El día que dejé de comprar ropa, Patricia Eguidazu 65o3e

La librería de Bego Beristáin. Hola, qué tal, bienvenidas, bienvenidos. Hoy en la librería vamos a escuchar a una mujer que no nos va a dejar indiferentes y sobre todo que va a provocar que después de escuchar esta charla vayáis directamente a vuestro armario, os pongáis a contar prendas, comprobéis cuántas de ellas siguen teniendo la misma etiqueta con la que la comprasteis hace un montón de tiempo.

Y es una mujer, Patricia Eguidazú, que un día decidió que dejaba de comprar ropa. Decidió otras muchas cosas y en ese libro que se titula así, El día que dejé de comprar ropa, hay muchos días. El día que la directora de vestuario escondió un vestido de Audrey Hepburn en Sabrina, el día que la maternidad cambió mi cuerpo, el día que los armarios en el cine fueron protagonistas. Pone mucha información acerca de la ropa, acerca de la moda. Patricia Eguidazú, qué tal, bienvenida.

¿Qué tal? Oye, Patricia, a ti un curso online de sostenibilidad que hiciste sobre el mundo de la moda te cambió la vida y eso que tú ya llevabas 15 años para cuando hiciste ese curso trabajando en la industria de la moda y eras profesora en grados de diseño de moda. ¿Qué pasó en aquel curso? Bueno, realmente yo hice el curso porque había llegado a la conclusión de que me sentía estafada y engañada, siendo consciente que la responsabilidad era mía, pero me sentía como un poco un juguete roto de la industria fast fashion y entonces cuando vi que realmente quería cambiar fue cuando hice el curso. Era un curso para profesorado, yo tenía porque era docente y fue cuando hice el curso para de verdad empezar a entender una parte que yo no me había dedicado hasta ese momento, que era toda la parte de tejidos, de origen de las fibras, de procesos productivos fuera de España, etcétera.

Siguió en la línea de lo que yo pensaba, le dio consistencia a mi discurso y me dejó pensando cómo conseguir que todo el mundo se sintiese igual que yo, igual de mal que me había sentido al principio, pero igual de bien que me sentía cada vez más, de forma cada vez más secuente. Vamos a empezar por el principio, porque damos por hecho que todo el mundo quiere saber lo que es fast fashion, esa moda rápida, esa moda low cost que está inundando nuestras ciudades, todas parecen iguales, las zonas grandes, las gran vías, las millas de oro, incluso esas ya no están llenas de tiendas de lujo, sino que están llenas de tiendas de fast fashion.

Sí, es una pena, fíjate, yo más que las tiendas de lujo, lo que es una pena es que se haya perdido el concepto de la tienda multimarca con su identidad propia en cada ciudad. Esas tiendas donde el gusto de la dueña, cómo la dueña curaba las prendas que elegía para sus clientas y porque también la definían a ella y definían un poco los valores de esa tienda, de repente ha pasado a convertirse en a ver quién coge los locales más grandes para poner hasta escaleras mecánicas entre los locales para vender prendas a 10 euros.

Pagan mensualidades altísimas por los alquileres, pero eso sí, los sueldos que pagan luego cuando producen no son así de altos. Decimos que esto sólo pasa en Bangladesh, pero pasa también en la Gran Vía de Bilbao, por ejemplo, o en la de Madrid o en la de cualquier ciudad. Hubo un día, Patricia, que tú hiciste una limpieza, limpieza de prendas de Zara y además es que dices concretamente la marca porque sí que ha sido una cadena que ha inundado, ha llenado nuestros armarios.

Pero es que ahora mismo la moda ultra rápida nos ha hecho olvidarnos de dónde viene todo este concepto, pero yo que cumplo este año 40 años, los cumplo a la vez que cumple el grupo Inditex 40 años. Yo soy producto, fui adolescente cuando Zara empezaba su andadura como primera marca de fast fashion, como luego ha habido mil, pero al final a mí y a mi generación nos ha marcado Zara. Decía que es una cadena más de tantas con las que nos encontramos, todas muchas veces agrupadas bajo el mismo paraguas y que nos hacen comprar sin preguntarnos por qué compramos y hay varios motivos por los que podemos comprar, ¿no, Patricia? Sí, nos hacen comprar porque