Saga USS Hamilton - 1 Ironhold Station 553u26

USAMILTON. Estación de Arnold Marquine M. Ginnis.

Capítulo 1.

Tercera flota, USAMILTON, acercándose al sistema estelar Auriga Shaw, comandante Galvin Quintos.

Si hubiera sabido lo que sucedería en los próximos quince minutos, que nuestra flota de ocho poderosas naves de guerra estadounidenses, el orgullo de la Marina Espacial de los Estados Unidos, una parte de las fuerzas de las Naciones Unidas de la Tierra, E.U.N.F., estaba a punto de ser atacada por sorpresa, diezmada, con el número de muertos de más de diez mil, no habría estado languideciendo ahora en la autocompasión. Se suponía que esta sería una carrera relajada hacia el sistema estelar Auriga. Pero me estoy adelantando. Ya había llegado tres minutos tarde a una reunión de oficiales mientras avanzaba por el amplio pasadizo, mis pasos apresurados resonaban en los mamparos azul-grisáceos.

Las enormes vigas superiores estructurales abarcaban el ancho del pasillo, comúnmente conocido como Valles Alley, ya que se parecía mucho a la estructura interna de la caja torácica de una ballena. Debería haber pasado mucho tiempo meditando sobre mi último despliegue, pero en serio, ¿cuántas veces me enviarían a uno de estos viejos y pesados cubos de espacio? Llevaba aquí unos dos años. Y ese era mi límite para cualquier tarea. ¿Qué puede yo decir? Me pongo nervioso. Claro, había escuchado las mismas palabras pronunciadas por mi mentor y, me atrevo a decir, amigo, almirante Block, en los últimos meses.

Sí, comandante, estoy trabajando en un nuevo puesto para usted, hijo. Pronto. El papeleo está en proceso. Ten paciencia. Block había sido fiel a su palabra. Había movido los hilos necesarios, usando su considerable influencia para que me reasignaran. Demonios, en este momento, se suponía que estaba a cinco años luz de aquí, el show de un elegante y flamante acorazado ligero, el Us Truman, saliendo de los astilleros Alibard lunares de la Tierra.

Pero hubo una orden de cambio de última hora. Me habían retenido para un despliegue más en el Us Hamilton. No había habido razones explícitas para la alteración del deber, aunque había escuchado rumores de que estaba siendo preparado para una ranura de capitanía en otro barco por completo, lo que no me interesaba en lo más mínimo.

Mira, he estado a bordo de suficientes buques de guerra militares para saber que ese nivel de responsabilidad era mucho más de lo que era capaz de manejar. Todos deberíamos saber dónde están nuestras competencias personales, así como saber dónde está nuestra incompetencia. Para mí, eso significaba saber que ya había alcanzado el pináculo de mi carrera militar. Cuando se trataba de tomar una de esas decisiones realmente grandes, tal vez de vida o muerte, una que me exigía ser desinteresado y objetivo, simplemente no creía que pudiera ser tan altruista.

Es bueno conocer las limitaciones de uno, siempre digo, y conozco las mías. Entonces, ¿no, ser elevado a capitán de un buque de guerra de la marina de E.U.? No, gracias. No me malinterpretes, soy un oficial ejecutivo cualificado. Hago un punto para conocer a la tripulación y, en su mayor parte, creo que soy muy querido, si no, al menos apreciado por no ser una herramienta total.

De todos modos. Estaba listo para seguir haciendo lo que mejor hago, seguir adelante. Sería bueno encontrar un puesto en un barco no construido tantas décadas antes de que yo naciera. Aún así, es un honor estar a bordo de un barco tan icónico. El USA Milton, que alguna vez fue el epítome de la destreza de combate en bruto de todas las naves de guerra espaciales existentes en la Tierra, es un acorazado de tres kilómetros construido para resistir incluso los ataques enemigos más hostiles.

De todos modos, volvamos a nuestra misión actual. Las naciones de la Tierra apoyan conjuntamente 36 embajadas interestelares extranjeras dentro del brazo espiral de Orión de la Vía Láctea. El exoplaneta Boncorp fue, que se encuentra dentro del sistema estelar Auriga, fue uno de nuestros primeros bastiones importantes dentro de ese sector.

Cuando llegó la noticia de la discordia entre ese sistema estelar de 12 mundos, que los Grish estaban haciendo incursiones serias y persuasivas en el ya caprichoso gobierno parlamentario allí, nuestro grupo de batalla fue enviado con prisa. Mientras que el Grish y la Tierra no estaban en guerra, por decir, durante décadas, la tensión entre nuestras dos civilizaciones había ido en aumento. Perder el sistema estelar Auriga a un enemigo tan poderoso, bárbaro, uno tan cerca del sistema solar, a la Tierra, sería... bueno, impensable.

A pesar de llegar con una fuerza considerable, toda la tercera flota de Estados Unidos, se esperaba que esto fuera poco más que una misión diplomática. Un medio para que los enviados diplomáticos de la Tierra sofoquen las plumas alborotadas locales. Tal vez para extender promesas, tal vez para apoyar mejor su sistema rico en minerales, atrofiado por la tecnología, aunque exótico, con incentivos financieros y de ayuda militar. Al menos, esa era la historia de por qué nos habían desplegado aquí.