2X07El falso monje shaolín. Juan Carlos Aguilar. Bilbao (2013) 295925

¡Hola mentes curiosas! Bienvenidas a Men's Criminalice, un podcast en el que hablamos de crímenes, psicología y criminología. Yo soy Patri y la psicología y el true crime son mi pasión, así que aquí estoy, una semana más preparada para contaros un caso real que sucedió en España. Pero antes de comenzar, os recuerdo que Men's Criminalice está disponible en iVoox y también en Youtube, que es totalmente gratis y que si queréis apoyar este contenido, os animo a comentar y dar like, también a compartir para poder llegar a más mentes curiosas. Además, si queréis ayudarme a que siga creando contenido, podéis invitarme a un café simbólico en la plataforma de microdonaciones Ko-Fi, que se deletrea KO-FI. Tenéis los enlaces en la descripción.

Y volviendo al tema que nos ocupa, el caso de hoy tampoco es desconocido, pero sí muy perturbador. Se dice que la maldad, cuando está dentro de alguien, comienza a percibirse desde la infancia. Que en los casos de los asesinos más atroces de la historia, se vieron señales mucho antes de que surgiera el monstruo. ¿La maldad es algo innato? ¿Nace con nosotros o lo aprendemos? Sin duda, un recién nacido no tiene maldad. No existe algo así como una esencia malvada biológica que venga de serie, pero quizás sí una predisposición genética a un determinado carácter.

Por otra parte, lo que vivimos en nuestra infancia y el trato recibido durante esta etapa por parte de las figuras de apego y las personas de referencia afecta de manera muy significativa a nuestra personalidad y a nuestro carácter en la vida adulta. Por eso existe la idea del maltratado maltratador, o múltiples casos de asesinos terribles con infancias llenas de abuso y traumas. Y eso no justifica nada, pero tampoco podemos ignorarlo. La violencia engendra violencia. Los patrones de abuso recibidos conforman tendencias de comportamiento abusivo, sí, pero al final está en manos de cada persona el romper el círculo.

Y es que el caso que os traigo hoy no es único. Más bien podría decirse que parece sacado de un manual de psicología criminal, pero no por eso deja de ser interesante. De hecho, quizá por eso lo es más. Una personalidad psicopática. Una infancia difícil. La dominación y la sumisión como un tomahidaka. El sadismo sexual y la superioridad moral haciendo su máximo alarde.

Y todo ello, finalmente, lleva a una violencia creciente, imparable, hasta el límite del asesinato. Dos víctimas mortales, aunque muchas más sufrieron a manos del criminal del que os hablo hoy. Un personaje, un farsante que se hacía llamar a sí mismo el único monje shaolín occidental, que difundía mensajes de concordia mientras cometía los abusos más impensables. Hoy os hablo del falso shaolín Juan Carlos Aguilar.

Comenzamos esta historia con Morín Ada Otuya, una mujer nacida en Nigeria, residente en Bilbao y que con 29 años de edad ya cargaba con la responsabilidad de ser el único sustento de su familia, que vivía en su país de origen. Ante la imposibilidad de encontrar en España un trabajo que le permitiera vivir dignamente, se dedicaba a la prostitución.

La gente que la conocía decía que era muy buena persona, muy amable y alegre, a pesar de la mala situación económica que sufría. El 2 de junio de 2013 fue contratada por Juan Carlos Aguilar, quien se presentaba como monje shaolín y regentaba un gimnasio en el centro de su ciudad. Aguilar la citó en su local, supuestamente para mantener relaciones sexuales.

No era inusual, clientes así aparecían de vez en cuando, hombres discretos que ofrecían dinero a cambio de unas horas de compañía. Ella aceptó sin pensarlo mucho, ya que necesitaba el dinero.