El preso fugado del Dueso - 071# 5a672d

Cierra tus ojos pronto, alguien está en la ventana, o llamando a la puerta, o quizás no, se oyen ruidos en casa, escuchaste, hay alguien a tu lado, la silenciosa noche todo esconde, está cerca, que se rompe en el alma de un hombre para llegar a matar, que ha ocurrido en su corazón para cruzar los límites del tabú ancestral, que lo ha conducido el día de autos. Les habla Francisco José Fernández Luz Sequera y les doy la bienvenida a este programa en el que cada viernes recorremos la naturaleza del crimen y del criminal. Comenzamos.

Buenas noches y bienvenidos a este nuevo programa del día de autos. Dicen aquellos que conservan todavía alguna esperanza en el ser humano, que este es bueno por naturaleza, que cuando se equivoca, cuando obra mal, es casi siempre fruto del ambiente, de la educación, de las frustraciones, de los traumas, y que por lo tanto no hay nada que no pueda cambiar en él. Y normalmente nos suelen poner como herramienta principal para conseguir ese cambio dos elementos.

Uno es la empatía con los animales. Conocidas son las terapias en prisión que se realizan con perros o con pájaros, como también son conocidos los casos de brutales criminales que después de estar cuidando durante mucho tiempo un animal sólo para demostrar su soberbia han acabado con su vida. Y el otro elemento que nos muestran como esencial para conseguir ese cambio es algo que a todos nos afecta, que a todos nos interesa, el amor. El amor como energía capaz de transformar el mundo.

Soy de la opinión de que el amor puede conseguir grandes cambios, subvertir el orden de una persona, muchas veces para su propio mal cuando él es el que lo ofrece, el que lo siente, el que lo da y no es correspondido, pero otras muchas veces es un bálsamo que cierra heridas, que cura esas enfermedades del alma que tanto daño hicieron en esa persona. Pero el amor lo puede todo. Yo creo que no. Creo que siempre hay un margen, un punto, un lugar al que el amor no puede llegar.

Porque hay actos humanos cuya maldad van mucho más allá de lo concebible. Por eso cuando nos encontramos ante esas, generalmente mujeres, que se enamoran y que iran y que sienten una atracción y una fascinación por el criminal sádico, por el psicópata criminal, casos famosos como fueron el de Charles Manson, pues uno no deja de pensar que dicho impulso, que dicha fascinación no guarda relación con el amor, sino con otro tipo de circunstancias que han derivado en esa parafilia.

Pero hay casos extraños, difíciles, como el que nos ocupa hoy, que nos muestran una historia de 20 años de duración.