Tendido de Sol Hablemos de Toros de 12 de mayo de 2025 f4v3u

¡Suscríbete al canal! Buenas noches, buenos días, buenas tardes, todo depende del momento en que nos estén escuchando. Les habla Enrique Martín y esto es Tendido de Sol, hablemos de toros, el programa donde ya saben, huimos a toda perfección de la velocidad y a toda velocidad de la perfección y supuestamente pues todas las semanas hablamos de toros.

Por si alguien no ha caído en la cuenta, señoras y señores, damas y caballeros y militares sin graduación, Madrid, el foro, la capital, el pueblo más grande del mundo, porque pueblo es, está en fiestas y además de limonadas, agua de cebada y otras cuestiones que refresquen o curtan el gaznate, de las rosquillas del santo, las listas y las otras, de ceñidos chotices y los que no son chotices, en Madrid se han honrado siempre al santo labrador con toros, que hasta los no toreros, porque antes se les llamaba torero a todo el que le gustaban los toros, que ahora es una afrenta terrible y no se le ocurra a usted, hasta ahí podíamos llegar.

Madrid era toros, hasta en los grandes almacenes montaban, podía decir nombres, pero claro, uno ha llegado hasta ver hasta Galerías Preciados, no digo más, que hasta en los grandes almacenes montaban stands con cosas de toros, un traje de luces, un capote, libros, toros, toros, toros y más toros, que incluso hubo tiempos en los que en San Isidro, otros tiempos muy lejanos, era casi exclusivamente toros y para empezar a ver toros, el batán. ¿Quién no iba a ver los toros de la feria en las corraletas de la Casa de Campo al batán? ¿Cuántas aficiones no se empezarían a forjar en aquel trozo de campo de monte incrustado en Madrid con la gran urbe al fondo? ¿Quién no llevaba a los niños en brazos a que vieran los toros? Bueno, recuerdo la emoción al llegar a casa antes de la feria con los tacos de entradas del abono, este el de tal, este el de no sé quién, que tiene que venir a buscarlo y cada día por la mañana, ya en la feria, la entrada bien dobladita y a clase o a trabajar y luego por la tarde a los toros, que los hubo hasta que se escapaban un ratito antes del trabajo para ir a la plaza, bueno, se escapaban, que había jefes que te estaban echando dos horas antes para que no te perdieras el paseillo y aunque fueras a todas, marcabas con un circulito rojo al menos una decena de festejos, que esta ganadería no te la puedes perder, que este torero y el otro y el otro y si ya coincidían toros y toreros del gusto de cada uno en el mismo cartel, para qué más, para qué más, que aún recuerdo llegar del colegio corriendo a dejar la cartera, merendar y al autobús y el metro para ir a los toros y juntarte allí pues con la chavalería de la bono pues para estudiantes, porque entonces era bono estudiantes y menores de 19 años, lo que han cambiado las cosas, que esperabas ver grandes hazañas, te creías haberlas visto y cuando te juntabas con el que realmente sabía que tenía la entrada en otro lado, no con los chavales, te echaba un cubo de agua fría por el cogote, como sea los entrenadores cuando ganan algo grande, pero con aquel chapuzón ganabas mucho más que un campeonato, ganabas en poder llegar a entender lo que es esto de los toros, ganabas en saber lo que era esa plaza que con el tiempo también se convertiría en tu segunda casa, ganabas en entender que Madrid era Madrid y no había nada parecido, pero que además otras plazas también podían decir que no había nada parecido a ellas, benditas, benditas diferencias y ganabas pues amar, así lo digo, los toros, tu plaza, el ir al batán, el campo donde se criaban los toros, donde se criaban aquellos animales mágicos y el querer saber hasta el último secreto de lo que es esto y te creías, te creías que con dos libros y tres tardes a ti no te tosía nadie, eras el que más sabía del universo en esto de los toros, mientras no apareciera el del cubo de agualada.