AOS - HISTORIA PUNTA DE LANZA ( PARTE 1 ) - STORMCAST VS ORRUKS m5s59

Muy buenas Forjadores de Sigmar, Esclavos de Nagas y Devotos de los Poderes Ruinosos, os habla Warhammer Historia, recordaros darle like y suscribiros y que ya os podéis hacer del canal por tan solo un euro. También saludar a la gente del Mundo Podcast que nos escucha y recordaros seguirme en mis redes sociales, tanto en Twitter, tanto en Instagram como en TikTok, arroba Warhammer Historia. Hoy vamos con un vídeo un poco diferente de Age of Sigmar, porque no sé si conocéis lo que, esto obviamente no está patrocinado, ¿de acuerdo señores? No sé si lo que sabéis es Salvad, que es una empresa que va haciendo entregas por de muchas cosas y al final acabas haciendo una colección.

Pues cosa de año y medio, dos años, sacó una de Age of Sigmar, que yo me cogí, ¿de acuerdo? Yo me cogí, que está muy chula, la que entran Forjados de la Tormenta, Horus, Silvanet, un poco de todo, muy guay, muy guay la verdad. Y justo este mes ha acabado y aparte del tema de las miniaturas que te dan, también te dan unas carpetas con toda la información para aprender a jugar y también historias y tema de lore. Y hay historias bastante guays, entonces mi idea es en estos próximos vídeos de Age of Sigmar, voy a hacer un poco de la narración de las historias que tenemos aquí expuestas.

Así que espero que os guste, la que vamos a hablar hoy es de Forjados de la Tormenta contra Horus y espero que la disfrutéis. ¡Un saludo! Punta de lanza. El deber de un Forjado de la Tormenta no tiene fin. Cada uno está comprometido a una eternidad de guerra y pasa una vida tras otra como defensores de los reinos mortales. Cuando colonos humanos de la ciudad de fuerzas celestes adentran el reino de las bestias, los Forjados son enviados contra un enemigo letal. Empecemos. Sangre, gritos, luz cegadora. Por muchas veces Caliria descendiera a los reinos mortales. Nunca se acostumbraba. No se había ubicado y ya estaba luchando.

Apenas tuvo un instante para advertir el mandamalo que cargaba contra ella antes de haber ensartado el bruto en su lanza tormentosa. Cuando Hora estaba en el Reino de los Cielos, le habían dicho a ella y sus camaradas que un convoy de colonos de Engur había sido atacado por una escaramuza menor. Se esperaba encontrar una batalla simple, pero se había equivocado por completo. El campo de batalla estaba en llamas. Orruks habían derribado los carros que portaban las posesiones de los colonos y les habían prendido fuego. Ese muro de llamas empujaba a los supervivientes hacia los mandamalos. El aire estaba cargado de alaridos brutales, gritos de guerra. Un humano habría dado la vuelta y huido. Pero Caliria no era una humana normal.

Hacía cien años que no lo era. Era una Forjada en la Tormenta. Tras cada muerte, había sido transportada de vuelta al Reino de los Cielos entre un relámpago cegador para ser reforjada y devuelta a la batalla. Estos orruks podían ser fuertes, brutales, podrían ser dos por cada Forjado de la Tormenta presente, pero no importaba. Caliria tenía un deber que cumplir. Lo primero era proteger a los mortales atrayendo a los orruks lejos de ellos. Le mandó la lanza y profitó un grito ensordecedor.

¡Enemigos de Sigmar! ¡No volveréis a aterrorizar a los débiles! ¡No volveréis a dar caza a los elegidos de Sigmar! Ya había alrededor de una docena de Zacatripaz que habían dejado de perseguir colonos para cargar contra Liria. Los orruks no sabían resistirse a un desafío. Los compañeros vindicadores de Liria, en contraste, eran mucho más disciplinados. Se habían desplegado en batalla en una formación dispersa con la intención de cubrir los flancos de la caravana.

Ahora se reagrupaba formando un círculo irregular alrededor de los orruks que Liria había traído. De cerca pudo ver mejor a los mandamalos. Eran criaturas esbeltas de rostro cruel. Se movían con fuerza y confianza avanzando a través de los carros destrozados y los salientes rocosos sin reducir el paso. A Liria tenía confianza en sus vindicadores, que podían con ellos, pero permaneció alerta. Los mandamalos eran toscos, brutales y mucho más listos de lo que aparentaban.

Un grito surgió de detrás de Liria y algo pasó silbando junto a su oreja. En la distancia, una vindicadora se detuvo a media carga y cayó al suelo como si fuera un títere al que le habían cortado los hilos. Hubo otro sonido silbante tras Liria y otro vindicador.