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Homilías misas
4 de mayo 2025 - Homilía de 12h - Don Pablo

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10/5/2025 · 10:14
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Homilías misas

Descripción de 4 de mayo 2025 - Homilía de 12h - Don Pablo 3e2b40

Juan 21, 1-14 En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberiades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo; Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger». Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos. 2b1il

Lee el podcast de 4 de mayo 2025 - Homilía de 12h - Don Pablo

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Lectura, del Santo Evangelio, según San Juan. En aquel tiempo Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberiades y se apareció de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo, Natanael, el decaná de Galilea, los cepedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice «me voy a pescar». Ellos contestan «vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron y aquella noche no cogieron nada.

Estaba ya amaneciendo cuando Jesús se presentó en la orilla, pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice «muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron «no».

Él les dice «echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». Le echaron y no podían sacarla por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro «es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua.

Los demás discípulos se acercaron en la barca porque no vistaban de tierra más que unos doscientos codos revolcando en la red con los peces. Al saltar a tierra ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice «traed de los peces que acabáis de coger».

Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes, 153, y aunque eran tantos no se rompió la red. Jesús les dice «vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor. Pues fijaos que esta es la tercera, o sea, que ha habido dos antes y que las dos las hemos escuchado el domingo pasado en el Evangelio.

La primera fue cuando en la misma tarde, atardecer del primer día de la semana de la Resurrección, estando los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos, de repente se presenta al Señor y le dice «paz a vosotros, recibid el Espíritu Santo» y todo eso que hemos visto. Y al día siguiente, perdona, a los ocho días, otra vez se aparece el Señor con ese ritmo litúrgico de domingo a domingo que ha tomado la Iglesia desde el comienzo, desde el principio de la Resurrección, cada domingo en una asamblea litúrgica, con unas connotaciones eucarísticas siempre, y aparece, por ejemplo, estos panes, esta especie que es Cristo.

Bueno, el caso es que en la primera aparición no está Tomás. Tomás se ha despistado, no estaba en la Iglesia, se había ido y en la segunda aparición Tomás está ahí. En la primera no estaba y en la segunda queda un poco mal el pobre Tomás porque no había creído que realmente Cristo hubiera resucitado, si no veo la señal de los clavos en sus manos, si no meto la mano en su costado, ¿no? No seas incrédulo, Tomás.

Pues en esta tercera aparición de Jesús se cita que estaban de esta manera, Simón, Pedro, todavía es un poco Simón, no es del todo Pedro todavía, todavía sigue siendo un poco Simón, Simón, Pedro y Tomás. Tomás al lado de Pedro, ya no se mueve de la foto. Tomás no se mueve, se queda con Pedro, ¿no? Y es verdad que nosotros sin el Papa no somos nada. Necesitamos al Papa.

El otro día recibí un mensaje de los cardenales, habían dicho tal cosa y fui a buscarlo, tanto porque te lo manda por WhatsApp, porque te dicen tantas cosas que tienes que contrastar la información, ¿no? Me metí en página del Vaticano, vatican.va y nada más abrir, lo primero es un banner que dice sede vacante y te da una tristeza, es verdad, es que no tenemos Papa.

Y es una preocupación que llevamos en el corazón, lo que va a poder suceder en estos próximos días, y pienso que yo por lo menos de esa manera, desde ese punto de vista, pues contemplo también el Evangelio de hoy. Y hay que rezar mucho por el Papa, no sabemos todavía el nombre, todavía el Espíritu Santo no inspira a los cardenales y los cardenales también tienen que obedecer a Dios, por supuesto, ¿no? Para saber qué es lo que Dios quiere. Y hay que rezar por el Papa, porque fíjate que en el Evangelio Pedro, Simón, Pedro, está ahí en el mar de Galilea y dice me voy a caer.

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