
VERSOS Y ORACIONES DE CAMINANTE LIBRO II. LEÓN FELIPE. AUDIOLIBRO 6d1i1a
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VERSOS Y ORACIONES DE CAMINANTE LIBRO II. LEÓN FELIPE. AUDIOLIBRO. Lectura realizada por Helena Trujillo y Clémence Loonis Extraído del libro Poesías completas. León Felipe. Editorial Visor de Poesía 355cx
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Libro segundo. 1930. A Berta con boa de camino.
Voy por las riendas tensas y refrenando el vuelo, porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos y a tiempo.
Prólogo. Ese, ese viejo tan viejo que se pisa las barbas, ese viejo que lleva un dale al hombro y una ampolla de vidrio entre los dedos, ese que todos conocéis es un trapero. Yo le di esta mañana un traje viejo. Y aquel, aquel rubio cowboy del sombrerón bermejo que viene siempre al alba cabalgando en un bronco potro overo y va a ganar ahora la cumbre de aquel cerro, aquel que todos conocéis me ha traído de oriente un traje nuevo.
Uno. Te vi pasar por la nube y salir limpia y libre buscando el corazón de una estrella. Ibas derecha, derecha. ¿En dónde te habrás clavado cuando hayas vuelto sin fuerza, vencida allá, otra vez hacia la tierra? ¿Vencida? No. ¿En qué pecho, en qué corazón virginal y balbuciente de poeta, victoriosa, victoriosa al caer acecho blanco zaheta? Te vi pasar por la nube y salir limpia y libre.
Fuiste derecha, derecha al corazón de una estrella. Dos. Poeta. Ni de tu corazón, ni de tu pensamiento, ni del horno divino de vulcano han salido tus alas. Entre todos los hombres las labraron y entre todos los hombres en los huesos de tus costillas las hincaron. La mano más humilde te ha clavado un ensueño, una pluma de amor en el costado.
Tres. Sin embargo en este mundo nuevo nada impondrá otras normas a mi verso. El ruido de las hélices de ese abejorro enorme de aluminio y de lienzo es el zumbido familiar y antiguo que viene de los sueños de todos los poetas y son ellos, ellos los motores, las ruedas y los embolos los que marchan al ritmo de mi verso. Cuatro.
Tallar un verso a la luz de la luna o del crepúsculo, bajo el palio de los bosques o entre las brumas del báltico es tan sencillo que lo han hecho todos los búhos románticos. Lo difícil es tallarlo bajo la luz meridiana de Castilla cuando el sol va denunciando sin piedad todas las sombras y el temblor enfermizo con la mano. Tallar un verso a esta luz es tan difícil que nadie hasta hoy lo ha tallado. Nadie, nadie. Español que andas buscando una empresa a tu coraje, nadie como tú para tallarlo. Cinco.
Sistema poeta, sistema. Empieza por contar las piedras, luego contarás las estrellas.
Seis. Contigo, malabarista, con tu sofía y tu estética. Malabarista contigo y contigo porque juegas deshumanizadamente con esas bolas pequeñas de marfil, pulidas, blancas, perfectas, imágenes, abstracciones, desactitudes geométricas, que van y vienen y danzan como una devanerera por encima, por delante y por detrás de tu cabeza. Malabarista contigo y contigo porque mezclas en este juego tan limpio de purísimas esferas, de platónicas ideas, el puro habano encendido que es la posible tragedia y el truco inevitablemente grotesco de la chistera.
Siete.
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