
20 de abril 2025 - Homilía de 12h - Don Jesús c4x1v
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Juan 20, 1-9. El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. 4l3n4i
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Lectura del Santo Evangelio según San Juan. El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto».
Simón Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro. Se adelantó y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, vio los lienzos tendidos, pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio los lienzos tendidos y el sudario, con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces, entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la escritura, que él había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor. Me da pena, porque este siendo el día más importante del año, no tenemos coro. Pero, claro, los pobres del coro han estado cantando todo el tríduo todos los días. Anoche estuvieron la Vigilia Pascual hasta las tantas y yo ya no tenía moral para decirles y, además, venir a Misa XII a seguir cantando. Con lo cual, aunque veáis que cantamos poco, quería, la primera idea, además de felicitaros la Pascua, recordaros y haceros conscientes, ya lo sabéis, que este es el día más importante de la historia del universo. Ya no digo de la humanidad, ya no digo del pueblo de Israel, digo del universo. ¿En qué sentido? Que fijaos que Dios, que de la nada crea el cosmos, Dios que de la nada hace los planetas, hace las galaxias y dentro de esa creación suya decide que exista el ser humano con libertad.
Ese ser humano fracasa, se revela contra el creador y contra la creación e introduce una fractura, de hecho, ahora que está tan de moda, como es el health friendly, las cosas que son sanas estas de…, que son ecológicas, vamos, que te tomas la leche con leche de verdad y esas cosas que…, y todos los años. ¿Por qué? Porque ya tenemos una conciencia que incluso estamos destruyendo nosotros mismos el cosmos por causa de nuestro pecado. ¿Y por qué digo que es el día más importante? Porque ese Dios que nos llamó a la existencia, ese Dios que es testigo de tanta destrucción, de tanto odio, de tanta rabia, de tanto infierno.
Fijaos que hay un artículo del credo que a veces lo decimos tan deprisa que ni nos enteramos, nos levantamos, creen en un solo Dios, Padre de todos los seres humanos. Entonces, como los loros, repetimos el credo, pero hay un artículo que muchos seguro no entendéis ni lo habréis pensado mucho, descendió a los infiernos. No dice al infierno, dice a los infiernos. ¿Por qué? Porque ¿qué significa la pasión y la muerte de Jesús? Lo contemplábamos el domingo pasado, en el domingo de Ramos, pero sobre todo el viernes santo, que Dios toma la carne humana para evidenciar que le importamos tanto, que cada infierno que yo he vivido, cada infierno, cada ser humano que ha tenido su particular, su pequeño o gran infierno, ha sido visitado por Jesucristo, que al tomar la carne humana y al subir voluntariamente a la cruz, quiso experimentar cada infierno de cada ser humano.
Y por eso el credo dice los infiernos, no uno solo, porque Jesús se hace solidario de cada sufrimiento humano, lo toma como suyo. Nos dice lo tuyo es mío, lo mío es tuyo y quiero saborear lo que tú saboreas, quiero llorar lo que tú lloras, quiero sufrir lo que tú sufres. ¿Por qué? Porque voy a resucitar y porque efectivamente, después de la muerte que Jesús asume libremente, sabemos que esperamos la resurrección. Decía San Pablo años después, si hemos muerto con Cristo, sabemos que resucitaremos con él.
Es decir, si hemos dejado a Cristo que entre en nuestras muertes, que entre en nuestras cruces, si hemos asociado nuestra pasión a la pasión de Cristo, es que somos asociados a su resurrección.
Y esto es mucho más importante de lo que parece. Primero, porque entonces la última palabra no es muerte, sino vida. Y todos los que hemos perdido a personas queridas, todos los que a veces lloramos, la ausencia de padres, hermanos, hijos.
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