España, tocada y hundida 3y2o69

Hoy voy a conspirar un poco, o quizá no tanto, porque basta observar con cierto detenimiento para entender por qué España se empobrece a velocidad vertiginosa después de haber sido, con sus luces y sus sombras, una de las naciones más influyentes de la historia y en la humanidad.

No se trata de idealizar el pasado, sino de valorar el conjunto, las obras de siglos.

Porque un imperio que duró 300 años no se sostiene sin talento, fuerza y visión.

Entonces, ¿cómo hemos pasado de aquello, de aquel imperio, a este estado de país que cada vez se sostiene peor? La decadencia se acelera desde el momento en que España se redescubre como una democracia liberal bajo la tutela norteamericana y siguiendo el dictado de hombres como Henry Kissinger, figura clave en el rediseño geopolítico del mundo.

El excelente trabajo de Iván Vélez en su libro Nuestro hombre en la CIA destapa con precisión quirúrgica el entramado de intereses internacionales que operaron para reducir a España a una colonia geoestratégica plenamente integrada y subordinada al sistema de dominación occidental.

El asalto fue meticuloso.

A través del entramado globalista, las élites políticas de uno y otro lado fueron plegándose.

El PSOE dejó atrás cualquier aspiración marxista real.

El Partido Popular, desde sus inicios con Cosi María Aznar, abandonó la defensa de la soberanía nacional como rasgo identitario.

Así nació el engrudo socialdemócrata, una alianza tácita entre dos partidos que han compartido misión, disolver a España como nación y convertirla en pieza funcional del tablero de Davos, Bruselas y la OTAN, lo que se tradujo en una reducción trágica de la industria, empobrecer a la población y socavar a las fuerzas armadas a una ONG uniformada.

El PP y el PSOE han sido el ariete del progresismo en alternancia.

Ambos han demolido las tradiciones, borrar la cultura católica y asfixiar a la clase media hasta dejar un país con pobreza crónica y perdidos en un vacío existencial.

Esta es la razón de que, como dice mi amigo Íñigo Castellano y Barón en su artículo, abro comillas, Pedro Sánchez no lidera un gobierno, dirige una empresa electoral, compra apoyos, regala competencias y modifica leyes al peso.

Y cuando no convence, legisla, porque lo importante no es la legalidad sino la narrativa.

Cierro comillas.

Entonces, la pregunta del millón, la que todo el mundo se hace, es ¿por qué la izquierda española es tan anti española? Porque es cierto que la izquierda republicana guerra civilista era anticatólica, pero a su manera, amaban a España, a su peculiar manera, es verdad.

Pero entonces, ¿cuándo, en qué momento, por qué hoy también, además de odiar lo católico, odian a España? El filósofo José Luis López Fajarnés responde con brillantez en su último ensayo, El origen de la hispanofobia de la izquierda española, y hace un estudio de las lecturas a Marx, un pensador que, por cierto, jamás pisó España, y donde además nos descubre ciertas contradicciones devuelto en sus tesis y afirmaciones de donde extrae el odio exacerbado que tenía hacia España.

Este filósofo del siglo XIX bebió de todas las fuentes anglosajonas negrologendarias.

De esta forma, demuestra cómo el pensamiento marxista carga con desprecio, falsedad y resentimiento hacia lo hispano.

Esa fuente contaminada, convertida en dogma intelectual, es la que ha alimentado durante décadas a una izquierda que ha terminado odiando a España, no por lo que hace, sino por lo que representa.

Una vez que Bill Grant y Felipe González cerraron el círculo del PSOE 2.0, el PSOE socialdemócrata, no el marxista, pasaron a la acción intelectual.

Así, en el otoño de 1984, prácticamente estrenada la democracia en España, Jürgen Habermas vino invitado y lectó dos conferencias, una de ellas, incluso en el Congreso de los Diputados, para marcar las pautas de diálogo político, área en la que estaba especializado.

Es decir, marcó los trazos gruesos del discurso.