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Diarios de un knowmad
155 - Cuando fluir no basta

155 - Cuando fluir no basta 5b6t1x

28/5/2025 · 25:04
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Diarios de un knowmad

Descripción de 155 - Cuando fluir no basta 431o

Todos hemos tenido la experiencia de relaciones que, simplemente, funcionan. Pueden ser relaciones personales (sentimentales o no), y también profesionales. El entendimiento es sencillo, casi mágico. Conversaciones que encajan, silencios que no pesan, ritmos que se acompasan sin necesidad de hablar mucho. Y te dices: esto funciona. Funciona porque no hay malentendidos, porque no hay tensiones, porque todo está en su sitio. Como cuando acabas de ordenar el salón y no hay un solo cojín fuera de lugar. Una sensación de armonía en la que te instalas como si fuese a durar para siempre. Hasta le solemos poner un nombre: la fase de «luna de miel». Es tentador pensar que eso es lo natural. Que si una relación es buena, debería mantenerse así: ligera, suave, espontánea. Sin fricciones. Y si aparecen, señal de que algo se ha roto. Pero basta con mirar un poco más de cerca. O esperar un poco más de tiempo. Porque luego pasa algo. Siempre pasa algo. En la vida es inevitable abordar el ciclo de armonía-desarmonía-reparación (aunque la reparación es opcional) 34m5p

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

¿Eres fan de eso de fluir? Vamos fluyendo y ya vemos. Quizás el episodio de hoy no te guste demasiado. Soy Raúl Hernández González y esto es Diarios de un Nomad.

Todos hemos tenido esa experiencia de relaciones que, no sé, simplemente funcionan. Pueden ser relaciones personales, de parejas sentimentales, o con amigos, etc. Y también relaciones profesionales.

Esa empresa en la que te acabas de integrar, esa nueva posición, ese nuevo equipo de trabajo, ese nuevo proyecto. Bueno, pues todos tenemos esa sensación, que sucede sobre todo al principio, en el que el entendimiento es sencillo. Casi parece que sea arte de magia. Conversaciones que encajan, silencios que no pesan, ritmos que se acompasan sin necesidad de hablar mucho, y algo en tu interior dice, ostras, esto funciona. Funciona porque no hay malos entendidos, porque no hay tensiones, porque todo está en su sitio. Como cuando acabas de ordenar el salón y no hay un solo cojín fuera de lugar. Es una sensación de armonía muy agradable, la verdad, en la que te instalas como si fuese a durar para siempre. Hasta le sonemos poner un nombre.

Es eso que conocemos como la fase de la luna de miel, que, como digo, aplica a relaciones sentimentales, a relaciones personales de cualquier tipo, y a otras circunstancias profesionales, etc. Y es tentador pensar que eso es lo natural, que si una relación es buena, pues debería mantenerse así, ligera, suave, espontánea, atractiva, sabrosona, sin fricciones, y que cuando aparecen las fricciones, cuando aparecen los problemas, es señal de que algo se ha roto, de que algo ha dejado de funcionar, y que no tiene sentido. Lo cierto es que basta con mirar un poco más de cerca, o quizás esperar un poco más de tiempo, porque luego pasa algo, siempre pasa algo, siempre empiezan los problemas. Hay gente que habla, no, esto es la crisis de los tres meses, o la crisis de los seis meses, o de la crisis de los cinco años, o la crisis de los 20 años, llámalo x.

A veces no sabes ni qué es en concreto. De repente, pues un comentario molesta donde antes no molestaba, una decisión que no se consulta, una expectativa que no se cumple. A veces ni siquiera es algo que pase, sino algo que no pasa. Un silencio, una ausencia, una falta de reconocimiento. A veces incluso está el chiste ese, de que las cosas que antes te hacían gracia, ahora te molestan. Y efectivamente es así. De pronto la relación ya no se siente igual, y hay pequeños gestos que antes pasaban desapercibidos y ahora pesan. Te das cuenta de que algo de alguna manera se ha desplazado, aunque no sapas exactamente dónde. Simplemente sientes que donde antes había armonía, pues ahora hay desarmonía. En una entrevista a un terapeuta de relaciones personales, Terry Riel, hablaba que en un momento determinado todo el mundo odia a su esposo o a su esposa.

Y dije, llevo 30 años haciendo charlas por todo el mundo y ni una sola vez alguien ha venido después de la charla a decirme, oye, ¿qué quieres decir con eso? Todo el mundo conectaba con esa sensación de que, ostras, en cualquier relación hay un momento determinado en el que esa desarmonía es tan fuerte que, en fin, tienes la sensación de que esta persona con la que convivo, e insisto, este proyecto con el que antes me sentía súper identificado, ahora no puedo soportarlo. Y decía que aquí, cuando empieza esta desarmonía es donde quizás empieza el momento clave. Ese momento en el que puedes mirar de frente a lo que está pasando y hablarlo y buscar la forma de reconducirlo, o no hacerlo y dejar que las cosas simplemente fluyan.

En la naturaleza hay un principio universal, la segunda ley de la termodinámica, la entropía, y que básicamente dice que todo tiende a desordenarse, a estropearse, todo tiende hacia el caos, cualquier sistema que dejas a su libre albedrío acaba descomponiéndose. Con las relaciones pasa exactamente lo mismo, sobre todo si nadie hace nada para remediarlo. Y es que cuando aparece la desarmonía pues hay como dos opciones, o haces el esfuerzo por repararla y reconducirla, o simplemente dejas que todo siga su curso.

Y ese curso termina, lamentablemente más pronto o más tarde, en una ruptura. Lo que pasa es que no hablarlo suele ser más fácil. Finges que no pasa nada, le restas importancia, te dices que bueno, ya se pasará, o es solo una fase, ¿para qué vamos a andarnos metiéndonos ese fregado? O el momento en el que ya empiezas a decir mira, tampoco era tan importante esta relación.

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