¿Por qué una FOTO puede cambiar tu VIDA para SIEMPRE? | eL PROdcast Ep. 47 1o5n5a

Acapulco, fotoperiodista, cabrón, todo una eminencia en el fotoperiodismo nacional.

¿Qué se siente que te reconozcan en la calle? Pues, ahora me reconocen más por ser un curador de memes.

Es muy curioso porque no me ha pasado solamente una vez.

Mucha gente ahora, bueno, no mucha gente, algunas personas me dicen en la calle Es usted Miguel Di Mayuga, el de Instagram.

Y yo digo, ahorita va a decir alguna foto.

Ay, yo es que me río mucho con sus memes.

Es el de sueño lindo, corazón.

Viral al menos.

Viral al menos.

Ya tienes, puta, como más de 20 años, ¿no? ¿Cuántos años que empezaste a chambear? Justo venía pensando ahora que venía para acá, que este marzo estoy cumpliendo 24 años.

24 años, cabrón.

Trabajando como fotoperiodista.

Siempre digo que tomo a partir del momento que publicaron mi primera foto en un periódico.

Y en marzo del 2001 fue que empecé a trabajar en el periódico El Sur, en Acapulco.

Estaba todo ello en la escuela, justo estaba terminando el cuarto semestre de la universidad.

Y en ese momento, un maestro al que se llama Juan Carlos Moctezuma, al que le mando un saludo, me invitó un día a ir al periódico a practicar, a estar ahí.

Y lo más chistoso es que primero me mandó, me invitó para que fuera yo a ser reportero escrito, a que fuera redactor.

Y por un accidente de redacción, literalmente, me hice fotógrafo y hasta la fecha sigo haciendo lo mismo.

¿Qué sentiste cuando viste tu primera foto publicada en el periódico? Es una sensación bien padre porque es justo como, literalmente, el fruto de una jornada de trabajo en el que la gente a veces solamente ve las fotos en los periódicos y no sabe qué es lo que pasa, qué tiene que hacer uno a veces para que una foto llegue a publicarse.

En ese momento, obviamente, como estaba yo practicando, solamente no tenía como asignaciones todavía de eventos o protestas o manifestaciones, sino que literalmente me mandaban a hacer fotos de la playa en Acapulco.

Si había basura, si había como esto que ahora se le llama la fotonota o la fotodenuncia, que es prácticamente una foto que no acompaña una nota, sino que es como en sí una nota por sí sola.

Y entonces me mandaban a mí a hacer fotos de recorridos de playa y me acuerdo mucho que eran fotos de limpieza de playas.

Y es muy padre porque además muchos estudiantes de comunicación van a poder confirmarlo que en su casa siempre hay mucha duda sobre esta carrera, en el que si te vas a morir de hambre o si algún día vas a poder vivir de esto. Y fue un poco como decirle a mi papá que además dudaba mucho.

Siempre me decía que me iba yo a morir de hambre, que nunca iba a tener una casa propia, que nunca iba a tener un carro propio.

Y entonces, no porque no haya publicado una foto en el periódico, ya tenía en ese momento todo lo que mi papá decía que iba a hacer.

Pero fue por lo menos como una manera de decirle, mira, esto es por lo que no llego temprano, por lo que me voy temprano.

Y entonces fue muy satisfactorio ver tu foto publicada en el periódico.

Hasta la fecha sigue siendo una sensación muy padre, pese a que cada vez los medios impresos están feneciendo.

Es más palpable que cada vez son una cosa más ajena para todo el mundo.

Yo me acuerdo mucho que todos los días llegar y revisar el periódico para ver qué fotos te habían publicado.

O después, cuando empecé a trabajar en un semanario como proceso, llegar al domingo y tener la revista en tus manos desde el sábado en la tarde y ver qué te habían publicado en toda la semana que habías trabajado.

Es una sensación que realmente no se puede cambiar por nada ahora con lo virtual, no se puede comparar.

En mi caso, mi papá siempre dijo que estaba estudiando recreo.

Dice, eso no es una carrera, es el recreo, me decía. Y de hecho nunca la validó.

Mi mamá me decía, Mati, lo que te gusta es andar en la calle.

Por eso cogiste ese trabajo, porque literalmente lo que te gusta es la vagancia.

Y un poco sí, finalmente es de las cosas que más me gusta de mi trabajo.

Para que te mientas.

Para que te mientas, sí, es andar en la calle, conocer personas y además, no sé.