Europa al comienzo de una nueva era 59757

Buenas tardes. Mi nombre es Raimundo Pérez Hernández y, como director de la Fundación Ramona Heces, me complace darles la más afectuosa de las bienvenidas y expresarles la satisfacción de la Fundación por tener hoy aquí a un grupo tan numeroso de fieles seguidores. La verdad que es una enorme satisfacción ver el salón lleno.

Me alegro enormemente porque hemos estado trabajando mucho tiempo para poder traer a Timothy Gartonach a Madrid. Escritor, europeísta, comentarista ilustrado y politólogo. Es uno de los expertos que mejor nos pueden explicar el escenario presente y futuro de Europa en unos momentos de cambios no exentos de riesgo. Timothy Gartonach es, como escribió Ramón Perón, un espectador comprometido.

Esta conferencia forma parte de un acuerdo al que la Fundación Ramona Heces ha llegado con el Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Oxford, en virtud del cual enviaremos becarios a dicha institución y acogeremos en la Fundación a distinguidos profesores de la Universidad de Oxford para que presenten a la sociedad española la vanguardia de sus investigaciones y trabajos. Muchas gracias a José María Robles Fraga, el ministro consejero de la Embajada Española, a encargado de Asuntos Culturales, que ha sido de una enorme ayuda en la negociación con Oxford.

No les oculto que tuvimos especial empeño en que el primer conferenciante fuera Timothy Gartonach. Realizamos así una colaboración con la Universidad de Oxford que comenzó hace algunos años con una reunión de todos sus becarios en Europa, reunión que presidió Sir Chris Patten. Timothy Gartonach es autor de 11 libros de escritura política o historia del presente que han trazado la transformación de Europa durante el último medio siglo.

Es profesor de estudios europeos en la Universidad de Oxford y Saïd Berlín, profesor asociado en St. Anthony's College de Oxford y Senior Fellow en la Hoover Institution de Stanford. Es escritor, pensador, analista político, observador de las realidades de la historia, la política, la sociología, la economía y la cultura y, sobre todo, en debodo, especialista en Europa.

Es una Europa vista por un británico de vocación europeísta a pesar de la tradicional actitud ambivalente de los británicos hacia Europa. Acaba de publicar un libro, Homelands, una historia personal de Europa, que es un recorrido fascinante por los grandes hitos que han conformado la evolución del continente en los últimos 50 años.

Libro de enfoque memorialístico, es un análisis de la evolución de los países europeos, salpicada de anécdotas, de limitación de tendencias históricas, referentes culturales e historia personalizada, un tipo de petit histoire que tanto enriquece los relatos históricos. Es un libro que hay que inscribir en la mejor tradición de los historiadores británicos, que con análisis fríos, pero no desapasionados, certeros y objetivos, han contribuido a vivificar la historia de nuestro continente. Cóctel de historia, memoria, reflexiones, que nos ilustran al tiempo que concentra todo nuestro interés.

Pero lo más importante del libro y de la trayectoria de Garton Ash, es a mi juicio el énfasis en los valores que han informado el devenir europeo. Una de las frases aplicadas a las relaciones internacionales que más me impresionó durante mi aprendizaje en la carrera diplomática, fue la cita de Wolfgang Goethe, que escribió que prefería el orden a la justicia. Frase de impacto que, no obstante, es a mi juicio hoy muy ilustrativa de lo que ha sido la historia contemporánea de Europa. Una tensión dinámica, inestable y cruel hasta el extremo, entre los principios de orden y libertad.

Tensión que aún no parece resuelta. Como escribió Neil Armstrong, Homeland se concentra en tres ideas. Es un relato del proyecto europeo y sus inestables experimentos con el concepto de unidad. Es también un relato subjetivo de los encuentros y descubrimientos personales del autor. Y, por último, es una larga reflexión sobre las actitudes británicas hacia el mundo más allá del canal. No nos olvidemos de lo que en el siglo pasado dijo un político británico, cuyo nombre no me acuerdo, que era que había niebla densa en el canal y que qué pena que el continente estaba aislado.