25-05-25LDH - Tiempo de Pascua, VI Domingo. II Vísperas 6z2b4u

Muy buenas tardes tengan todos. Estamos celebrando las segundas vísperas del domingo sexto de Pascua. Elevemos nuestras alabanzas al Dios de los cielos, al Señor Jesús que ha resucitado de entre los muertos, destruyó la muerte y nos dio nueva vida.

Con su Padre habitará en nosotros si vamos a Él. Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Revestidos de blancas vestiduras, vayamos al banquete del Cordero. Y terminado el cruce del Mar Rojo, alcemos nuestro canto al Rey Eterno.

La caridad de Dios es quien nos brinda, y quien nos da a beber su sangre propia.

Y el amor sacerdote es quien se ofrece, y quien los de su cuerpo inmola.

Las puertas salpicadas con tal sangre hacen temblar al ángel vengativo, y el mar deja pasar a los hebreos, y sumerge después a los egipcios.

Ya el Señor Jesucristo es nuestra Pascua, ya el Señor Jesucristo es nuestra víctima, el ácimo, purísimo y sincero, destinado a las almas sin mansilla.

Oh verdadera víctima del cielo que tiene los infiernos sometidos, ya rotas las cadenas de la muerte y el premio de la vida recibido.

Vencedor del averno subyugado, el Redentor despliega sus trofeos, y sujetando al Rey de las tinieblas, abre de par en par el alto cielo.

Para que seas, oh Jesús, la eterna dicha Pascual de nuestras almas limpias, líbranos de la muerte del pecado a los que renacimos a la vida.

Gloria sea a Dios Padre y a su Hijo, que de los muertos ha resucitado, así como también al Sacradísimo Paracleto, por tiempo ilimitado. Amén.

Dios resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar en su gloria. Aleluya.

Oráculo del Señor a mi Señor. Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.

Desde Sion extenderá el Señor el poder de tu cetro. Somete en la batalla a tus enemigos.

Eres príncipe desde el día de tu nacimiento con esplendor de santidad.

Yo mismo te engendré como Rocío antes de la aurora.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente. Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.

El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente. Por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Dios resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar en su gloria. Aleluya.

Ustedes han renunciado a los ídolos para consagrarse al Dios vivo. Aleluya.

No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria. Por tu bondad, por tu lealtad, ¿por qué han de decir las naciones dónde está su Dios? Nuestro Dios está en el cielo. Lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, obra de manos humanas. Tienen boca, pero no hablan. Tienen ojos, pero no hablan.