El caso Meisel 6c3k2i

Ninguno de los casos que trataremos en Paradero Desconocido han sido resueltos en la actualidad, por lo que es de vital importancia abordarlos sin importar los años que hayan pasado.

Hola, soy Silvia Swan.

La isla de Mallorca nos devuelve la imagen del mar Mediterráneo, las palmeras, la arena de la playa y temperaturas suaves.

Seguramente, además, pensemos en turismo, mucho turismo.

Pero en medio de todo este remolino, encontramos un caso que conmocionó a la sociedad española, así como la sociedad internacional.

Este es el caso sin resolver de la familia Maisel.

Acompáñanos en este podcast aquí, en Paradero Desconocido.

Es 11 de noviembre de 1997.

Ilse Kaiser, una joven cuidadora de animales exóticos, llega como cada mañana a su puesto de trabajo.

Uno podría imaginar el prototípico edificio de cemento, tal vez un pabellón industrial, pero no es el caso.

Frente a ella se alza una lujosa mansión rodeada de muros altos y vegetación bien cuidada.

Ilse abre la vesca y camina con prisa por el sendero de grava hasta el edificio anexo, donde se encuentran las incubadoras.

Al entrar en la oficina, se detienen seco.

En el suelo, rodeado de sangre, está el cuerpo de su compañera de turno.

A su lado, también muerto el de su jefe, Manfred Maisel.

Ilse apenas reacciona, sale corriendo en busca de un teléfono desde el que pedir ayuda.

Una vez alerta a los servicios de emergencia, le asalta un pensamiento.

El pequeño Patrick, el hijo de Manfred, debe de estar solo en la vivienda principal.

Vuelve a entrar en la casa y sube las escaleras de dos en dos.

Al llegar al dormitorio del niño, abre la puerta.

Patrick, de solo 8 años, está en su cama y también ha sido asesinado.

Lo que la policía encuentra en las distintas estancias revela que hay algo más detrás de la escena.

Los perros que Manfred tenía repartidos por toda la finca habían sido encerrados en el garaje.

Se trataba de animales hostiles con los extraños, así que quien accedió a la vivienda debía conocerlos bien.

Lo suficiente como para ganarse su confianza y guiarlos hasta allí.

En la oficina del edificio de los animales exóticos, los agentes encuentran los cuerpos sin vida de Manfred Maisel, de 49 años, y Claudia Lichtenstein, de 30, cuidadora del turno de noche.

Los cuerpos han sido ejecutados con dos disparos certeros en la nuca, una ejecución limpia, rápida, profesional, un tipo de asesinato que sugiere venganza, un ajuste de cuentas.

Pero en el cuerpo de Claudia hay algo más, profundas marcas en sus muñecas, como si hubiera permanecido fuertemente atada antes de morir.

La policía decide inspeccionar la vivienda principal, aunque todo parece estar en orden.

No hay signos de lucha, en el salón el televisor sigue encendido, de lo que deducen que alguien lo ha estado viendo no hace mucho.

Suben las escaleras hasta el dormitorio de Patrick, al cual encuentran recostado sobre la cama.

Parece dormido, pero dos manchas de sangre, una en la mesita de noche y otra en la pared, revelan la verdad, también ha recibido dos disparos.

Y sin embargo, hay algo que no encaja, ¿por qué Patrick es el único que no fue conducido hasta la oficina como los demás? ¿Acaso no lo esperaban? ¿Se despertó y sorprendió a los asesinos? ¿O acaso fue un error en el plan? Pero ¿quién era Manfred Meisel y por qué alguien querría vengarse de él? La respuesta no es tan simple como parece.

Manfred Meisel era originario de Alemania, pero llevaba ya muchos años afincado en Mallorca.

Vivía junto a su mujer, Dayana Rittard, y su hijo Patrick en una lujosa mansión en el Camises Barracas, en la población espilarí.

La finca está compuesta por dos edificios, uno de los cuales es el de Manfred Meisel.