300 Verso a verso especial 3ª parte 5l1a6s

Muy, muy dulce noche, bienvenidas, bienvenidos a Verso a Verso, desde Calipo, Fado, en Casarubios del Monte, Toledo, y desde Castilla, La Mancha, España, Europa y el Mundo, despegamos.

Verso a Verso cumple 300 programas. Decir que no pensaba llegar hasta esa cifra sería incierto. De hecho, mi mente lucuraba con los mil, lo cual podría llegar a ser posible, quién sabe, quizás no importe o sí. Creo que da igual, me importa el hecho de haber empezado, quitando miedos y vergüenzas, disfrutando del camino recorrido y el que está por recorrer.

De algún modo, quería celebrarlo y dentro de todas las cosas que se me ocurren para ello, he querido hacer partícipe a todas las personas que me han acompañado estos ocho años, personas que me escuchan, que comparten conmigo poesía o podcast. En definitiva, amigas y amigos que han participado en la lejanía de la soledad. Daros las gracias eternas sería lo más formal y suele cuadrar con mi personalidad, pero se me hace pobre.

Así que os doy un abrazo de vida que dura hasta que la muerte nos separe.

Hola Víctor, hola oyentes de Verso a Verso. Soy Ángeles de Multiverso y quiero felicitar este maravilloso programa que cumple 300, que no es fácil, aunque sé que quieres llegar más allá de los mil. Haciendo tan buen programa, eso es fácil, Víctor. Voy a leer algo que escribiste hace un tiempo.

Hoy peiné la tristeza, la puse bella, pinté las lágrimas con sonrisas de mañana. Besé sus penas con palabras, acaricié su melancolía susurrando poemas de amaneceres en el mar.

Hoy vestí su soledad, desnudando mi boca de letras perdidas, llorando poesías destinadas al olvido, escribiendo finales indecisos y parando el tiempo en su recuerdo.

El grito sólo es un botón desabrochado, un traspiés en la respiración acelerada, el difunto cordón umbilical atado a un globo sin aire, la incertidumbre del blanco de los ojos pintados de negro, la pared derrumbada a golpes de impotencia acostumbrada, al receno de una gota de vino envenenado cayendo a cabra lenta, la utopía de armas de guerra para dar la vida, un congreso de violadores capados votando a favor de la muerte, el dogma de la fe encerrado en su mentira. La verdad tiene miedo y está escondida, el grito sólo es un sonido perdido en la memoria.

¡Abracemos la vida! De Víctor Manuel Palomares Lara