
3. Kaspar Ha: El Enigma del Niño Salvaje de Alemania. 55661
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Kaspar Ha aparece el 26 de mayo de 1828, aparentemente de la nada en lo que ahora es la ciudad de Núremberg, Alemania, tambaleándose como un niño que daba sus primeros pasos en el mundo. Tenía unos 16 años, el rostro pálido. Caminaba a trompicones, confuso y aturdido, y farfullando de manera incomprensible. El chico ofrecía dos cartas a los transeúntes, quienes pasaban a su lado sin mirarlo. 4z712l
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
En el cementerio de la pequeña ciudad bávara de Ansbach hay una peculiar lápida.
El mensaje en latín reza lo siguiente que significa, aquí yace Kaspar Ha, enigma de su tiempo, nacimiento desconocido, muerte misteriosa.
Bajo ella se encuentran los restos de un joven de 21 años que murió apuñalado en diciembre de 1833.
Cinco años antes Ha aparece en la historia.
Fue el 26 de mayo de 1828.
Aparentemente apareció de la nada, en lo que ahora es Nuremberg, en Alemania, tambaleándose como un niño que daba sus primeros pasos en el mundo.
Tenía unos 16 años, el rostro pálido.
Sus ropas eran harapos, caminaba a trompicones, confuso, atordido y farfullando de manera incompresible.
El chico ofrecía dos cartas a los transeúntes, a quienes pasaban a su lado sin mirarlo.
Clavaba sus ojos en todo el mundo, pero la ciudad entera parecía ignorarlo.
Deambulaba adherido de frío, sin rumbo fijo, siempre ofreciendo las cartas.
Pero nadie le prestaba atención alguna.
Finalmente, un hombre, el maestro Zapatero Beck, que salía de una taberna casualmente, le vio.
Era un joven con extrañeza.
El chico, con un ruego en la mirada, tendió su mano.
El zapatero tomó las cartas.
Y así comenzó la historia que os vamos a contar.
Un enigma, hasta hoy, imposible de resolver.
Una de esas cartas, escrita por su supuesta madre, decía El portador de esta carta nació el 30 de abril de 1812.
Se llama Cáspar y su padre, fallecido, era un soldado del sexto regimiento de caballería.
El muchacho debe ser llevado a ese regimiento.
Firmado, su madre.
Y la segunda carta, abierta un poco más tarde, anónima y fechada 16 años más tarde, daba aún más detalles misteriosos.
Estaba dirigida al capitán Von Beseny, del sexto regimiento.
El encabezamiento de la carta rezaba desde la frontera bávara.
Señor capitán, le envío un muchacho a quien le gustaría servir fielmente a su rey.
Ese muchacho me fue confiado secretamente en 1812.
Soy un pobre jornalero y no puedo mantenerlo.
Desde 1812 no le dejé dar un paso fuera de la casa.
El joven está bautizado y se llama Cáspar Ha.
No tiene ninguna instrucción y ningún dinero.
Si usted no lo ampara, puede colgarlo como un jamón de la chimenea para ahumarlo.
No doy a conocer mi nombre porque podría ser castigado.
Pero en todo esto había algo extraño.
Cuando intentaron hablar con él, el muchacho apenas entendía las palabras que le decían.
Y solo repetía una frase.
Quiero ser un jinete como mi padre.
Un análisis grafológico posterior determinó que ambas cartas habían sido escritas por la misma mano.
A los pocos días quedó bajo la custodia de la máxima autoridad de la ciudad, el alcalde Andreas Hiltel, quien intentó comprender quién era aquel extraño muchacho.
Y entonces, poco a poco, Cáspar empezó a contar su historia.
Y su relato dejó a todos helados.
Decía que había vivido en un lugar oscuro, durmiendo sobre paja.
Su único o con el mundo exterior era un hombre desconocido.
Una figura silenciosa que le dejaba pan y agua, pero que nunca le dirigía una palabra.
Ese hombre, al que nunca vio, le enseñó a escribir su nombre y a caminar.
Cáspar, sin embargo, decía que a veces el agua sabía amarga y que, cuando despertaba después de beberla, se encontraba con el cabello y las uñas cortadas.
Además, el extraño supuestamente le enseñó a decir la frase quiero ser un jinete.
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