Docentes presentes nº 55. La necesaria comunicación entre familia y alumnos 5v1v2b

¡Buenos días! Somos la Mireia de la Vega, la Rosa Ortega y la Sara Ross.

Hoy queremos explicarles una historia que habla de transformación, diversidad y, sobre todo, de comunidad.

Una buena práctica educativa que nos recuerda que, cuando la escuela, la sociedad y la familia trabajan juntos, pueden pasar cosas extraordinarias.

Porque, ¿qué pasa cuando miramos los espacios escolares con una mirada inclusiva, poniendo a los alumnos en el centro? Pues que, incluso un patio, aquel espacio que a menudo asociamos a sonido y pilota, puede ser mucho más.

Un espacio seguro, acogedor y compartido, donde todo el mundo encuentra su lugar.

Hoy hablaremos de cómo la colaboración puede convertir un patio en un espacio vivo, diverso y educativo.

Porque sí, los espacios también educan. Y este, en concreto, es el claro reflejo de respeto, creatividad y convivencia. ¡Empecemos! Nos situamos en la Escuela Madrugna, en el Carna de Sensadorní de Noia, donde hace un par de años el profesor Claustre empezó a preguntarse ¿Por qué el patio siempre está monopolizado por el fútbol y el básquetbol? Se supone que participan principalmente los chicos.

¿Por qué hay alumnos que no encuentran su lugar, están reclutados y no forman parte de estas actividades? Según el estudio, el impacto del confinamiento en los resultados de la evaluación de 4DESO realizada en el curso 2020-2021, se detectó que el confinamiento había provocado un aumento significativo de la afectación emocional en el alumnado.

Muchos estudiantes manifestaron sentimientos de aislamiento, ansiedad y desconexión social como consecuencia de la falta de relaciones presenciales y la ausencia de un espacio escolar donde compartir experiencias más allá de los contenidos académicos.

Relacionado con lo que comentas, Rosa, para muchos alumnos el patio representa uno de los momentos de mayor libertad dentro de la jornada escolar.

Un espacio donde se puede socializar y expresarse sin la constante presencia del adulto.

Aun así, el diseño y la configuración de los espacios físicos a menudo pueden dar lugar a dinámicas de segregación y discriminación entre niños y niñas, evidenciando la necesidad de repensar estos espacios desde una mirada más inclusiva y equitativa.

Y mira yo. Ante esta realidad, la escuela decidió repensar la organización del patio escolar con la participación activa de familias, profesores y, sobre todo, alumnos.

Repensar el espacio físico del patio fue clave para la escuela, ya que ofrecía una oportunidad para reconstruir vínculos, promover una inclusión y, sobre todo, garantizar que todo el alumnado encuentre un espacio de relación y expresión.

¿Qué hicieron en el patio, Rosa? Crearon zonas diferenciadas, un pequeño escenario para hacer teatro y música, espacios con juegos de tablas gigantes pintados en la tierra, bancos en forma de picnic para favorecer la conversación. Reducieron la centralidad del campo de fútbol y de básquet para evitar que el patio fuera solo para unos pocos.

De la misma manera, incluyeron vegetación y recintos de calma para los alumnos con necesidades especiales.

Todo lo hecho con la ayuda voluntaria de las familias que participaron en la pintura, en la construcción de inmobiliario con materiales reutilizados y presupuesto con el compromiso firme del claustre docente.

De hecho, la cooperación fue la clave del éxito de este proyecto, ya que permitió que todos trabajaran juntos por un objetivo común, un patio donde todos se sientan bienvenidos.

Esta cooperación está muy relacionada con otras virtudes morales importantes, como por ejemplo la justicia, ya que se buscó proporcionar a cada alumno el espacio y las actividades que necesitaban.

También la prudencia o sabiduría de las cosas humanas, porque se tomaron en cuenta las necesidades y los deseos de todos los de la comunidad educativa a la hora de tomar decisiones.

Y, además, la fortaleza o la resiliencia, porque se superaron las dificultades y los desacuerdos que surgieron durante el proceso, saliendo aún más unidos.

Los espacios se transforman, pero también las relaciones.

Los patios pueden ser lugares de encuentro y no de división.

Lugares donde el deporte conviene con la creatividad, donde las diferencias no se ven como una molestia, sino como una riqueza.

En definitiva, esta iniciativa nos recuerda que una escuela segura y colaborativa no se construye sola, se construye con complicidad, con escucha, con manos que pintan, hablan y construyen juntos.

Gracias por acompañarnos.