ir a comprobar si están bien no se equivocaba fuera de pie y con la espalda apoyada contra la pared del corredor pablo miraba con sus prismáticos hacia la niebla en gigante que aquella mañana había cubierto la aldea con una fina capa de hielo cuando josé se le acercó ofreciéndole un cigarrillo qué tal tío disfrutando del buen tiempo ironizó mientras sacaba un mechero zippo de uno de los bolsillos de su pantalón en silencio pablo bajó los prismáticos y encendió el cigarrillo antes de contestar me encantaría poder responderte algo que fuese medianamente congruente pero la verdad es que ni yo mismo tengo demasiado claro lo que estoy haciendo estas bien te noto no sé raro bueno quiero decir más raro de lo habitual lo cual ya es mucho decir es que habíamos quedado en que vendría todos los días para que estuviéramos al corriente del estado de luis y marian pero ayer no vinieron además no te parece que esta mañana hay demasiado silencio por aquí respecto a lo primero reconozco que a mí también me parece raro que no hayan venido no estamos tan lejos y el hielo tampoco es un motivo de peso porque el blindado no tiene problemas para circular sobre él y en cuanto a eso del silencio hizo una breve pausa durante la que exhaló una calada de humo en otro momento y lugar seguramente te contestaría que con el frío que hace es normal pero esta vez no lo haré es verdad que hay demasiado y como alguien me dijo una vez cuando hay demasiado silencio es cuando suceden las cosas más raras eso es muy cierto asintió pablo con aire meditabundo tengo un mal presentimiento tío no me extraña eh esta aldea y todo lo que la rodea es inquietante lo de que manuel la prepararse para nosotros me hace desconfiar cómo diablos podía saber que antes o después acabaríamos aquí supongo que pensó en todas las posibilidades manuel pensando mira es posible que para vosotros sea una especie de superman medio zombi pero yo lo conozco desde que nació y te aseguro que lo de pensar nunca ha sido su fuerte no tengo ni la menor idea de cómo sería el manuel de antes pero el chaval con el que venía hablando de filosofía en el blindado es cualquier cosa menos tonto quizás sea que el virus también ha estimulado su cerebro lo dudo en esa cabeza de chorlito nunca hubo nada susceptible de ser estimulado ese chaval siempre ha sido muy paradito pero sin embargo ahora es como si el futuro de toda la humanidad dependiera de él no tiene el menor sentido murmuró josé cogiendo los prismáticos y dirigiéndolos obviamente en vano hacia la carretera para finalmente preguntar sin el menor atisbo de entusiasmo te apetece que vayamos a echar un vistazo pablo meditó durante unos segundos la oferta no la verdad es que no me apetece ni lo más mínimo