2x04 La envenenadora de Melilla. Francisca Ballesteros. Melilla (2004) 655k4j

Hola mentes curiosas, os doy la bienvenida de nuevo a este podcast de crímenes llamado Ments Criminalis. Yo soy Patri y la psicología y el true crime son mi pasión, por eso en este espacio os cuento casos reales de España y de Europa. Este podcast está disponible de manera gratuita en iVoox y también en Youtube, y la verdad es que estoy muy contenta con la acogida que ha tenido esta segunda temporada, que al contrario que la primera, tiene un caso semanal.

Es un trabajo arduo, pero como ya he dicho en otras ocasiones, para los amantes del true crime, nunca es suficiente y me incluyo. En cualquier caso, el podcast va a seguir siendo gratuito, pero hace poco creé una página en una plataforma de donaciones llamada Ko-Fi y en ella puedo aceptar pequeñas donaciones de quienes me escucháis, algo que, si bien no aspira a ser nada del otro mundo, seguro que me animará a seguir trabajando en este proyecto. Tenéis los enlaces de todo lo que os he comentado en la descripción.

Y volviendo al tema que nos ocupa, ya estamos en el cuarto episodio de la segunda temporada y tengo que decir que el caso de hoy es de los que dan que pensar. Se supone que hay una persona en el mundo en la que podemos confiar más que en cualquier otra, en cuyas manos podríamos poner incluso nuestra vida.

De hecho, de esa persona depende nuestra supervivencia en nuestros primeros años, y por impulso de la propia naturaleza, ella debe protegernos de todo mal. Estoy hablando de una madre. ¿En quién podemos confiar más que en nuestra madre? Para la mayoría de nosotros no hay duda, pero para la familia de la protagonista del caso de hoy, esta confianza supuso una condena cruel a la muerte más horrible.

Hoy os traigo un caso que mencionamos en la temporada pasada, en uno de los capítulos especiales, el dedicado a la criminalidad femenina, porque hoy hablamos de una mujer asesina que además usó uno de los métodos más típicamente femeninos, el veneno. Eso no quiere decir que sea el único modus operandi femenino, ni que las mujeres no usen o usemos la violencia, pero sí es cierto que el caso de esta mujer es una mezcla extraña entre tipicidad y excepcionalidad, y los que aún lo recuerdan siguen sin comprender cómo no vieron las señales.

Hoy os cuento el caso de Francisca Ballesteros, Paki, la envenenadora de Melilla.

La historia de hoy comienza con un catfish. Ya sabéis, así se llama al hecho de conocer a alguien a través de internet y descubrir que te ha engañado en algún aspecto de lo que te ha contado, bien sobre su físico, bien sobre su situación vital, su familia o todo ello. En realidad, la historia comienza mucho antes, pero vamos a tomar este momento, esta relación cibernética, como punto de partida. ¿El engañado? Se trataba de un hombre de Tenerife llamado Cesáreo y que con el nickname o sobrenombre de Aventurero Tinerfeño conoció un día en un chat a una mujer que se hacía llamar La Fogosa. Aventurero no era el único ligue virtual de esta mujer, pero él esto no lo sabía. Sólo sabía que ella era una mujer viuda con la que hablaba muy a menudo y de la que poco a poco se fue enamorando.

Así, un fin de semana de diciembre de 2003 decidieron quedar en la localidad de San Cristóbal de la Laguna, donde Cesáreo, Aventurero Tinerfeño, vivía. Cuando la vio en persona, no le importó que no fuese físicamente como le había dicho que era, porque sí era atrevida y muy fogosa.

Y tras pasar ese fin de semana en la cama de un hotel, Cesáreo le pidió matrimonio y ella aceptó. Parece una historia de amor apasionado, una historia romántica, o eso suponía Cesáreo, pero en realidad era muy distinta. El nombre de esa mujer era Francisca Ballesteros, Paki, como ella prefería que la llamaran.