
Descripción de Cap. 264 (Pequeño gran Pritchard) 4w2r6v
Programa de baloncesto NBA conducido por Gonzalo Vázquez y Andrés Monje gracias a Gigantes del Basket. ............................. PEQUEÑO GRAN PRITCHARD Gestación, censura y gloria de un luchador de bolsillo ............................. Esta semana El Reverso recupera su vieja esencia de storytelling con la narración y trayectoria del pequeño Payton Pritchard. El jugador reserva de Boston Celtics se ha asentado en la rotación de los vigentes campeones y es firme candidato a mejor sexto hombre del año en la NBA. Pero hasta llegar aquí, su historia y carrera han sido todo lo contrario a un camino de rosas. Nos adentramos en sus orígenes, su formación y la lucha constante de un gladiador por superar todas las barreras hasta ser el jugador que es hoy día. Pritchard es uno de esos perfiles inesperados que de vez en cuando sorprenden en la NBA. Y en los Celtics, ese agitador del que necesitarán en su mejor versión para la reválida del título. 36o49
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Gigantes Podcast. Baloncesto hablado.
Su hijo se reunió con los padres de los alumnos ayer y pensaba llevarles a visitar una fábrica de pan francés de Trenton. ¿Qué dice? Su hijo se ha hecho pasar por profesor sustituto. Ha dado clases a los chicos, les ha puesto deberes. ¿Se dan cuenta del problema que tenemos? Esto es El Reverso. Conducido por Gonzalo Vázquez y Andrés Monge.
Buenas noches, Andrés. Muy buenas.
Aquí en el programa vamos a decir que somos de todos. Somos más de unos que de otros pero en línea general es un poco de todos. Lo intentamos, sí.
Tenemos que serlo sin excluir a nadie y también porque somos de amor fácil. Pero unos nos enamoran más que otros. Motivos hay de sobra. Por una cuestión de valor o de talento o de estética. Alguna redención. Y también por inesperados. Un tipo de ellos que son esos que tienen que ascender una cuesta, una pendiente más pronunciada que el resto.
Eso nos encanta. Que hace que sea más fácil identificarse con ellos. Empatizar con estos personajes. Pues hoy Andrés toca uno de ellos. Un personaje del formato clásico del Reverso. Sin miserias, violencias ni dramas. Un Reverso blanco, como muy de Disney. O más bien verde. Por prestar un poquito de atención a esa comunidad tan necesitada de ella. Bueno, vamos a decir que no habíamos tocado desde junio a los campeones.
Hoy vamos a hacerlo de manera indirecta. Vamos a extraer una proteína de su ADN. Muy pequeña además. Que sirve también para explicarlos. Andrés, siempre hay que quitarse el sombrero ante esos jugadores que en un centro comercial pasarían completamente desapercibidos. Totalmente.
Que es lo que vimos, por ejemplo, con TJ McConnell. En el bar del pabellón. Con su padre. Después de haber jugado. Le vas a cobrar a mi hijo. Es el jugador del equipo. 20 pavos.
Si le ves por la calle y piensas que trabaja en un banco, lo compramos.
Que tienes que convencer a muchísima gente de que ese tipo que estás viendo es un jugador de la NBA. Y además no uno cualquiera. Tienes que ser muy bueno, pero muy bueno para llegar.
Para cruzar un día a esa puerta. Tienes que ser lo más para sobrevivir. Para mantenerte.
Y no te digo cuánto de bueno tienes que ser para brillar. Para inscribir tu nombre, por ejemplo, en un equipo campeón o en un potencial galardón de sexto hombre del año.
Sexto porque el bloque titular es el más caro del mundo.
Eso explica, entre otras muchas cosas, que aunque ese jovencito anónimo se hubiera dejado la piel en el esfuerzo, el día, la noche en que a lo mejor sales elegido, que alguien te abre la puerta, no terminas de creerlo.
Vamos a empezar por uno de los momentos que le cambia la vida a Peyton Pritchard, que se produce con su elección en el draft. Hablamos de noviembre de 2020. Un draft en noviembre, por supuesto de forma excepcional, por la pandemia que detuvo la NBA, que detuvo el mundo. Y hay un momento, aquel 18 de noviembre, en el que él, que no estaba en la sala principal del evento, recibe una llamada de su agente indicándole que baje abajo. Que baje abajo rápido, que no se demore. Había pasado ya las elecciones de lotería y se acercaba el turno de Boston en el 26.
Los Celtics, como es normal, habían indagado bastante en todos sus posibles objetivos. Es habitual un seguimiento profundo, tanto en lo deportivo como en lo personal, de los perfiles que te van interesando. Pritchard, que había cumplido ciclo de 4 años en Oregón, era uno de esos perfiles. Uno de otros tantos. Y todo el que habían recibido los Celtics de él era muy positivo, por resumir. Pero lo que verdaderamente cautivaba a la franquicia era que sus principales fuentes, las de mayor confianza, insistían sobre todo en un detalle. Todas. Unánimemente.
El casi irracional deseo por mejorar que tenía aquel chaval. A los Celtics les gustaba eso y a Danny Aice le gustaba todavía más. Porque Danny Aice por entonces estaba todavía al frente del Ejecutivo en Boston y, yendo un poquito más allá, le gustaba mucho el carácter ganador que tenía el jugador y cómo lo contagiaba además al resto. Él pensaba, Aice digo, que no era casual que los equipos en los que él había estado durante su joven trayectoria siempre hubiesen sido ganadores, pero más allá, correosos, duros, competitivos. Eso le gustaba.
Y acaban usando efectivamente esa elección en el 26 para hacerse con él, con Peyton Pritchard. Claro, cuando su agente le insta a bajar, a estar presente en la sala principal, él ya intuye que alguien le va a elegir. Todavía no sabe con exactitud quién. Pero es en esos momentos previos, Gonzalo, que todo jugador recuerda, se le quedan grabados, cuando él pone sus manos sobre la cabeza porque empieza a ser consciente de que el momento que seguramente más le vaya a cambiar la vida, el fruto por todo el trabajo previo, estaba ahí. Gonzalo estaba delante de sus ojos.
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