
Descripción de ¿Habrá guerra contra Rusia? 261i3g
Nos encontramos, ante un nuevo envite: la guerra contra Rusia. La táctica es sencilla: propagar el miedo a gran escala. La estrategia, aún más clara: construir un relato confuso que apunta en una única dirección: Putin es el mal, un mensaje repetido y amplificado por los medios de comunicación dependientes de las élites globalistas. LIBROS RECOMENDADOS "El saber del ciudadano", de Aurelio Arteta Aisa "La debacle de Occidente", de Eduardo Olier "La guerra de los mundos", de Bruno Tertrais OTROS PÓDCAST RELACIONADOS ☠️ 2025, la incertidumbre crece 👓 https://ivoox.descargarmp3.app/2025-incertidumbre-crece-audios-mp3_rf_137414808_1.html ☠️ ¿Cumple la OTAN con su verdadero fin que es la paz? 👓 https://ivoox.descargarmp3.app/cumple-otan-su-verdadero-fin-que-audios-mp3_rf_90443095_1.html REDES SOCIALES Síguenos en X (antes Tuiter) @SomosLibro y @hptr2013 Canal en Telegram https://t.me/lol33s ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1029497 68635b
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Nos encontramos, queramos o no, ante un nuevo envite de los intereses globalistas, la guerra contra Rusia frente a la guerra de Ucrania. La táctica es sencilla, propagar el miedo a gran escala. La estrategia aún más clara, construir un relato confuso que apunta en una única dirección. Putin es el mal.
Un mensaje repetido y amplificado por los medios de comunicación dependientes de las élites globalistas. ¿Qué nos salva, aunque sea parcialmente? Pues que cada día menos jóvenes consumen estos contenidos, ya sean por desinterés absoluto en lo que sucede a su alrededor o por el cansancio ante tantas mentiras, la juventud se aleja de la narrativa impuesta desde los medios de comunicación de masas como las televisiones o los grandes medios de radios y prensas digitales.
Sin embargo, esta salvación es sólo parcial, porque la estrategia sigue haciendo presa en la parte más temerosa de la sociedad, las personas mayores. Ellos, sin a las redes sociales en términos generales, navegan el porceloso mar de la incertidumbre expuestos a unas televisiones subvencionadas con dinero público, manipuladoras, carentes de moral y ética periodística. Su misión no es informar, sino desfigurar la realidad, reducir el pensamiento crítico y mantener a la audiencia entretenida con distracciones vacuas.
Pero analicemos realmente el grito desesperado de Vamos a la guerra. Vamos a la guerra que enárbolan los cada vez menos líderes europeos. Recordemos que cuando comenzó la guerra de Ucrania en febrero de 2022, los satélites mediáticos europeos aseguraban que Rusia estaba acabada, que su armamento era obsoleto, que la población rusa se oponía al conflicto y que sus soldados eran violadores y asesinos. Sin embargo, tras cuatro años de guerra nos encontramos con una Ursula von der Leyen desorientada, un Zelensky políticamente amortizado cuya desaparición de un papa mediático es sólo cuestión de poco tiempo y la constatación de que Europa no tiene peso en las negociaciones de paz.
Son Donald Trump y Vladimir Putin quienes marcan el rumbo de las conversaciones. Y estas negociaciones no son más que un escaparate tras el que se fraguan acuerdos internacionales geopolíticos, principalmente entre Estados Unidos y Rusia, con China como el actor cada vez más influyente. La nueva ruta de la seda está en sus manos, en manos de China, gracias a su desarrollo tecnológico industrial. Y para muestra basta con señalar que, según el diario económico Expansión, dice que Kia y Suzuki desbancan a Mercedes y BMW como reyes de la rentabilidad. Un simple ejemplo de cómo el mundo está cambiando.
La agenda de las negociaciones sigue en un plan de 100 días meticulosamente diseñado y ejecutado.
En una primera fase, que la hemos visto, se han sentado a la mesa Rusia y Estados Unidos, pero no Zelensky, ya que Rusia no lo reconoce como presidente legítimo y Estados Unidos tampoco, dada la represión a la oposición que mantiene en la cárcel y la ausencia intencionada de elecciones por parte de Zelensky.
En la segunda fase, prevista para este año, se plantea un alto al fuego permanente, seguido de una conferencia de paz con la participación ahora sí de China y Europa. Es decir, Europa, que se ha dejado el dinero, que ha mermado sus capacidades energéticas industriales y financieras, aparece como un invitado a mesa puesta, donde ni ha pinchado ni cortado nada en todo el proceso previo.
Así es que el ciudadano europeo paga el precio de esta debilidad. Desde el inicio de la guerra, la infracción ha disparado los precios de la energía y los alimentos, erosionando el poder adquisitivo de las familias. Las dichosas políticas climáticas de transición ecológica impuestas desde Bruselas han encarecido aún más la producción industrial, favoreciendo la dependencia de bienes manufacturados de China y otras potencias emergentes. Todo esto, con la complicidad de los grandes medios que justifican el sacrificio económico como un mal necesario para frenar a Rusia, cuando en realidad es un suicidio económico autoinfringido.
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