
Descripción de Valle salvaje 171 #audesc 6b215u
Segunda temporada de la espectacular serie de RTVE 445d5i
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Ahora, en el dormitorio, Julio le da la espalda a Adriana, alza una mano y la mira.
No puedo hacer eso, Adriana, no puedo echar a Úrsula del Valle.
¿Por qué no? Porque es tu prima, es familia, ¿qué dirá la gente? ¿Pero quién más da lo que diga la gente, Julio? Hay cosas que están por encima de la opinión de los demás.
Julio, la quiero lejos de mis hermanos y se acabó.
Sé sincera, ¿la quieres lejos de tus hermanos o la quieres lejos de mi hermano, Rafael? Adriana lo mira asustada.
Julio, has dicho que harías lo imposible por hacerme feliz.
No, pues eso es lo que quiero.
Quiero que le digas a Úrsula que abandone Valle Salvaje.
Le posa las manos en la cara a Julio.
¿Y cómo lo justifico de ante tu tía? Es su invitada.
¿Y mi padre? A mi padre no le haría ninguna gracia, tampoco.
Pues diles la verdad.
¿La verdad? Que mi esposa está celosa por Rafael, ¿eso quieres que les diga? Que es mala, Julio, que no es de fiar, esa es la verdad.
Esa es tu verdad, Adriana.
Lo cierto es que nadie ve nada malo en ella, nadie ve que sea un monstruo.
Ni yo, ni Rafael, ni Pedrito, ni Bárbara, ninguno lo vemos.
Ella es una muchacha encantadora y lo cierto es que la has cogido jeriza.
Nada más.
Entonces no me vas a ayudar.
En tal caso tú y yo no tenemos nada más que hablar.
Se marcha enfadada del dormitorio, mientras...
No sé qué hace ese hombre pernoctando en esta casa.
Nada hemos de opinar nosotros al respecto, madre.
Sí, claro, eso lo dices porque tú no tienes que aguantar sus excentricidades.
¿Tú sabes lo que me ha pedido esta tarde? ¿Qué le ha pedido? Que le corte las uñas de los pies.
Atanasio se sorprende.
Sí.
Bien.
¿Y usted qué ha hecho? Pues lo he demorado.
Le he dicho, esta noche se las corto.
Y esta noche le diré, mañana se las corto.
Y así hasta que se canse.
Usted es tremenda.
Pues sí.
Pero no entiendo a quién se le ha ocurrido que ese hombre esté aquí con la ralea que tiene.
Que esté en un palacio.
A él mismo se le ha ocurrido.
¿Cómo que a él mismo? Eso parece.
Pues lo que yo te diga, es un perro verde.
Pero es que pudiendo estar en la casa grande, con todas las comodidades del mundo, ¿qué hace aquí? Creo que le molestaba a tanta gente yendo y viniendo.
Ay, mira, le molestaba, claro.
Y como aquí solo importa lo que le moleste a él y no lo que nos moleste a los demás...
Pues sí, madre, sí.
Por desgracia, las cosas van así.
Pero no se queje usted tanto porque los caprichos de ese hombre nos van a venir muy bien.
¿Los caprichos? ¿Por qué? Le cuento.
José Luis se ha enterado de que usted sigue en el valle pese a su promesa de abandonarlo.
Vaya, me ha trincado.
En efecto.
Pero teniendo en cuenta que don Hernando es el consejero real de su majestad el rey Carlos III...
¿Ah, sí? Sí, mucho más importante que cualquier Galvez de Aguirre.
Por primera vez, el duque tiene miedo.
¿Y? Mientras don Hernando habite en el valle, José Luis no va a atreverse a estar a malas con usted por miedo a que...
Hable más de la cuenta.
¿Pero yo qué voy a hablar con ese señor? Si solo me mira para pedirme cosas.
Pero eso José Luis no lo sabe.
Y su miedo y su desconocimiento nos da a nosotros poder.
¿Poder? ¿Qué quieres decir? Madre, tengo una idea.
Pues cuéntamela.
Miran hacia la puerta del despacho tensos cuando Matilde la abre.
No hace falta que callen. Solo vengo a decir una cosa y les dejo con sus maquinaciones.
No estábamos maquinando.
No.
Lo que tú digas.
Don Hernando la está buscando, Raimunda.
¿A mí? No te digo.
¿Qué quiere ahora? Que le prepare un baño antes de cenar.
¿Le puede decir, por favor, que enseguida voy? La mujer asiente.
Matilde, Matilde. Aguarda. De verdad. Solo estábamos hablando.
Ten así lo que quieras.
Pero al menos ten la decencia de no mentirme a la cara.
¿Crees que al menos podrás respetar eso? Lo mira ofendida y se marcha del despacho cerrando la puerta.
Atanasio se rasca la cara molesto.
Hijo, no me gusta ver a Matilde así. Tienes que hablar con ella y serle franco.
Sé lo que me hago, madre. ¿Por dónde íbamos? Estaba hablando del duque.
Sí, que tenías una idea para ver cómo le desplumábamos.
Eso, eso. Escúcheme bien.
Sí.
Cae la noche en el valle. La esfinge de la entrada está sumida en las sombras.
Victorias es antigua en la capilla y sale de ésta en dirección al recibidor.
Allí un lacayo le hace una reverencia.
Continúa su camino hasta la biblioteca donde José Luis está de pie con una carta en la mano y un lacayo frente a él.
¿Malas noticias, querido? No, no, no. Al contrario.
Es una misiva que le he escrito al marqués de Valdemirano.
Es una misiva que le he escrito al marqués de Valdemirano.
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