Reflexión de la Noche del 29 de Mayo del 2025. 5v5b4h

Hay señores de bendiga, buena noche. Amado Señor, aquí para amarte, para adorarte, para darte gloria.

Toda esta familia osana, pustinique, en el mundo, y tú obrando nuestros corazones, trayendo paz, trayendo libertad, sanidad. Madre María y a ti, a ti te llamamos.

Que nos ayudes, que nos acompañes a todos, y como siempre, orando por los sacerdotes.

Que nos enamoremos, que busquemos la santidad.

Hijo y hijosana, a ver, ¿de qué quieres que hablemos en nuestras propuestas? Si vivimos unidos al Señor, como dice Pablo, en quien vivimos, nos movemos y existimos.

Si en ese estar unidos a Él vamos aceptando Su voluntad, siguiendo Su voluntad y no la nuestra, veremos como Él nos guía maravillosamente, como Él hace maravillas en nosotros y por medio nuestro.

Permanezcan, dice, porque la ramita no puede hacer nada sin estar unida a la planta.

Sin mí nada pueden hacer, permanezcan en mí.

Vivir unidos a Dios y veremos como Él puede guiarnos amorosamente, todo lo que Él puede hacer.

Insisto, en nosotros y por medio nuestro.

Solo que esto implica exactamente eso, permanecer.

Implica tiempo, implica fidelidad, implica morir a nuestro ego, a nuestro orgullo, a nuestros planes, que queremos que todo sea ya, inmediatamente.

Queremos hacer las cosas de nuestra manera, no a la manera de Dios.

Y los caminos de Dios no son nuestros caminos, así como los tiempos de Dios no son los nuestros.

No siempre lo que Dios quiere encaja con nuestros gustos y deseos.

Y la verdad es que muchas veces nos frustramos porque no se dan las cosas como nosotros pretendíamos que se dieran.

Entonces queremos permanecer unidos a Él, ser fieles, pero si Él hace nuestra voluntad, ¿verdad? Incluso hay veces que el Señor nos permite frustración, que nuestro ego se quebrante, que nuestras estrategias no vayan según nuestro gusto, o que los planes de Dios no sean como los nuestros, pero después Él nos permitirá ver que sus estrategias son perfectas, que sus planes son perfectas.

Y poco a poco iremos entendiendo que lo que debemos hacer es confiar en Él y soltar lo que es nuestro capricho, o nuestro deseo, que no siempre es un capricho.

Solo cuando nos abandonamos y confiamos podremos ver aventuras nuevas, maravillas nuevas, obras nuevas del Señor en nosotros y por medio nuestro.

Hay veces que el Señor permite que no veamos, que no tengamos ninguna claridad, que no oigamos.

Entonces así se quebrante nuestro orgullo, así accedemos a la humildad.

Y cuando eso pase, entonces nos soltamos en sus manos, confiamos en Él y no en nuestra fuerza.

Aquel que te hace, te deshace y te rehace para que aprendas cosas nuevas.