Unidad 1. Definiciones y búsqueda de nuevos modelos para los varones en el contexto político y social 6c703f

Bienvenidas y bienvenidos. Hoy nos metemos de lleno en un tema complejo, las masculinidades en América Latina. Y vamos a mirar a Argentina con lupa, ¿eh? Usando como base una compilación importante, masculinidades, desafíos y debates.

Hola, ¿qué tal? ¿Qué tal? La idea hoy es seguirle el rastro a cómo fue cambiando eso de ser varón más o menos entre 1980 y 2010. Un periodo, bueno, de muchos cambios. Vamos a ver qué quedó del pasado, qué desafíos siguen ahí, y cómo van surgiendo, digamos, nuevas identidades.

A ver si podemos desarmar un poco esto.

Dale, sí. Es que justo eso, ¿no? Vamos a ir desde las raíces históricas, capaz pensando en Sarmiento, hasta cómo cosas más recientes como el neoliberalismo movieron todo el tablero.

Generaron tensiones, pero también, ojo, resistencias.

Claro.

Lo interesante es ver que la masculinidad no es algo quieto, ¿viste? Es como un campo de batalla, digamos.

Empecemos con esas raíces que decís. Sarmiento, Facundo, 1845, se habla siempre de civilización versus barbarie. Pero, ¿cómo afectó eso puntualmente a la idea de ser hombre? Y marcó muchísimo a la identidad argentina. Y bueno, de la región también, ¿eh? No fue solo literatura. Definió como un ideal de hombre civilizado, blanco, de ciudad, medio europeo, como el que traía el progreso, ¿viste? Sí.

Y lo opuso a la barbarie del gaucho. O sea, ató un tipo de masculinidad al proyecto de país. Y eso creó jerarquías que, bueno, todavía pesan.

Entiendo. Una base fuerte. ¿Y esa base cómo choca o cómo se mezcla con los cambios más fuertes de fines del siglo XX? Pienso en los 80, los 90, el neoliberalismo.

Uf, ahí hay un quiebre. Muy importante. La precarización del trabajo, el estado que se achica. En Argentina con Menem fue muy claro eso.

Sí, sí.

Y pegó fuerte. Sobre todo en varones de sectores populares, ¿viste? Cuya identidad estaba muy, pero muy anclada en ser el proveedor principal. Ese modelo del laburo estable, de bancar a la familia, se empezó a romper.

Es tremendo cómo algo económico te puede mover el piso así, ¿no? En la identidad de género, digo. Y en medio de esa crisis empezaron a aparecer cuestionamientos, respuestas.

Sí, sí. Pasaron como dos cosas en paralelo, digamos. Por un lado, en los 90 se pusieron más fuertes los estudios sobre masculinidades en la Academia Argentina.

Ah, mira.

Sí. Analizando paternidad, violencia, salud masculina. Temas que antes no estaban tan sobre la mesa. Y después, ya en los 2000, el debate se hizo más público. Con ONGs, ¿viste? Trabajando ya directo con varones, buscando la igualdad, prevenir la violencia.

Pero las fuentes marcan como una tensión ahí, ¿no? Porque tenés avances, leyes como el matrimonio igualitario en 2010, por ejemplo, y al mismo tiempo seguís con problemas gravísimos como los feminicidios. ¿Cómo se entiende eso? Es que eso refleja lo que los textos llaman el cerco epistémico patriarcal. Es como si hubiera, no sé, una pared invisible de ideas, de creencias heredadas sobre cómo tienen que ser los hombres y las mujeres.

Y esa pared hace muy difícil desarmar los privilegios de los varones y las violencias que vienen con eso. Aunque tengas leyes más progresistas, es una barrera cultural muy profunda. Una pared invisible. Fuerte la imagen. Y aparte de esa resistencia más estructural, ¿qué otros desafíos para los varones mismos mencionan las fuentes? Mencionan varios. Por ejemplo, tasas de mortalidad más altas por causas que no son enfermedades. Accidentes, suicidios, violencia entre varones.

También, crisis de identidad, ¿no? Por los cambios en el trabajo, en la sociedad, problemas de salud específicos. Y algo que es clave, la necesidad de mirar todo esto de forma interseccional.

¿Qué sería eso? Que no es lo mismo ser varón si sos de clase trabajadora o de clase alta, si sos blanco o indígena, si sos heterosexual u homosexual.

O sea, no hay una masculinidad. Hay muchas. Y muy distintas.

Bien. Y eso me lleva a pensar en las resistencias, en las alternativas. Los textos hablan de colectivos antipatriarcales, de visibilizar experiencias transmasculinas. ¿Qué aportan ellos? Son fundamentales, sí. Grupos como Varones Antipatriarcales, por ejemplo, usan lo que llaman pedagogía de la incomodidad.

¿Cómo es eso? Es como confrontar a los propios varones con sus privilegios, para que piensen.