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Este es el podcast número 78 donde vamos a hablar de uno caso tragico ocurrido en mayo de 2016 en la tranquila localidad de Santa Brígida, en el corazón de Gran Canaria, un lugar conocido por sus paisajes rurales y su apacible estilo de vida… En la finca del Alto Gamonal alto se convirtió en el escenario de un brutal asesinato. Juan Betancor, un reconocido y respetado abogado, es víctima de un violento ataque, que derivó en una tragedia de sangre y muerte. Desentrañaremos las complejidades de una relación marcada por el resentimiento y una tensión latente que finalmente estalló. vamos a conocer el oscuro trasfondo de una tragedia que aún resuena en la memoria de Santa Brígida. El crimen conmocionó a una comunidad que jamás imaginó que uno de sus vecinos más queridos terminaría sus días de manera tan trágica. ¿Fue un arranque de ira incontrolable o un acto premeditado? Os recuerdo que durante la semana subo información extra y actualizaciones sobre el caso en Instagram, @elpoderdelainvestigacion ¡OS QUIERO! ¡Link donde poder invitarme a un café! https://www.buymeacoffee.com/elpoderdelainvestigacion Link redes sociales https://linktr.ee/elpoderdelainvestigacion ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/2097865 6t5d5m
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Hola, soy Dayana Santiago, detective privado y perfiladora criminal, y esto es El Poder de la Investigación. Este es el podcast número 78, donde vamos a hablar de un caso trágico.
El 29 de mayo de 2022, en Santa Brígida, en el corazón de Gran Canaria, un lugar conocido por sus paisajes rurales y su apacible estilo de vida. La finca del Gamonal Alto se convirtió en el escenario de un brutal asesinato. Juan Betancourt, un reconocido y respetado abogado, es víctima de un violento ataque que derivó en una tragedia de sangre y muerte. Hoy desentrañaremos las complejidades de una relación marcada por el resentimiento y una tensión latente que finalmente estalló. Vamos a conocer el oscuro trasfondo de una tragedia que aún resuena en la memoria de Santa Brígida. El crimen conmocionó a una comunidad que jamás imaginó que uno de sus vecinos más queridos terminaría sus días de manera tan trágica. ¿Fue un arranque de ira incontrolable o un acto premeditado? Estate atenta y atento, porque empezamos.
El caso de hoy transcurre en la finca de la familia Betancourt. Enseguida os los presento. Está ubicada en el Gamonal Alto, en Santa Brígida, Gran Canaria. La propiedad tiene media hectárea de extensión y está conformada por una vivienda principal situada a la entrada, en la que se queda el matrimonio los fines de semana, y otras construcciones más pequeñas que utilizan como apartamento. También hay un garaje, sala de máquinas y un cuarto de áperos. La pareja habita como vivienda una última construcción, en la que permiten que Antonio, el trabajador de confianza, se quede con la condición de que les cuide la finca entre semana y realice algunas tareas de mantenimiento.
Pero antes de empezar con los hechos deje que os ponga en contexto y que os presente a las personas implicadas. El padre de familia es Juan Betancourt, de 72 años en el momento de los hechos. Es un hombre nacido en el barrio de La Isleta, donde se sitúa el puerto de Las Palmas y donde su padre desarrollaba su actividad laboral. En el 72, Juan Betancourt ingresó en el cuerpo de la Policía Nacional en la unidad de estupefacientes. A finales de esa década dedicó esfuerzos a participar en un programa educativo que alertaba a los colegiales sobre el peligro del consumo de drogas, en una época en plena transición, en que la sociedad española se vio inerme ante un problema, el de la drogodependencia, que había permanecido prácticamente ausente durante el franquismo.
En el 78, pidió su traslado a la oficina de denuncias y se matriculó en la Universidad Nacional de Educación a Distancia para cursar estudios de derecho. En el 83 se licenció y pidió una excedencia a la policía. En el momento de los hechos, lleva 39 años en el ejercicio de la abogacía, con intervenciones relevantes en el ámbito penal, tanto en casos de narcotráfico como de homicidios. Un hombre fácil de identificar por su sombrero y su pajarita, que formaban parte de su atuendo habitual. Esos dos objetos hacían de su figura un personaje singular no solo en los ambientes de los juzgados, sino también de la sociedad gran canaria.
En el momento de los hechos, lleva casado 45 años con Fátima y tiene dos hijos. Juan es una persona sobresaliente y muy conocida, un hombre afable y aparentemente sin enemigos. Él dirige un despacho en la calle Juan Rejón, en las Palmas de Gran Canaria, donde también trabaja junto a él su hijo, Juan Jacob Betancourt. El hijo, Juan Jacob, también es abogado. Trabaja junto a su padre en el despacho familiar. Tras el suceso, él es quien asume la representación legal de la familia durante el juicio contra Fátima.
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