¿Por qué Dana, mi gata, no es feliz teniendo todo? 6a5p70

Hoy quiero contarte algo que he aprendido observando a quien menos me imaginaba, mi gata Dana. Bueno, a simple vista esta podría parecer una historia de mascotas muy tierna, pero en realidad encierra una lección acerca de la vida, la felicidad y sobre todo cómo muchas veces nosotros mismos nos saboteamos sin darnos cuenta. ¿Te animas a escuchar esta historia? Tú decides cómo quieres ser.

Ya sabes que este es tu podcast de desarrollo personal y estás escuchando a Mercedes Cobo, psicóloga creadora de Emocioteca.com. ¿Te has dado cuenta de todo lo que podrías aprender si miraras con atención lo que te rodea? Todos tenemos esta capacidad y explotarla podría cambiar la forma en que vivimos nuestra vida. Muchas cosas interesantes nos las enseñan las personas que nos rodean, pero otro montón de estos aprendizajes nos llegan de la propia naturaleza con su inmensa sabiduría. Y en ese camino de en medio que yo llamo, si abrimos los sentidos podemos aprender infinito de nuestras mascotas, esos pequeños o no tan pequeños seres que nos acompañan y que nos dan tanto.

Son nuestros compañeros del día a día y eso nos permite observarlos, incluso contemplarlos con cariño. Yo suelo observar, valga la redundancia, a mis tres gatitos cada vez que puedo porque me transmiten calma y me enseñan cosas tan interesantes como la que te voy a contar ahora. Mira, mi gatita Dana, la de ojos verdes como yo la llamo a veces, lleva en casa 16 años y en ese tiempo sigue siendo ella misma.

He visto que Dana centra su atención todo el tiempo en ver qué hacen los demás. ¿El platito de comida de los otros tiene cosas más ricas que el suyo? Mientras que Missy duerme en mis brazos, aunque ella jamás lo haría, aún así le envidia. Bueno, Dana dedica todos sus esfuerzos, su energía y sus neuronas en compararse en lugar de aprovechar lo que tiene y disfrutarlo. Y ese estado permanente en el que está la impide recibir muchísimo de nuestro cariño porque ella lo quiere todo en exclusiva y no sabe compartir.

Ha aprendido muchas cosas pero siempre va más despacio que los demás porque ella es así.

Mientras que Missy, que es el rey de la casa, aprendió pronto a conseguir todo con su sola presencia y sus maullidos lastimeros, Dana sigue teniendo sus propias formas, que son más lentas, bueno, más especiales. Y no se trata de medir su inteligencia. Muchos de los problemas de Dana vienen de su necesidad de compararse constantemente con Missy y con mí, que mí es nuestra gatita más joven.

Compararse con los demás, como te estoy diciendo, es lo que pierde a Dana. Te voy a dejar un ejemplo muy sencillo. Pero antes, que estoy emocionada, te recuerdo que cuentas con tu consulta telefónica gratuita. Solo tienes que entrar en mi web Emocioteca, ir a o y en la agendita reservar un día y una hora para que hablemos. Ahí podrás comentarme la situación que te inquieta, que te preocupa.

Yo te ayudaré, te daré consejos y te contaré cómo continuar trabajando conmigo.

Te voy a contar ya ese ejemplo. Mira, si hay sol y cada uno tiene su propia esterilla, Dana no puede simplemente disfrutar de la suya. Basta que vea a mí en la esterilla de al lado para pensar que seguramente ese sitio es mejor y se empeña en echarla para ponerse ella.

¿Y nosotros cuántas veces caemos en esta misma trampa?