Al otro lado del miedo, Marta Orriols 275s3a

La librería de Bego Beristáin.
Hola, ¿qué tal? Bienvenidos, bienvenidas, especialmente bienvenidas hoy porque vamos a hablar con una mujer que habla mucho de nosotras.
Habla de muchas cosas, pero habla especialmente de nosotras cuando llegamos a una edad en la que, bueno, en todas nos están pasando cosas,
pero cuando cumplimos 50, no sé si es que nos pasan más, las vemos de otra manera o tenemos, como dicen por aquí, las mujeres más mayores,
tenemos otro temple y afrontamos la vida de otra manera, ¿no? Hoy nos vamos a parar en la vida de Joana.
Joana es la protagonista de Al otro lado del miedo, la última novela de Martha O'Rios en la que profundiza precisamente sobre eso,
sobre esa edad en la que ya no somos jóvenes, pero tampoco somos viejas, tampoco somos excesivamente mayores,
en las que en nuestros matrimonios empiezan a pasar cosas, en la que nuestros hijos y nuestras hijas empiezan a volar solos
y pasan muchas cosas por nuestra cabeza, por nuestras emociones, por nuestros sentimientos.
Martha O'Rios, ¿qué tal? Bienvenida.
Hola, muchas gracias. Muy bien.
Oye, Martha, yo recuerdo perfectamente cuando cumplí 50 años, ¿no?
Pero no sé si es un momento tan clave o lo hemos convertido nosotras en tan clave, ¿no?
Porque antes se hablaba de lo importante que eran los 40, ahora nos estamos parando ahí en los 50.
En los 50, sí, parece ser que la vida se va largando cada vez más, ¿no? La juventud.
No, yo creo que sí que tenemos esta manía de pensar que la vida es lineal y que vamos quemando etapas, ¿no?
Y en realidad yo creo que las cosas nos van pasando también muy fruto del azar, ¿no?
Y es verdad que los 50 ahora es un momento en que se nos vende otra vez que somos muy jóvenes, ¿no?
Y tú ya no te sientes tan joven, pero sí que es un momento para echar la vista atrás
y poder ver todo lo que ya has vivido y esa experiencia te sirve también para afrontar un poco lo que te viene, ¿no?
Joana echa la vista atrás y piensa en su vida, en sus padres, en sus hijos, mientras hace largos en la piscina.
Joana es alguien que de joven nadó de forma profesional y ahora simplemente la piscina le sirve como refugio, ¿no?
Yo creo que todos tenemos un lugar que necesitamos, puede ser desde la ficción a una piscina o cada uno tiene lo suyo,
pero sí que es necesario parar un poco y además hoy en día que todo es tan trepidante y todo va tan rápido,
parar y ordenar esos pensamientos y esos sentimientos a veces muy confusos y contradictorios.
A Joana le llegan varios retos al mismo tiempo.
Le ofrecen un nuevo cargo como responsable de restauración y conservación de las obras del Museo de Arte en el que trabaja.
Sus hijos empiezan a ir por su cuenta.
Su marido le pide el divorcio definitivo después de unos años, bueno, pues amablemente separada.
Hay muchos hilos de los que estamos tirando.
Empezamos por el más nuestro, por nuestro cuerpo. El cuerpo también se revela.
También me parecía interesante ponerlo en la ficción, porque yo creo que estamos acostumbrados siempre a escuchar historias de mujeres
o más jóvenes o historias más grandilocuentes, pero si te paras en lo cotidiano yo creo que es importante darnos cuenta
de que esa presión social en el cuerpo de la mujer continúa todavía ahora.
A mí me hace mucha gracia porque empieza a perderse o estamos acabando con el tabú de hablar de la menopausia, por ejemplo.
Pero lo que pasa ahora es que tampoco puedes envejecer sin que te digan cómo tienes que envejecer.
Tenemos esa presión social en todo momento y me parecía interesante pararnos ahí un poco
qué le pasa a una mujer en este momento de la vida, porque en eso sí nos diferenciamos mucho de los hombres.
Yo creo que físicamente un hombre va haciéndose mayor, pero una mujer todavía tiene esa presión,
esa mirada externa que la va todo el rato fiscalizando y diciéndole cómo tiene que vestirse,
cómo tiene que ir a los sitios y presentarse por el mundo, aunque sea mayor.
No pasa nada, siempre nos tienen que dictar lo que tenemos que hacer a las mujeres.
Hemos visto muchos cambios en la vida de las mujeres, pero todavía nos sentimos con esa presión de
cómo yo no me voy a teñir las canas aunque haya un movimiento de mujeres que quieren reírse a través de sus canas
o cómo voy a vestirme así.
Y además es como muy contradictorio, porque hemos vivido esta nueva ola de feminismo
en la que las mujeres se han empoderado muchísimo, pero yo creo que hay más centros de estética que nunca,
al menos a mi alrededor, y hay como una obsesión por la estética.