Contemplación en San josemaría 2c3s51

Por las señales de la Santa Cruz en estos enemigos, mi gran Señor Dios Nuestro, en nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, amén.

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.

Te adoro con profunda reverencia.

Te pido perdón de mis pecados y gracia para ser con fruto de este rato de oración.

Madre mía inmaculada, San José, mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.

El décimo aniversario del fallecimiento de San José María, con fecha 27 de junio de 1985, don Álvaro escribió un artículo en el periódico ABC que se titula Las profundas raíces de un mensaje, tratando de poner un poquito el fondo del mensaje de San José María, quien mejor creer que fue su compañante en los últimos 40 años de su vida, y escribió ahí, los llamados hombres prácticos no son los más útiles a la Iglesia de Jesús, como tampoco lo son los meros peregoneros de teorías, sino más bien los verdaderos contemplativos, que poseen una pasión lucidísima e infatigable, divinizar y transfigurar en Cristo toda realidad creada.

No es paradójico, por tanto, afirmar que sólo la mística resulta verdaderamente práctica en la Iglesia de Jesús. Así empieza a plantear la raíz del mensaje, la eficacia de la vida de San José María, no porque hubiera sido un hombre que hiciera muchas realizaciones, un hombre práctico, ni tampoco peregonero de una teoría, como puede ser un filósofo. Si los que realmente sirven y ayudan y cambian la sociedad y la Iglesia, dice, son los verdaderos contemplativos.

La mística, la acción intensa de los dones del Espíritu Santo, que lleva a una persona a andar en caminos de contemplación, a ser iluminada para transformar toda la realidad en gloria de Dios, pues es la visión de fe. Quizá nosotros vamos a decir, pues vamos a actuar más, a lamentarnos más, a quejarnos más, por ejemplo, con estas cosas de la sociedad, del gobierno, de lo que va a pasar, de lo que no va a pasar. Bueno, pues muy bien, haz lo que veas conveniente desde el punto de vista práctico, pero el mejor bien que puedes hacer, el bien de fondo, el bien que permanece, el bien que queda en la acción de las almas, profunda, es el de la vida contemplativa, es el afán de divinizar y transfigurar en Cristo toda realidad creada, pues efectivamente la visión de fe.

Hace un par de días leía una noticia de un párroco en España, de un pueblo allá en la meseta castellana, un pueblo que tiene menos de 200 habitantes. Entonces el sacerdote decía, la verdad es que no viene nadie a la iglesia y él, sin embargo, celebra la misa todos los días. Y luego dice, no viene nadie a la exposición del Santísimo, pero él expone el Santísimo. Y aunque no haya nadie, está él, está él exponiendo al Santísimo y está él adorando al Santísimo.

Bueno, sí, bueno, no es que yo diga que ya no tenga que hacer nada.