A TRAVES DEL ESPEJO (PARTE I) 3w2n2b

Mientras viajo, a través de portal de luz, floto en un tiempo que va cada vez más lento.

Las partículas que componen esta nada abismal se hacen cada vez más visibles y expansivas, como si en cada una de ellas naciera un nuevo universo que se multiplica sin cesar.

¿Es esta la eternidad? ¿Un crear sin fin? ¿Un existir sin límites? ¿O lo es todo en un suspiro efímero que se repite y se repite, llenando los pulmones del cosmo y haciendo latir al corazón de lo insospechable? ¿Qué es este espacio de segundos suspendidos donde me veo, pero no existo? ¿Dónde soy todo y soy nada? ¿Me llevará este túnel de energía de regreso al 2025? ¿Y si es así, qué haré allí? Pues ya no pertenezco a ninguna época.

No fui del 1948, pero al vivir allí dejé de ser del 2025. ¿Y mis héroes salvadores, Sergio, Eduardo y Geraldín, qué habrá sido de ellos? ¿Cómo es que supieron en dónde y en qué época debían rescatarme? Pero sobre todo, ¿cómo hicieron para lograr que este portal los llevara hasta mí? Porque hasta ahora yo he viajado en este túnel del tiempo y del espacio porque me ha tragado sin darme otra opción y me ha depositado donde ha querido sin que yo pueda controlarlo.

Entonces, ellos, ¿cómo lo han domado? ¿Es que finalmente recobraré todos mis recuerdos? ¿Pero si lo hago, me gustará lo recuperado o lo enterraré en lo profundo de mi subconsciente para escapar de mis verdades? Lo que pasa es que me falta ahora mucha valentía para enfrentar la respuesta. Es que, para saber si soy capaz de mirar a la cara, tendría que mirarme a mí mismo primeramente y lamentablemente, de eso es de lo que adolezco, de no verme.

A veces creo que es por miedo a mi oscuridad, pero si te soy sincero, es por temor a mi luz. Me niego a ver mi luz, quizás porque una parte de mí sigue siendo un niño desvalido que tiembla ante la dura prueba de tomar las riendas de su vida tan corta edad y con sed experiencia. Además, con todo lo que supone seguir adelante, me faltaría, aparte de valentía, sabiduría. Pero, ¿quién es la sabiduría? Si fuera un mago, me haría un elixir de poder, una pócima de amor propio, un ungüento de valor.

Bebería de la fuente de la sabiduría y en una copa de oro alquímico vertería la verdad, para que saciera mi garganta y me llenara de más compasión. ¿Cuánto quisiera ser un mago, pero no soy más que un ilusionista, con todas las herramientas y elementos sobre mi mesa de trabajo, pero sin saber qué hacer con todo eso? Es decir, lo tengo todo, lo tengo todo, pero no sé qué hacer con todo eso. ¿Estarán mis respuestas en este vacío, o estarán en aquella diminuta mancha de luz y energía a la que mi cuerpo está siendo arrastrado? ¿Estará mi verdad en esta nostalgia que no me abandona, o es que ella es un legado de mis ancestros, como una especie de lazo invisible que nos une, nos ata y me condiciona? Quizás, si respiro más conscientemente y me concentro únicamente en los latidos de mi corazón, algo ocurra y me cambie el escenario. ¿Podría pasar de este limbo insondeable a una realidad que mi mente pueda sostener hasta que esté listo para leer el libro de los registros divinos que me espera en el interior de mí? Allí podré contemplarme, seguro que sí, contemplarme en el espejo, reconocer mi valor, recuperar mi alegría, retomar al mago, despertar mi sabiduría, transformar la nostalgia en esperanza, mirar la verdad a los ojos y no temerla, sino dejarme sostener por ella, soltar esos lazos ancestrales y respirar libremente. Respirar para renacer.

Allí no será más una luz extraña la que me lleve de un lugar a otro, sino que será mi propia luz.