Reflexiones dominicales del ciclo C (2021-2022) 171a5w

Así termina el tiempo litúrgico ordinario, con este domingo XXXIV, el último, la fiesta de Cristo, rey del universo. Cuando termine esta semana entraremos en el tiempo de Adviento. Todo el año litúrgico es un recorrido por la vida de Jesús que termina con la realiza. Toda su vida es lo que celebramos en la liturgia domingo a domingo.

Estamos en el último domingo de este ciclo litúrgico. El siguiente domingo ya será Adviento. Hoy es la fiesta del triunfo de Jesús, de Cristo rey. La palabra rey tiene distintas interpretaciones. Es bueno leer las lecturas y meditar sobre las connotaciones de esta palabra.

En la meditación de este domingo vamos a comparar la venida de Jesús con las utopías. Ya hemos dicho que la espera no es contraria a la lucha por un mundo mejor. Pero a veces esa lucha por un mundo mejor se convierte en una lucha en vano, una utopía. Pero recordemos que luchar por un mundo mejor no tiene por qué ser luchar por una utopía.

Estamos en el domingo XXXIII del Tiempo Ordinario. Hablamos sobre las lecturas. Ya estamos finalizando el año litúrgico y, por tanto, está cerca el triunfo de Cristo, la celebración de Cristo, rey del universo. La primera lectura está tomada de Malaquías. Habla del juicio.

Recordad lo que hemos hablado del cuerpo resucitado, de cóm opara el judío y, claro, para el cristiano, no hay alma más cuerpo, sino que hay cuerpo «almado» y hablar de la resurrección es hablar de la corporeidad humana. Vamos a resucitar, seremos cuerpo gloriosos.

Entramos en el domingo XXXII del Tiempo Ordinario. Seguimos por ahora en el ciclo C. La primera lectura está sacada del segundo libro de los Macabeos. Se trata de un pasaje duro que significa un cambio en la conciencia de Israel. Hablamos del pasaje en el que Antioco ha profanada un templo y pretende que el judío deje atrás sus costumbres, su fe.

La pequeña historia de Zaqueo da mucho que pensar. Un hombre pequeño que seguramente suscitaba la risa y sufría la humillación. Era rico y poderoso, pero quizá sufría las risas y las burlas de los demás. Lo más importante en este encuentro es la libertad que adquiere para reírse de sí mismo, para no avergonzarse y para decir al mundo que él ha nacido a la libertad desde la presencia de Jesús.

Estamos en el domingo XXXI del Tiempo Ordinario. Comenzamos hablando de la lectura del libro de la Sabiduría, que canta la creación como obra del amor de Dios. En primer lugar la diferencia, la distancia: la creación es creación y Dios es Dios.

Vamos a seguir tratando sobre el fariseísmo para extender y profundizar en lo que la parábola de Jesús nos sugiere. Estamos en otra época. En esta época podría haber un fariseísmo deísta, pero también podría haber un fareseísmo ateo. Este sería representado por aquellos que tienen los mismos sentimientos pero sin referencia a Dios.

Estamos en el domingo XXX del Tiempo Ordinario. Nos adentramos en sus lecturas para escuchar el libro del Eclesiástico. El Señor es un Dios justo que no puede ser parcial. Así afirma la justicia de Dios como juez. Pero esa imparcialidad tiene sus matices. No es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido....

Al comentar las lecturas lo primero de lo que tenemos que darnos cuenta es de que la oración es el tema de este domingo, pero he subrayado la «continuidad» de la oración. Esto quiere decir que, en la vida, hay cosas anecdóticas, lo que sucede de cuándo en cuándo; pero lo persistente es lo habitual, lo que se practica normalmente. La oración es persistente y permanente porque forma parte de la vida.

Estamos en el domingo XXIX del Tiempo Ordinario. La primera lectura está tomada del capítulo 17 del Éxodo. Josué es ya el segundo hombre tras Moisés. Es el que va a guiar a los guerreros, pero Moisés siempre estará por encima de Josué. En esta lectura se narra un ataque a los israelitas. Moisés da órdenes a Josué...

En la programación que había hecho para estos audios iba a tratar exclusivamente en la meditación del extranjero frente a la sociedad. Pero me he encontrado una homilía, por casualidad, del obispo de Menorca. Por tanto, voy a centrar esta meditación en «Jesús y el extranjero». En primer lugar hay que recordar que el judaísmo llegó a ser una religión muy exclusiva.

Estamos en el domingo XXVIII del Tiempo Ordinario en el ciclo C. En este domingo, en las lecturas, hay una palabra que va a ser la clave para leer la Palabra de Dios con unidad y para poder meditar durante la semana. Se trata de la palabra «extranjero». Al preparar estas meditaciones uno tiene la sensación de que Dios lo va ayudando para meditar algún tema cada semana.

Si ahora releemos las tres lecturas con el comentario que se ha hecho a cada una no haría falta ninguna meditación. Pero vamos a aplicar estas lecturas a nuestros días. Que hoy vivimos una crisis de fe es tan evidente que no hay que explicarlo. Pero podemos distinguir distintas situaciones de cada persona, relaciones de cada persona con la fe.

Llegamos al domingo XXVII del Tiempo ordinario en este ciclo C. La primera lectura está tomada del profeta Habacuc. Presenta un desastre, pero acaba con una frase que nos va a ayudar a enhebrar las lecturas de este domingo: el justo vivirá por su fe. Si abrimos el capítulo 11 de la Carta a los Hebreos...

Nuestra sociedad, donde antes apenas había mendigos, ahora está llena. Te acercas unos metros a una plaza y ves la cantidad de mesas donde tantos banquetean. A la puerta, el mendigo. Bueno, a la puerta, Dios, porque el que está a la puerta, humillado y lleno de suciedad, no es un mendigo, es Dios. De nuevo, Jesús condena la riqueza.

Estamos en el domingo XXVI del Tiempo Ordinario y, este año, el último domingo de septiembre. Empieza con la profecía de Amós, el gran profeta posterior a la división entre el norte y el sur del Israel. Amós es pastor y profetiza con eficacia. La lectura de hoy es una descripción de cómo vivían los ricos nacidos de la división política.

O Dios o el dinero. Ambas cosas no, y es palabra de Jesús. Vamos a hablar de esta frase disyuntiva que excluye a Dios o al dinero, hay que elegir. La frase es clara y su autor es Jesús. Hablamos de si Jesús tiene odio a la riqueza. Y no lo tiene. Jesús ama todo lo que puede beneficiar al hombre.

Hablamos del domingo XXV del Tiempo Ordinario. La primera lectura es del capítulo octavo del profeta Amós, pastor y cultivador de higos, un higo silvestre, de pobres, que se pinchaba para que estuviera más dulce. Es decir, era pobre. Es profeta en su tierra, pero será expulsado del Reino del Norte, de Samaría.