
VOLVER A ACTIVAR TU SENSOR CELESTIAL 4u2q3j
Descripción de VOLVER A ACTIVAR TU SENSOR CELESTIAL 5pw39
El esternón no es solo un hueso, es un punto sagrado, un nodo, una antena espiritual, una especie de radar que te conecta con todo lo que no se ve, pero que te guía cuando te atreves a escucharlo. Lo más loco es esto. Ese sensor sigue en ti. Solo que lo apagaron sin que te dieras cuenta. Y hoy vamos a encenderlo juntos. 5q141b
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Puedes pasar años sintiendo algo en tu pecho, una presión que no es física, un suspiro que no termina de salir, como si algo dentro de ti estuviera esperando una señal, pero nunca llega.
Yo también lo sentí.
No era tristeza, no era ansiedad, era otra cosa, una especie de vibración muda justo en medio del pecho, como si hubiera un punto exacto que lo registrara todo, pero que nadie te enseñó a usar.
Y entonces, un día, mientras meditaba, puse mis dedos sobre el esternón.
No sabía por qué, simplemente lo hice, y fue como si algo olvidado se despertara, como si dentro de mí, en ese hueso duro que siempre había ignorado, viviera un sensor que aún estaba esperando su misión.
Un sensor que por alguna razón nos borraron del mapa.
Entonces empecé a investigar, a conectar piezas, culturas, símbolos, sensaciones y entendí algo que nadie me había dicho antes.
El esternón no es solo un hueso, es un punto sagrado, un nodo, una antena espiritual, una especie de radar que te conecta con todo lo que no se ve, pero que te guía cuando te atreves a escucharlo.
Lo más loco es esto.
Ese sensor sigue en ti, solo que lo apagaron sin que te dieras cuenta.
Y hoy vamos a encenderlo juntos.
Siempre me pareció curioso que nadie nos hablara del esternón.
Te enseñan sobre el corazón, sobre los pulmones, sobre la columna, pero nunca sobre ese hueso largo y plano que habita justo en el centro de tu pecho, como un guardián silencioso que lo protege todo y al mismo tiempo espera ser recordado.
Durante años lo pasé por alto y sin embargo estaba ahí cada vez que algo profundo me atravesaba.
Un duelo, un amor, una injusticia.
Ese lugar dolía aunque no hubiera herida.
Latía aunque no tuviera corazón.
Se apretaba aunque nadie lo tocara.
Fue en una conversación con una abuela indígena, una mujer sabia, de esas que no necesitan títulos para enseñarte el universo, que escuché por primera vez una frase que me marcó.
Ahí donde se juntan las costillas está el punto donde se graban los mensajes del cielo.
Al principio creí que hablaba en sentido poético, pero luego entendí que no.
Ella hablaba de un lugar real, de un punto físico, el mismo que muchas culturas antiguas conocían y que hoy simplemente hemos dejado de lado.
En el Antiguo Egipto se decía que el pecho medio era el asiento del Bea, una parte del alma que servía como mensajera entre mundos.
En la tradición taoísta, el centro del esternón se asociaba al palacio de Jade, un nodo energético donde convergen los canales celestes y terrenales.
Y en ciertos textos de la Kabbalah se menciona una especie de sello invisible ubicado en el pecho que permanece cerrado mientras el alma duerme y se abre sólo cuando uno recuerda quién es.
Ahora dime, ¿de verdad crees que es casualidad que tantas culturas diferentes señalaran el mismo punto? ¿O será que siempre lo supieron y nosotros lo olvidamos? Mira el cuerpo humano.
Justo ahí, donde nace el esternón, se encuentra también el timo, un órgano pequeño, misterioso, que sólo permanece activo durante los primeros años de vida.
Dicen que al crecer el timo se apaga, pero otros aseguran que no se apaga, se duerme.
¿Y qué sigue ahí? Esperando un impulso para reactivarse.
¿Y sabes qué lo despierta? La vibración emocional, el acto de sentir sin filtrar, el o con lo sagrado a través de lo humano.
De hecho, hay algo que probablemente ya notaste.
Cuando algo te duele mucho, te llevas la mano al pecho, no al corazón, no a los pulmones, al centro, al esternón, como si tu cuerpo por instinto supiera dónde vive la memoria espiritual.
Y aquí es donde empieza a tener sentido todo, porque ese punto tan ignorado por la medicina moderna es en realidad una zona de resonancia, un amplificador, un espejo vibratorio, un lugar que no sólo recibe, sino que también emite.
Y cuando está bloqueado, empiezas a sentirte desconectado como si tus decisiones no tuvieran norte, como si tus emociones no tuvieran hogar.
¿Y sabes qué es lo más fuerte de todo esto? Que no necesitas entenderlo con la mente.
Sólo tienes que tocarte el pecho, cerrar los ojos y quedarte ahí en silencio unos segundos.
Hazlo de nuevo.
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