Eragon Parte 6 Libro primero de la Saga El legado Narración Voz Humana 3326q

Eragon. Era asombrosamente liviana, y un aroma a agujas de pino recién molidas emanaba de ella.

—¡Qué hermosa es! —exclamó Murtag mientras cargaba a la elfa sobre los hombros.

—Ahora, ¡vamos arriba! —le tendió una daga a Eragon, y corrieron por el pasillo hacia una escalera excavada en la roca.

Al final de la escalera había un salón lleno de amplias mesas de madera.

Murtag depositó a la elfa sobre una mesa.

—Dile a Zafira que espere cinco minutos más y a regreso.

Mientras Eragon transmitía el mensaje, se asustó al oír que los hombres subían por la escalera.

Bajó a la elfa de la mesa y la escondió debajo. Entraron diez soldados en el salón.

Los registraron de prisa, miraron solo debajo de algunas mesas y siguieron su camino.

Murtag regresó con Sarrok, un extraño arco y una elegante espada sin funda, y le entregó Sarrok a Eragon.

—He encontrado la otra espada y el arco en el cuarto de guardia. Nunca he visto armas como estas, por lo que deduzco que son de los elfos.

—¡No podemos quedarnos! ¡Hay un Sombra aquí! —¿Un Sombra? En ese caso dile a Zafira que venga de inmediato.

Eragon le pasó el mensaje a Zafira.

—Me alegro de haber sido útil. Esperemos que Sombra no nos encuentre.

—Veremos que es demasiado tarde para eso.

Murtag y Eragon se giraron en redondo.

Sombra estaba de pie en la habitación y sostenía en la mano una espada muy clara con una fina hendidura en la hoja.

—Pues bien, mi joven jinete, ¿quieres medir tus fuerzas contra mí? —Yo me ocuparé de él.

—¡No! A ti no te quiere vivo, pero a mí sí.

Desenfundó a Sarrok y avanzó despacio.

Los ojos de color granate de Sombra brillaban como brasas ardientes.

Se rió en voz baja.

—¿De veras piensas que puedes derrotarme? —¡Tú, Sundamar Frehor! ¡Qué nombre tan lamentable! Eragon miraba el rostro de Sombra.

—No puedo usar la magia. Tiene que creer que puede ganarme sin necesidad de recurrir a ella.

Antes de que ninguno de los dos se moviera, el techo retumbó y estalló.

Eragon miró hacia arriba. Sombra aprovechó su distracción y lo atacó.

Eragon consiguió levantar su espada e interceptar una estocada directa a las costillas.

Cogió a Sarrok con ambas manos y la blandió con todas sus fuerzas en dirección a la cabeza de Sombra.

Interceptó el golpe sin esfuerzo.

Unos chirridos terribles resonaban encima de ellos.

Eragon paraba los golpes del individuo.

Cada nuevo golpe que rechazaba era más fuerte que el anterior.

En ese momento, con un desdeñoso giro de la muñeca, Sombra arrancó a Sarrok de las manos de Eragon.

La fuerza del golpe lo tiró al suelo de rodillas, donde se quedó jadeando, mientras los chirridos sonaban más fuertes que nunca.

Sombra lo miró con altanería.

Me desilusiona que esto sea todo lo que puedas hacer.

Eragon miró hacia arriba. Había descubierto el plan de mortal.

¿No te olvidas de algo? ¿De qué es si se puede saber? Se oyó una vibración atronadora que descajaba un groso entero de techo.

¡De los dragones! Sombra gruñó furioso. Atacó, pero la sorpresa se pintó en el rostro de la criatura, mientras una de las flechas de Murtag se le clavó en el entrecejo.

El cera huyó y se retorció tapándose la cara, mientras la piel se le volvía gris y se formaba una bruma a su alrededor.

Entonces, se oyó un grito desgarrador y la nube desapareció.

En el lugar donde había estado Sombra, no quedaba más que una pila de ropa en el suelo.

¡Lo has matado! Exclamó Eragon, que sabía que sólo dos héroes de leyenda habían sobrevivido tras Darmoor.

Aquí