LA COLUMNA SONORA_30_La luz de la radio 3e1g

La columna sonora por Carmen Sánchez.

Todo se apagó, menos ella.

Ella estaba sonriendo y recordé mi infancia.

Recordé cómo la escuchaba desde mi cama.

Mis padres ponían la radio para dormirse.

Era como cuando alguien está a tu lado contándote un cuento y su voz suave y relajante te induce al sueño.

Si la radio se apagaba y no volvía a sonar es que ya se habían quedado dormidos.

No molestaba.

Simplemente acompañaba.

Solían escuchar El Larguero, hora 25, y si era de madrugada a Mara Torres con Hablar por Hablar.

Por cierto, no sé si es por tantas veces que escuchaba a mi padre el programa, pero era muy habitual en sus deliberados circunloquios empezar con un «Esto es Hablar por Hablar».

Recuerdo escuchar las señales horarias en la radio de la cocina cuando comíamos.

Eran las dos de la tarde y a las tres teníamos que estar en el colegio.

Recuerdo en la época de la universidad, mientras estudiaba, escuchar radios y programas musicales como La Gramola, de M-80, u Océano Pacífico, de María Quirós, cuya sintonía ya relajaba de por sí.

La vida universitaria en Madrid nos ofreció muchas posibilidades como ver en directo algunos programas de radio, como el que hacían Guillermo Freser o Juan Luis Cano o Más Puma.

Como ven, mi relación con la radio se fue estrechando de forma involuntaria y cada vez más, hasta que finalmente acabé trabajando en este medio de comunicación.

La verdad es que, mientras les explico esto, hago cuentas y veo que ha pasado mucho, mucho tiempo.

Les voy a hacer una confesión.

He escuchado la radio más por placer cuando no trabajaba en ella que cuando mi designio laboral era estar a su lado.

Y no había reparado en nada de todo esto hasta que se fue la luz la semana pasada.

La búsqueda de una radio a pilas fue una acción necesaria para poder obtener información y averiguar qué diablos había sucedido.

Y sí, nos dormimos el lunes escuchando la radio, todos juntos en la cama, como cuando la escuchaba desde mi habitación.

Pero a diferencia de esos tiempos pasados, que los recuerdo con cierta complacencia, ahora el sentimiento era diferente, de pavor.

Una sensación bastante perturbadora y angustiosa nos invadía mientras intentábamos encontrar una explicación lógica algo tan extraordinario.

Y así estábamos todos en la cama, tanto en mi casa como seguramente en otras casas, preocupados escuchando con atención cada declaración, buscando unas y otras cadenas donde pudieran dar más información, llevando la antena a un lado y hacia otro, bajando volumen, subiéndolo.

Después de una semana de este hecho, pienso en qué hubiera pasado si la radio hubiera evolucionado más en España, si hubiera ido tan rápido la implantación de la radio DAB como para dejar obsoleta la convencional, como sucede en Noruega.

Allí ya no hay radio FM, la radio DAB es la que funciona con señales digitales para transmitir contenidos de audio, y ya saben que la analógica es la que envía señales de audio por ondas electromagnéticas, por eso la escuchábamos.

¿Pero se imaginan un escenario donde ni siquiera se hubiera podido escuchar la radio? Es curioso, ¿eh? ¿Apagó un informativo en la era de la comunicación? Vuelvo a reflexionar sobre si progresar significa siempre avanzar, y esto no es nuevo, o si en ese ímpetu de crecer nos olvidamos de aspectos tan importantes como la estabilidad o incluso el bienestar emocional.

El progreso no sólo implica avanzar en una dirección, sino también considerar el impacto de ese avance en otros aspectos de la vida.

¿No creen? Un día se apagó la luz, y ahí estaba ella, sonriendo.