
Descripción de Que no cunda el pánico parte dos 685u4v
En esta segunda parte de Bla Bla Bla Bilingüe, seguimos conversando con la creadora del proyecto "Que no cunda el pánico", una propuesta que nace del deseo de acompañar a otros desde la experiencia propia. Nuestra invitada nos comparte cómo fue dejar atrás el mundo de la enseñanza, los retos y aprendizajes de ese proceso, y cómo logró transformar su historia en un proyecto con propósito. 3t3d60
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Hola, hola, bienvenidos a nuestro programa Blah, Blah, Blah Bilingüe en Ucompensar Estéreo.
¿Quién les habla? Laura Rangel y hoy continuamos con esta segunda parte con nuestra invitada especial.
Hola, hola, ¿cómo están? Soy Bianni Silvana nuevamente.
Hola, ¿cómo estás? Bienvenida, nos encanta tenerte acá de nuevo y también estamos con Marce.
Saludanos, Marce.
Hola a todos, soy Marcela, nuevamente aquí con ustedes.
Gracias, Marce. Y vamos a continuar esta parte de nuestro episodio anterior porque nos dejaste antojados.
Sí.
Queremos saber cómo hiciste para dar ese paso de empleado a emprendedor.
¿Cómo di el paso de ser un empleado obediente a ser una creadora consciente, no? Pues yo empecé a sentir que la vaina estaba rara en la empresa en la que yo trabajaba.
Y yo manejaba también el proyecto, lo dirá Laura, que la gente que trabajaba conmigo pensaba que yo era la dueña.
Porque así manejaba el proyecto.
Y todos los traders, los profesores me decían, tú eres la dueña, no, no, el dueño es otro.
Yo me acuerdo que una vez le dije a Silvana, ven ya, déjame mentirme, o sea, yo sé que tú eres la dueña de esto.
Porque es que, claro, yo la conocía ya como Bianni, yo Bianni y tal cosa, Bianni y tal otra.
Y cuando hablaba con mis estudiantes, ellos me decían, es que Silvana me escribió tal cosa.
Y yo, y yo de verdad, lo que hace la mente, ¿no? Yo de verdad dije como, segura, ella tiene su propia empresa y es chiquita.
Entonces, pues, para no decir que no tiene tantos empleados.
Entonces, ella, la profe Silvana, pero la istrativa Bianni.
Yo le dije una vez, pero Bianni a mí me dice que él escribe Silvana y eres tú, ¿cierto? Y así es que yo soy Bianni Silvana.
Y yo, ya acepta que es tu empresa, ya acéptalo, te descubrí.
Sí, total.
Entonces, un año antes yo empecé a sentir que la vaina se estaba poniendo jodida.
Y yo dije, bueno, ¿qué hacemos? Pero tienes buenos instintos, porque un año antes...
Claro, porque una de las cosas que a mí me ayudó a pasar por encima del pánico fue la meditación.
Pero yo empecé a meditar, aparte porque siempre he meditado.
La gente dice, no, meditar es terrible.
Por eso el loquito tiene un cosito meditando.
Entonces, la gente dice, no, es que meditar es terrible.
Si usted se sienta 5 o 10 minutos en su casa a preguntarse cómo va a pagar las facturas, usted está meditando.
Ok.
Si usted va en el transporte público y yo, ¿qué voy a hacer ahora con esto? Y se me quedó sin trabajo y se me va.
Usted está meditando.
Porque la meditación es conectar con los pensamientos de manera voluntaria.
La meditación no es callar los pensamientos.
Porque pedirle al cerebro que no piense es como decirle a tu corazón que no lata.
La función natural del cerebro es el pensamiento y el flujo del pensamiento.
La meditación es organizar el flujo del pensamiento hacia lo que yo quiero experimentar.
Entonces, por la meditación, uno se empieza a conectar más con...
El entorno no te domina.
Tú manejas tu entorno.
Entonces ya la cosa cambia y uno empieza a ver síntomas que antes no ve en medio del estrés.
Pues una caída de estudiantes, una caída de no sé qué, una caída de horas, una caída de cosas.
Y yo decía, joder, pucha, ¿y si se acaba esta vuelta qué? Porque yo tenía, en ese momento tenía dos pacientes diarios.
Y estaba terminando de pagar la maestría y la certificación en hipnoterapia clínica.
Entonces yo decía, ¿si se cae esta vaina qué? ¿Yo cómo pago la cuota? ¿Yo cómo pago tal cosa? Yo como, o sea, no puede ser.
Entonces empecé a preguntarme eso.
Y sin embargo, pagué la maestría.
Yo dije, va a pagar esta vaina de una vez porque uno no sabe.
De hecho, maestría y especialización las hice al tiempo.
Pensando en que me iba a quedar sin plata.
Se cumplió la profecía.
5 de diciembre me llama el que era mi jefe y me dice, mira, te amamos, eres lo mejor del mundo.
Pero, chau.
Yo colgué con mareo, me dieron ganas de vomitar, no sé qué.
Empezó la ansiedad.
No, no puede ser. Claro, me empezó la ansiedad.
Y yo, ¿qué voy a hacer? ¿Ahora qué va a pasar conmigo, no? Entonces, porque, y es la parte de la identidad y parte de la visión.
Porque yo publicaba un capítulo del podcast y decía, ah, igual como nadie me escucha.
Ah, igual como eso no pasa nada.
Ah, eso no pasa nada. ¿Cierto? ¿Yo para quién estaba haciendo eso? ¿Por qué lo estaba haciendo? Ahora soy consciente de para quién y por qué lo hago.
Entonces, me tomé unos días para hacerle el duelo al trabajo.
Si los echaron del trabajo, si se quedan sin trabajo, háganle el duelo.
Hay que llorar, hay que sentir rabia.
Hay, todo eso hay que hacerlo.
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