Tecnologizarse o Morir #24 ft José González Fuentes "Se juega por socializar y por entretenimiento" 3o2q3a

¿Qué tal, José? Hola, buenos días.

Vamos por acá, vamos por allá.

Mi objetivo era tener unas 20, 30 máquinas.

¿Ya tenías esa ambición cuando empezaste? Sí, pues seguir con el bar y tener...

¿Y dónde sacaste la pasta? Uno de los socios medio me engañó y me empeñé en 4.200.000 pesetas.

Lo perdí todo, quedé con deudas.

La Yoconde es una obra maestra, la conocen en todo el mundo.

Digo, si a esta obra maestra le quitamos una pieza del pulmón, esta obra está incompleta.

Si a nosotros un empleado, en cualquier sitio, no hace bien su trabajo, la obra está incompleta.

Queremos que se sientan parte del proyecto, todos son necesarios y forman parte del programa.

Nosotros somos un sector muy regulado.

En todas las autonomías se hacen más de 60.000 inspecciones al año y en 60.000 inspecciones encuentran a dos o tres menores.

Dos o tres. Jugando.

Que hay muy poquita ludopatía, es un 0,3, es muy poquito.

Somos de los países de menos incidencia del mundo.

El emprendimiento, la última frontera.

Estos son los viajes por el infinito mundo empresarial.

Una misión constante, dedicada a la exploración de territorios desconocidos, a la persecución de los sueños, al descubrimiento de estrategias innovadoras y al desarrollo de visiones únicas, buscando alcanzar un futuro jamás conquistado, donde, obligatoriamente, hay que tecnologizarse o morir.

Bienvenidos al Nave de Emprendimiento.

Hoy estamos aquí con un gran empresario, una buena persona, con José González Fuentes.

Vamos a intentar aprender algo, como siempre, con él y de él.

Y... Bienvenido, José.

Bienvenidos.

Nos vas a contar básicamente lo que quieras en el entorno del emprendimiento.

La primera pregunta que siempre hago cuando viene una persona al podcast es quién es José González Fuentes.

Eso tengo que preguntarle a la gente que me conoce.

Pero, bueno...

Yo soy hijo de un pequeño autónomo, de un maderero, que, de alguna forma, se respiraba en mi niñez, se respiraba aires empresariales, de iniciativa, una pequeña industria de madera, de molinos, de electricidad.

Y, aunque yo realmente quería ser corredor de coches, a mí el mundo de la empresa no me atraía, aunque lo cierto es que día a día trabajaba, pues con 13, 14 años, trabajaba con mi padre.

Y a los 20 años me inscribí en un torneo que patrocinaba la Casa Ford todos los años, donde lo que querían era gente joven, que no estuvieran federados, para ver, gente que tuviera actitudes y formarla.

Y ahí me inscribí, me itieron en Bélgica ese año, en 1979.

¿Como conductor? Para hacer una prueba, sí.

Y me fui a París para cumplir mi hermano mío, me acompañaba a Bélgica.

Nos fuimos a Bélgica dos o tres días antes de las pruebas.

Y, claro, al llegar allí, al ser menor de edad, en el momento en que era mayor de edad, a los 21 años, me pedían un permiso paterno para participar en un deporte de riego.

Y no pude participar, pero en París este familiar mío trabajaba en una bolera, que había unas salas de juegos y tal, y ahí tomé o con las máquinas de juego.

Y de regreso a Galicia, mis padres estaban montando un bar que iba a llevar una hermana mía mayor, mayor que yo, pero al final mi hermana se quiso trabajar con su esposo, que era fontanero, y mis padres quisieron que yo llevara el bar.

Y ahí, en ese bar, quise montar una granmola, como la que había visto en París.

Era una granmola recién salida, el operador, un operador de aquí, de Coruña, que todavía sigue por aquí, Carlos Vázquez Obrera.

Digo, oye, esta máquina no te la coloco a porcentaje, te la vendo porque es muy cara, acaba de salir y tal.

Y digo, pues la compro, quería una máquina igual, el último modelo.

Y así es como compré la primera máquina de tocadiscos.

Cómo te cambió la vida, es increíble, macho.

Si llegas a haber hecho una prueba de producción...

Igual hubiera ido por otro camino.

No hubiera, cuando estuve en París, tuve 15 días, unos 15 o 20 días en París, y vi la gran afición que había al motor, me di cuenta de que no iba a hacer nada.

Iba verde total, la ingenuidad de los 20 años.

Pero compré aquella granmola a pagar en 30 meses.

El caso es que me fui al servicio militar 16 meses, volví y aún estaba pagando las lechas de la granmola.

Pero ya estaba un poquito visto.