
Descripción de El exorcista 2a Pte Cap 4 3n1543
En 1950, mientras estudiaba en la Universidad de Georgetown, William Peter Blatty descubrió la historia de un chico de 12 años llamado Robbie, quién en la década de los cuarenta fue exorcizado por un grupo de sacerdotes en el estado de Washington, luego de ser diagnosticado como un caso de posesión demoníaca. Este suceso fue muy popular en los Estados Unidos en aquella época y el hecho fue cubierto por los medios más importantes del país. Blatty tomó ese hecho y lo convirtió en una fascinante y terrorífica novela, que resultó un best seller instantáneo en 1971. El libro generó su polémica y el fenómeno aumentó dos años después cuando el escritor adaptó su obra para el cine. Ya han pasado casi cuarenta años y la novela sigue viva. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/497413 6d382b
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Diabólica las noches, Derechador.
La obra del espanto.
Un encuentro con la literatura del ser humano fantástico.
Novela, cuento, leyendas, relatos de los grandes genios de la literatura universal.
Quedas con tu anfitrión, Reinaldo Martínez.
El exorcista, segunda parte, capítulo cuarto.
Viernes, 29 de abril.
Mientras Chris esperaba en el pasillo de los dormitorios, el doctor Klein y un renombrado neuropsiquiatra examinaban a la niña.
Los médicos lo observaron durante media hora.
Se dejaba caer, daba vueltas sobre sí misma, se tiraba de los pelos, ocasionalmente hacía gestos con la cara y se apretaba las manos contra los oídos para anular un ruido repentino y ensordecedor.
Posiferaba obscenidades, aullaba de dolor.
Finalmente, se arrojó boca abajo sobre la cama, doblando las piernas debajo del estómago.
Gemía en forma incoherente.
El psiquiatra le dijo a Klein que se alejara de la cama.
Vamos a darle un tranquilizante, murmuró.
Tal vez así pueda hablar con ella.
El internista asintió y preparó una inyección de 50 miligramos de toracín.
Sin embargo, al acercarse los médicos a la cama, Trigan pareció sentir su presencia y rápidamente se volvió.
Y cuando el neuropsiquiatra trató de sujetarla, empezó a chillar con furia.
Lo mordió, le pegó, lo mantuvo a distancia.
Solo cuando llamaron a Carl para que les ayudara, pudieron mantenerla lo suficientemente quieta como para que Klein le inyectara el sedante.
La dosis fue insuficiente.
Tuvieron que istrarle otros 50 miligramos.
Esperaron.
Trigan se calmó.
Luego, somnolienta, miró a los médicos.
¿Dónde está mamá? Quiero que venga mamá.
Lloraba.
Trigan le dio una seña del neuropsiquiatra.
Klein salió de la habitación para llamar a Chris.
Tu madre vendrá dentro de un momento, querida.
Dijo el psiquiatra a Trigan.
Sentado en la cama, le acarició la cabeza.
Vamos, vamos, ya está bien.
Ya está bien, querida. Yo soy médico.
Quiero que venga mi mamá.
Lloraba Trigan.
Ya viene.
¿Te duele, querida? La niña asintió.
¿Dónde? En todo el cuerpo.
Lloriqueaba Trigan.
Oh, mi pequeña.
Mamá.
Chris corrió a la cama y la abrazó.
La besó.
La calmó y la consoló.
Luego, Chris no pudo más y rompió a llorar.
Oh, Trigan, has vuelto.
Eres tú realmente.
Mamita, él me causaba dolor.
Trigan hacía pucheros.
Dile que no me dé más dolor, por favor, ¿sí? Por un momento, Chris se quedó desconcertada.
Luego echó una rápida mirada en dirección a los médicos con una expresión suplicante en los ojos.
Le hemos dado sedantes fuertes, dijo amablemente el psiquiatra.
¿Quiere decir que…? Él la interrumpió.
Veremos.
Después se volvió hacia Trigan.
¿Puedes decirme qué te pasa, querida? No lo sé, respondió.
No sé por qué me hace él esto.
Se le caían las lágrimas.
Antes había sido siempre mi amigo.
¿Quién? El Capitán Howdy.
Y entonces es como si otra persona estuviera dentro de mí y me obliga a hacer cosas.
¿El Capitán Howdy? No lo sé.
¿Es una persona? Ella asintió.
¿Quién? No lo sé.
Bueno, está bien.
Vamos a probar algo, Trigan.
Un juego.
Urgó en su bolsillo en busca de una bolita de colores brillantes atada a una cadenita plateada.
¿Nunca has visto películas en las que hipnotizaban a la gente? Ella asintió.
Bueno, yo soy hipnotizador, ¿sí? Yo vivo hipnotizando a las personas.
Si ellos me dejan, claro.
Creo que si te hipnotizo a ti, Trigan, eso te ayudaría a ponerte bien.
Sí.
Esa persona que está dentro de ti va a salir enseguida.
¿Quieres que te hipnotice? Mira, tu madre está aquí a tu lado.
Trigan le preguntó con los ojos.
Hazlo, querida.
La apertura.
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