Xpres Episodio 4: Ese Genio llamado Da Vinci 5a2g16

Uno de los aspectos menos conocidos de nuestro protagonista de hoy era su supuesto interés por la alquimia, la piedra filosofal, la panacea, el elixir de la vida eterna.

A lo largo de la historia se ha dado todo tipo de nombres a una fantomática sustancia capaz de obrar todo tipo de milagros, desde transformar metales básicos en preciosos hasta conceder la vida eterna.

Conseguirla era la gran obra, el objetivo último de los alquimistas.

Pero a pesar de ser una pseudociencia, la alquimia basaba sus principios en procesos que, al menos en la teoría, eran posibles.

La palabra alquimia deriva del árabe al-kimía, que a su vez toma el término del griego chima, que designa la acción de fundir o derretir un metal.

El concepto aparece descrito por primera vez en el siglo III a.C. por Bolos de Méndez, un pensador del Egipto tolemaico, seguidor de la escuela neopitagórica, que al igual que su fundador mezclaba pensamiento científico y filosófico.

Resulta interesante que casi contemporáneamente en la lejana China, los pensadores taoístas escribieron también acerca de la transmutación de sustancias.

A veces se afirma que Leonardo da Vinci era alquimista.

Se formó en el taller de Verrocchio, quien según Vasari era un hábil alquimista.

Leonardo era un químico en la medida en que experimentaba con diferentes medios para suspender el pigmento de la pintura.

En las numerosas páginas de notas de Leonardo sobre los procesos artísticos hay algunas que se refieren al uso de la plata y el oro en las obras de arte, información que habría aprendido como estudiante.

El proceso científico de Leonardo se basaba principalmente en la observación.

Sus experimentos prácticos también se basaban en la observación más que en la creencia.

Leonardo, que cuestionó el orden del sistema solar y el depósito de fósiles por el gran diluvio, tuvo poco tiempo para las búsquedas alquímicas para convertir el plomo en oro o crear una poción que diera la vida eterna.

Leonardo dijo sobre los alquimistas.

Los falsos intérpretes de la naturaleza declaran que el mercurio es la semilla común de todos los metales, sin recordar que la naturaleza varía la semilla según la variedad de las cosas que desea producir en el mundo.

Los viejos alquimistas nunca, ni por casualidad ni por experimentación, han logrado crear el elemento más pequeño que pueda crear la naturaleza.

Sin embargo, merecen un elogio desmesurado por la utilidad de las cosas inventadas para el uso de los hombres, y lo merecerían aún más si no hubieran sido los inventores de cosas nocivas como los venenos y otras cosas similares que destruyen la vida o la mente.

Y muchos han hecho un negocio de engaños y falsos milagros, engañando a la multitud estúpida.

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