
Infernum Z - Libro 2 - La batalla de San Cabritos - 019 5o4b6o
Descripción de Infernum Z - Libro 2 - La batalla de San Cabritos - 019 35134r
Tras la repentina retirada de la horda zombi que mantenía sitiada la ciudadela de Puebla de Sanabria, justo cuando la caída de la ciudadela parecía ya inevitable, nuestros amigos mantuvieron una inesperada reunión con el ahora coronel del CNI Pérez. El mismo hombre que hasta que la infección se descontroló había sido el oficial a cargo de la investigación sobre las masacres ocurridas en San Facundo y Santa Marina, y de las de las que, tras haber secuestrado un autocar lleno de pasajeros se entregaron a la policía con la esperanza de que sus explicaciones sobre lo que realmente había ocurrido en los dos pueblos fueran suficientes para exonerarlos de toda culpa. Pero no fue así. Durante tres interminables semanas el por entonces capitán Pérez les sometió a continuos interrogatorios en los que todo el grupo se reafirmaba una y otra vez en su versión de lo ocurrido y en que en vez de estar perdiendo el tiempo con ellos, la policía haría bien en ocuparse de buscar a Ferranzo antes de que pudiese expandir la infección. Sin embargo, cuando Pablo, al que la policía consideraba el líder de una especie de secta satánica, se dio cuenta de que la infección se había extendido camuflando sus primeros síntomas con lo que todo el mundo consideraba que era una anómala, pero de ninguna forma preocupante “gripe de verano”, ante la sorpresa de Pérez se ofreció a firmar una declaración de culpabilidad a cambio de que él y sus compañeros fueran inmediatamente llevados a “la zona cero” para realizar una reconstrucción de los hechos. Lo que aconteció después es de todos conocidos. Cuando la policía les escuchó decir que habían encerrado a algunos supervivientes de la masacre en un viejo bunker subterráneo situado bajo un campo de trigo, intentaron acceder a la base subterránea en la que Ferranzo había pasado ochenta años confinado y se encontraron con los zombis que Ferranzo había dejado en su interior para asegurarse de que nadie que llegara hasta ella sobreviviera. Tras haber masacrado a todos los que se encontraban dentro de la zona acordonada, los zombis llevaron la muerte más allá de ella al mismo tiempo que el virus entraba en su última fase de mutación y por toda la meseta comenzaban a darse los primeros casos de infectados que atacaban violentamente a todo aquel que se ponía a su alcance. A ello le siguió el caos absoluto, la anarquía, el cierre perimetral de la meseta y el abandono de todos los que no había podido ser evacuados antes de la instalación de las torretas de fuego automático que la OTAN, bajo el auspicio de la ONU y de la OMS, había decido situar alrededor de toda la zona de cuarentena con el fin de evitar que virus pudiera salir de ella. Pero no lo consiguieron. Así que, tras “arreglar cuentas” con él, y dejarlo tirado en el suelo con la nariz rota, decidieron abandonar Puebla de Sanabria antes de que Pérez ordenase su captura. Y gracias a la inestimable ayuda del teniente Roberto, ellos y los supervivientes que habían recogido durante el trayecto a Sanabria, se unieron a una patrulla y, con la esperanza de encontrar a Sofía, la única integrante que permanecía desaparecida, pusieron rumbo a Ciudad Rodrigo. Pero en esta historia, nunca nada es tan sencillo como debería de ser. Ferranzo les lleva meses de ventaja. Y tampoco se ha olvidado de ellos. Lleva meses aguardando ese momento. Para ser exactos, desde el mismo instante en que Maruja le clavó el cuchillo en el cuello y consiguieron escapar de su emboscada en el cementerio, lo que quiere decir que ha dispuesto de mucho tiempo para planificar su venganza. Él sabe que antes o después caerán en su trampa, y ellos saben que antes o después llegará en momento de la suya. Son dos locomotoras circulando a toda velocidad sobre un laberinto de vías y que, a pesar de ser conscientes de que antes o después colisionarán, siguen adelante porque anhelan que llegue ese instante. asistir a la muerte del rival aunque sepan que hacerlo conllevará la suya propia. 69630
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Capítulo diecinueve la carga de la brigada pesada detenidos ante la puerta del ascensor raúl y cristina revisaban sus equipos antes de acceder a su interior mientras que el capitán intentaba convencerles de que no conseguirían hacerlo ellos solos comprendo perfectamente que quieran comprobar si su amigo todavía continúa con vida pero no creen que si así fuera ya nos habría hecho alguna señal eso depende de como esté contestó raúl podría estar mal herido o inconsciente o muerto y convertido en un zombi que saltara sobre ustedes en cuanto abran la escotilla del blindado le interrumpió el capitán sí la verdad es que esa es una posibilidad que está ahí pero no es suficiente para detener nos vamos a ir a por él y no regresaremos hasta que sepamos qué es lo que le sucedió no puede evitarlo verdad preguntó el capitán no es capaz de valorar fríamente una situación y respetar la decisión que le dicte la lógica en eso se equivoca por completo soy un experto en hacer eso en los veinte años que llevo al lado de mi amigo siempre he sido yo quien ponía la lógica y el quien actuaba sin pensar y sabe qué es lo que he aprendido de ello que ha tenido que desaparecer para que yo me diese cuenta de que improvisar no siempre es peor que actuar racionalmente no entiendo como la desaparición de su amigo puede haberle lle llevado a esa conclusión porque en cuanto él desapareció los francotiradores dejaron de disparar y el blindado se estrelló contra la fachada es que de verdad no ve una relación entre ambas cosas o es que simplemente se cree que han sido meras casualidades un vale acepto que podría haber una relación entre todo eso so pero realmente de repente algo sucedió todos se quedaron quietos expectantes al percibir un nuevo sonido que desde el este se elevaba por encima del constante rumor producido por miles de pies arrastrándose incesantemente y como empujados por un resorte todos los del grupo dirigieron sus miradas hacia allí y distinguieron los haces de luz amarillenta de varios focos aproximándose c algo raro está pasando exclamó maruja sí creo que el bueno de lucio ha decidido regresar a por nosotros y yo diría que al final sí que ha conseguido traerse refuerzos pues está claro que no les ha dado tiempo a ir y venir de braganza así que seguro que son gente del pueblo te refieres a las chifladas octogenarias de los pitos en la frente porque de así ser ya te adelanto que no me inspiran demasiada confianza pues mientras que estén armados y puedan ayudarnos a salir de aquí a mí me da igual que inés sean comentó el capitán impartiendo las primeras órdenes a los defensores un instante después los potentes focos se encendieron proyectando sus radiantes haces de luz sobre los zombis más cercanos que sorprendidos por la inesperada luminosidad se pararon en seco apretujan dose unos contra otros empujados por la presión de los que venían detrás hasta que respondiendo al estímulo luminoso y sobre todo a los gritos de alegría de los humanos abrieron sus bocas anhelantes alzaron sus brazos hacia ellos y se abalanzaron contra el edificio pero en ese momento una extraña voz proveniente de fuera del cortijo les obligó a darse media vuelta y empezar a correr hacia la salida mientras que la voz continuaba atrayendo su atención y por qué no decirlo también la de todos los que estaban en el ático y que cruzaban miradas confundidas entre sí sonaba casi común como si alguien estuviese dando un discurso y efectivamente así era a tan solo un par de kilómetros de distancia tres tractores que arrastraban sendos remolques av gorda de los que viajaba una estrambótica tropa compuesta por cuarenta cabritillos todos ellos bastante entrados en años circulaban campo a través en dirección al cortijo en las cabinas viajaba únicamente el conductor y sobre el techo otro hombre se ocupaba de vigilar los posibles obstáculos que se interpusieran en su camino mientras que a bordo de cada uno de los remolques una docena de hombres y mujeres cuyas edades oscilaban entre los sesenta y los ochenta años se aprestaban para librar el inminente combate valerosos hermanos cristianos de san cabritos de arriba chilló el cura a través de un megáfono dando de esa forma comienzo al discurso que tan minuciosamente había preparado cuando unos años atrás los perroflautas trotskistas habían llegado al gobierno y que justo antes de subir al remolque había retocado para adaptarlo a las nuevas circunstancias con el objetivo de enardecer a las tropas exaltar su ánimo y sobre todo evitar que ninguno de ellos se rompiera la cadera al intentar tirarse abajo del remolque en marcha en cuanto comenzara el jaleo tal y como hicieron nuestros honorables antepasados antes de nosotros ha llegado el glorioso momento de que nos enfrentemos a los perros infieles que mancillan el sagrado suelo de nuestra patria ole se cura así hablan los verdaderos españoles sino esos drogadictos travestidos del gobierno
Comentarios de Infernum Z - Libro 2 - La batalla de San Cabritos - 019 3o4g4x