149. El violín de Niccolo Paganini. 275x1t

¿Escucháis? Es Oír y Callar, en Eña Radio.

Hola a todas y a todos, aquí estamos una semana más en esta sintonía de Eña Radio y en este programa Oír y Callar, que es ese programa que dedicamos cada semana a la música clásica.

Así que bienvenidas y bienvenidos todos a esta nueva sugerencia de música clásica y a este nuevo programa en el que en el día de hoy queríamos decir pues vamos a dedicarle un programa especial a un solo autor, a un solo compositor y prácticamente a un solo instrumento, aunque en realidad ya vais a ver que se trata de más de uno.

Bueno, pues sin más vamos a este programa especial que en el día de hoy le vamos a dedicar a la música de Paganini.

Esta música que estamos oyendo y que vamos a continuar oyendo de fondo mientras os cuento un poco quién es Paganini, esta música es la sonata para gran viola.

Y es que en los rincones más enigmáticos de la historia musical se encuentra un hombre envuelto en misterio.

Este es Niccolò Paganini, el virtuoso violinista y compositor.

Su habilidad prodigiosa con una técnica y una velocidad sin igual hizo que muchos creyeran que estaba poseído, quizás con un pacto con el diablo, como lo retrata desde luego el literato Goethe en su obra Fausto.

Esta oscura creencia incluso le negó un entierro cristiano durante años, desafiando a la iglesia católica.

A pesar de su carrera estelar y su destreza asombrosa, la frágil salud de Paganini, marcada por excesos y por enfermedades, ha llevado a sospechar que la habilidad excepcional tocando el violín podría estar relacionada con síndrome de Marfan.

Desde luego que con esta introducción que hemos hecho estamos hablando de un hombre peculiar.

Empecemos un poco por el principio. Niccolò Paganini nació en 1782 en Génova y fue el tercero de seis hijos de una pareja cuyo padre era comerciante, pero no tenía demasiado éxito en el trabajo, no se le daba demasiado bien.

Así que empezó a tocar la mandolina y para aumentar sus ingresos, porque como digo no le iba demasiado bien, esta mandolina fue fundamental para el desarrollo de Paganini.

Como decíamos, la mandolina fue el instrumento que Niccolò Paganini empezó a tocar con tan solo cinco años y a medida que crecía, no obstante, se dio cuenta de que su verdadera pasión no era la mandolina, a pesar de que la tocaba muy bien, sino que su pasión era el violín.

Comenzó a explorar las armonías y melodías bajo la atenta mirada de su padre y Paganini, que ya apuntaba ser un niño prodigio con un oído excepcional y una habilidad innata en las manos, superó rápidamente a su maestro y a los siete años recibió varias becas que le permitieron estudiar con maestros más experimentados y más especialistas, como por ejemplo el violinista italiano Alessandro Rola, con quien tuvo una fantástica relación.

No contento con tocar solo el violín, también se familiarizó con la viola y más adelante con la guitarra.