
ESPECIAL CÓNCLAVE 2025 XPRES 2.0 245a1q
Descripción de ESPECIAL CÓNCLAVE 2025 XPRES 2.0 4ph4a
Este lunes 21 de abril ha fallecido el papa Francisco a los 88 años. Por lo tanto, el siguiente paso es que tenga lugar el cónclave en el que los cardenales menores de 80 años voten cuál será el siguiente máximo representante de la Iglesia Católica. Y en ese periodo en el que la Iglesia carece de esa figura, empieza un periodo llamado ´sede vacante´. En este especial os contaremos que va a pasar ahora, que es el CÓNCLAVE, hablaremos de la figura del Camarlengo, así como un repaso a las señales esotéricas del citado CÓNCLAVE, 6x485r
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Muy buenas a todos y bienvenidos a este especial de Express 2.0 que hemos llamado Conclave 2025. El Papa Francisco ha muerto a los 88 años de edad en la ciudad de Vaticano, según ha anunciado el Vaticano en un comunicado en vídeo emitido el pasado lunes.
La muerte se produjo en torno a las 7 horas y 35 de la mañana del citado lunes, a causa de un ictus cerebral que le causó un coma y un fallo cardio circulatorio irreversible.
A mediados del pasado mes de febrero fue hospitalizado a causa de una neumonía bilateral.
Tras 37 días en el hospital y gracias a la mejora de su estado de salud, recibió el alta el pasado 29 de marzo. La última aparición del Papa fue este domingo de Pascua, en la Plaza de San Pedro.
Por la tarde, el cuerpo del Papa Francisco fue trasladado desde el segundo piso, donde vivió y donde ha fallecido, hasta la capilla de la Casa Santa Marta, en la planta bajada del edificio situado dentro del Vaticano.
Para ser expuesto a la deferencia de los cardenales y de los de la curia romana.
Esa misma noche se difundió el certificado médico de la muerte del pontífice.
Así, concluye un pontificado extenso, sin un día de tregua, que dejó una huella imborrable en la historia de la iglesia.
Se presentó al mundo diciendo buenas tardes. Era el 13 de marzo del 2013 y esa frase pronunciada desde el balcón de la fachada de San Pedro fue interpretada por algunos como un signo de timidez, una reacción espontánea ante una situación emocionalmente abrumadora.
Pero en ese simple gesto, Jorge Mario Bergoglio ya anticipaba su pontificado, casi doce años intensos, con un lenguaje claro y directo, priorizando la sustancia sobre la forma.
El Papa Francisco intentó resistir hasta el final, sabiendo que arriesgaba su propia salud, pero continuó ejerciendo el mando de la iglesia a su manera, a menudo juzgada como excéntrica y a la que la curia romana nunca se acostumbró del todo.
Como un tipo de problemas de salud, pulmones, colon y rodilla, algunos lo consideraron imprudente, pero para él era la única forma de ejercer su mandato y responder, con su cuerpo y presencia, a sus críticos en un mundo marcado por guerras y nuevas barreras contra los más vulnerables.
Un estilo y una forma de gobernar que lo convirtieron quizás en uno de los papas más amados y al mismo tiempo, uno de los más odiados y cuestionados de la historia reciente de la iglesia. Por un lado, multitudes entusiastas en todo el mundo, especialmente en África, Asia y América Latina.
Por otro, círculos conservadores en Estados Unidos y Alemania, que no dudaron en llamarlo incluso antipapa.
Él mismo lo contó durante un viaje al Congo. En Roma, organizan cenas para desear mi muerte y preparar el conclave, pero yo sigo aquí.
Tras el deber de obediencia, persistían dudas sobre su estilo informal, las llamadas directas a la gente, la renuncia a ciertas costumbres del papa rey, las visitas improvisadas a las tiendas del centro de Roma y a los sin techos de la plaza de San Pedro, la elección de vivir en la humilde residencia de Santa Marta.
Una ruptura neta del protocolo, que no equivalía, sin embargo, a un trastorno de la doctrina, en lo que su predecesor, Benedicto XVI, llamaba los valores no negociables, comenzando por el aborto y la eutanasia.
En su primer discurso a los fieles, antes incluso de impartir la bendición, quiso pedir una para sí mismo. Se definió simplemente como el nuevo obispo de Roma, porque ese era el deber de los cardenales en el conclave, dar un pastor a la iglesia de Roma.
Esa ciudad tan bella, que ahora estaba llamando a guiar. Y lo habían elegido, casi en el fin del mundo, desde su Buenos Aires, donde estaba convencido de regresar. Ya se sabía.
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