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Asociación Miguel Ragone
Genero y Disidencias en Abordaje Complejo Curso AT

Genero y Disidencias en Abordaje Complejo Curso AT 6b606i

8/5/2025 · 05:38
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Asociación Miguel Ragone

Descripción de Genero y Disidencias en Abordaje Complejo Curso AT 2y3q31

El trabajo se centra en los abordajes de consumos problemáticos desde una perspectiva de género dentro de la institución PAR (anteriormente Programa Andrés Rosario). 3l5a55

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Hola.

Hoy iniciamos una exploración sobre cómo se forman equipos para enfrentar desafíos sociales complejos, viendo específicamente el cruce entre consumo problemático y perspectiva de género.

Exactamente.

Nos vamos a basar en la segunda ponencia de Una Mesa Redonda, en la que se titula La construcción de equipos.

Experiencias en el abordaje de problemáticas sociales complejas para, bueno, extraer las ideas centrales.

Las autoras de este trabajo son Liza Burde, psicóloga y presidenta de PAR Asociación Civil, y Georgina Taglia, también psicóloga, directora terapéutica ahí mismo.

Nos comparten la trayectoria de su organización en Rosario, Argentina.

Sí, y describen una transformación institucional bastante profunda, digamos.

PAR Asociación Civil surgió en el 95, independizándose de un programa que tenía un enfoque más bien religioso, el programa Andres.

Buscaron otro marco, ¿no?, basado en derechos humanos.

Y ahí es donde la historia, bueno, da un giro interesante.

Cuentan que, incluso aplicando ya la ley de salud mental argentina, se dieron cuenta de que las experiencias de mujeres y disidencias dentro de la institución seguían como, bueno, sin ser vistas ni atendidas del todo bien.

Exacto.

Notaron que, si bien siempre hubo mujeres trabajando en el equipo, las decisiones importantes, las de peso, digamos, solían tomarse en otras jerarquías, en otros espacios.

Y eso las llevó a, bueno, a formar una asamblea de mujeres y disidencias en 2019.

Un paso que suena fundamental, ¿no? No solo para crear un protocolo contra violencias sexistas, que ya es importante, sino para algo más de fondo, ¿cierto? Mucho más, sí.

Esa asamblea se volvió como el lugar para interrogar prácticas que estaban, como decías vos, muy naturalizadas.

Claro.

Para reflexionar sobre sus propios roles y cómo, a veces sin querer, reproducían ciertas lógicas de poder.

Fue como el inicio de una deconstrucción interna necesaria, me parece.

Y para entender esa complejidad que estaban viendo, usaron algunas herramientas conceptuales específicas, ¿verdad? Sí, sí.

Recurren a la idea de interseccionalidad, por ejemplo, que les permite analizar cómo el género no viene solo, digamos, sino que se cruza con la clase social, con la historia personal.

No es lo mismo, o sea, la experiencia de una mujer con ciertos recursos, que la de una usuaria sin redes de apoyo, por ejemplo.

Claro, te permite ver las capas.

Justamente.

Y usan también la sociología de las ausencias, un concepto para visibilizar esas experiencias que estaban como silenciadas, ¿no? Como el consumo problemático en mujeres, que muchas veces se carga de estigmas muy particulares o, bueno, directamente se ignora.

¿Y qué pasa si una mujer tiene una enfermedad o una enfermedad que le impide avanzar en su tratamiento? Sí, una violencia ejercida, sobre todo, por el padre, mencionan.

Llega a controlar su medicación, incluso a organizar internaciones sin un criterio médico claro, minando completamente su autonomía.

Es un ejemplo clarísimo de cómo la familia puede ser un obstáculo directo.

Tal cual.

Y el caso de Vanessa es como la otra cara, ¿no? 36 años, cinco hijas, una precariedad económica tremenda.

Y una estigmatización social brutal.

Usan la frase mujer, puta y adicta para describirlo.

El Estado, cuando aparece, lo hace de forma más bien punitiva, ¿viste? Con medidas excepcionales sobre las hijas, pero sin ofrecer un soporte real continuo.

Las dos historias muestran clarísimo cómo los roles de cuidado asignados, la dependencia económica, la violencia estructural, bueno, limitan de forma radical las opciones que tienen las mujeres.

Queda muy claro lo difícil que es para ellas si quieren empezar un tratamiento y más aún sostenerlo.

Las tareas de cuidado, la falta de plata y la respuesta que encuentran muchas veces es la culpa o como única salida que parece viable, la internación.

Y acá es valiosa la honestidad, creo yo, con la que exponen el desafío propio, el institucional.

iten que ellas mismas, como equipo profesional, tienen que revisarse todo el tiempo para no caer en esas mismas lógicas de exclusión.

Es un trabajo constante.

Sí, señalan la deuda enorme de las políticas públicas.

Sin presupuesto, sin estrategias claras y específicas, la carga es muy grande y las soluciones quedan muy limitadas.

Entonces, esta exploración lo que nos muestra es que construir equipos con perspectiva de género no es como llegar a una meta y listo, sino un proceso continuo.

De revisión, de aprendizaje constante.

Exacto.

Un proceso lleno de tensiones, además, que exige deconstrucción personal, pero también institucional.

Y dejen evidencia la distancia a veces abismal entre leyes que pueden ser progresistas y no.

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