
Descripción de Adoptar Un Dinosaurio 🦖🐾 3j5g3x
Si estás buscando cuentos infantiles para leer has llegado al mejor sitio. ¡Tenemos un montón de ellos! Se trata de cuentos cortos, educativos y con valores que pueden adscribirse a distintos géneros. Son ideales para leerle a nuestro peque antes de ir a dormir o en cualquier momento del día. Además, tenemos una sorpresa, ya que todos nuestros cuentos para leer a niños incluyen una música para poner de fondo y crear mucho más ambiente. ¡Va a alucina! 341c6d
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Adoptar un dinosaurio por José Carlos Andrés y Ana San Felipo. Editorial Nube 8.
Lunes. Quiero un perro. Quiero un perro. Quiero un perro.
Martes. Quiero un gato. Quiero un gato. Quiero un gato.
Miércoles. Quiero una tortuga. Quiero una tortuga. Quiero una tortuga.
Jueves. Quiero un loro. Quiero un loro. Quiero un loro.
O una araña. O una araña. O una araña.
Viernes. Quiero una gallina.
Sábado y domingo. ¡Quiero una jirafa! ¡Quiero un cerdo! ¡No, no, no! ¡Mejor quiero un elefante! Pero los padres de Ale siempre respondían, ¿Animales en casa? ¡No! Lunes. Ale volvía del colegio cuando encontró un huevo enorme en el parque.
Como parecía abandonado, decidió llevárselo a casa.
Intentó esconderlo, pero no entraba en ningún lado.
¿Debajo de la cama? ¡No! ¿En el refri? ¡En la regadera! ¿Arriba de la lámpara? ¡Ay no! ¿Qué haré con este huevo? ¡Ah, en el armario! ¡Ay no! Mejor lo escondo debajo de la mesa o lo tapo con el mantel.
¡Ah! Lo esconderé detrás de las plantas o debajo del sillón.
Martes. Ale llamó quimo al huevo, le pintó dos ojos, una nariz roja y le puso unos trapos como si fueran pelo.
Miércoles. Le sacó frío y por la tarde encendió una lámpara junto a él para que tuviese calor.
Jueves. Por la noche lo tapó con una manta y le contó un cuento.
Viernes. El huevo se rompió.
Unos segundos después asomó una cabezota que dijo ¡Quiero un dinosaurio! ¡Quiero un dinosaurio! ¡Quiero un dinosaurio! Los padres de Ale pensaban que eso era imposible y respondieron ¡Ah, buena idea! Si encuentras uno, lo adoptaremos.
Ale salió de la habitación abrazada a un bebé saltasaurio.
¡Papá! ¡Mamá! ¡Este es Quimo! ¡Quiero un dinosaurio! Sábado. A pesar del susto descubrieron que Quimo era muy especial.
Pero no para todo el mundo porque en el parque asustó a un señor con barba y a una pareja que de un salto se subió a un árbol.
Ale y otras niñas y niños jugaron con Quimo y se divirtieron muchísimo.
De repente la tierra comenzó a temblar y Quimo escuchó un sonido que le resultó familiar.
Levantó una oreja y luego la otra, se rascó la espalda en un árbol y contestó sonriendo con un gruñido.
En ese momento aparecieron dos enormes saltasaurios.
Felices al ver a su pequeño, comenzaron a darle lametones.
Antes de irse con sus padres, Quimo se despidió de Ale y de su familia.
Desde entonces la casa se quedó muy vacía.
¿Por qué no adoptamos un perro, un gato, una tortuga o un loro? ¿O una gallina, un cerdo, una jirafa o un elefante?
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