
PP. El ministerio de la oposición. 2f871
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El punto ANCAP Hace apenas un mes el Partido Popular proponía una rebaja de impuestos de más de 15.000 millones de euros contra el infierno fiscal del gobierno de Pedro Sánchez. Lo hicieron con esa sonrisa que pone un funcionario cuando nos falta algún papel tras la tercera cita. Esa sonrisa cuando creen que están haciendo algo muy liberal. Pero si uno se molesta en leer los detalles, lo que proponen es eliminar dos tasas menores, ajustar algún tributo autonómico y anunciar beneficios fiscales a futuro que ni siquiera están definidos.
Eso sí, manteniendo exactamente los mismos niveles de IRPF, IVA o cotizaciones sociales que la izquierda. Lo de siempre, mucho marketing fiscal y poca reforma estructural. Lo triste es que hay quien todavía cree que es la alternativa. Pero basta rascar un poco para darse cuenta de que el Partido Popular no es la oposición, es el ministerio de la oposición, una especie de falsa alternancia encargada de mantener la mesa puesta.
El Partido Popular es, en esencia, una especie de agencia de continuidad estatal. No se explica sino como teniendo una de las situaciones más críticas de nuestra historia reciente en cuanto a confianza institucional, con un fiscal general del estado con pie y medio en prisión, con un presidente del gobierno promoviendo leyes para blindar a los suyos, dejando la gobernabilidad del territorio en manos de quienes lo detestan y utilizando las instituciones como su coto de caza privado, el Partido Popular sigue a por uvas.
No es casualidad, el PP sólo sirve para prometer mejor gestión pero no es capaz de señalar la corrupción con la gravedad que realmente tiene, sino que con la boquita pequeña critica al PSOE desde la posición del que sabe que cuanto más terreno ocupa el gobierno en el estado mejor, mejor para el suyo beneficio político, que diría Mariano Rajoy. Son la escoba que limpia y mete todo debajo del sofá hasta que se van los invitados.
Pero claro, si hay estados de por medio, podemos esperar lo peor. Muchos siguen creyendo que el PP es un partido de derechas, que cuando gobierna lo hace con sentido común, que es el freno a los excesos de la izquierda y que al menos cuando mandan los suyos la economía va mejor. Pero todo eso es falso. El Partido Popular no cree en el mercado ni en la libertad ni en la propiedad privada como principios inviolables. Su única función es que nada cambie demasiado rápido y prometernos la estabilidad, que es la palabra que utilizan para disfrazar su cobardía.
Frente a una izquierda emocional y estatista, ellos serían los adultos en la sala, los que equilibran las cuentas. Pero la realidad es muy distinta. No solo no han desmontado ni una de las estructuras burocráticas o fiscales que heredaron de los gobiernos socialistas, sino que en muchos casos las han ampliado. Uno de los ejemplos estrella de lo que la gestión del PP significa es el Real Decreto Ley 2 barra 2012, que fue un rescate bancario con una narrativa de saneamiento financiero.
Se prometía que el coste del rescate lo asumiría el propio sector financiero, pero el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria fue ampliado con fondos del Estado, es decir, dinero de los contribuyentes. Como siempre, socializar pérdidas y privatizar ganancias. Porque no se podía dejar caer a los bancos, porque si caían, todo colapsaba, como si la libertad de mercado consistiera en proteger a los grandes del fracaso, mientras se dejaba caer a autónomos, pymes y familias enteras.
La realidad es que el sistema debía colapsar, porque estaba podrido y porque ejemplificaba el capitalismo de Estado a la perfección. El Estado no solo intervino en el mercado, sino que lo hizo para salvar a los peores y controlar más aún el sector bancario. Lo suyo ha sido siempre una socialdemocracia de corbata, un intervencionismo con lenguaje de tecnócratas. Los funcionarios públicos de la alternancia están ahí para hacer creer que existe una opción distinta, pero con el único objetivo de mantener las cosas como están, pero limpiando el escaparate de la misma tienda. La historia reciente y
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