Comentario de Francisco Rodríguez Criado tras ver el partido del Real Madrid contra el Bayern de Múnich en el Bernabéu. EL REAL MADRID. UN AGUJERO NEGRO INSONDABLE EN EL MUNDO DEL FÚTBOL Anoche vi en el estadio Bernabéu el partido entre el Real Madrid y el Bayern de Múnich. Como estaba sentado bastante cerca del área de los entrenadores, pude observar el sorprendente enfado del alemán Thomas Tuchel pocos segundos después de que su jugador Alphonso Davies anotara el primer gol del partido (magnífico, por cierto, por la escuadra). Un enfado que tal vez no se vio en televisión. Creo que el airado Tuchel estaba llamando a uno de sus jugadores, o haciendo reajustes, no lo sé. El caso es que era un hombre en pleno hundimiento del Titanic mientras trataba de reagrupar a su familia para alcanzar uno de los botes salvavidas. ¿Pero a qué venía tal exasperación si el océano Atlántico estaba en calma y el gol de Davies ponía por delante al Bayern en la eliminatoria? El éxito del equipo alemán, cabría pensar, estaba a la vuelta de la esquina. Luego, al final del partido, lo comprendí todo. El enfado de Tuchel no era tal, era simplemente pánico, la constatación, experimentada por los entrenadores rivales una y otra vez, de que dicho gol, marcado en el minuto 67, accionaba el botón del drama. Lo demás está visto y escrito por activa y por pasiva. Ya solo faltaba esperar ver cómo el Real Madrid ponía en marcha la maquinaria de los milagros y neutralizaba a Tuchel y sus pupilos, como ya hiciera recientemente con el PSG de Christophe Galtier capitaneado por Mbappé, con el City de Guardiola (dos veces) o con el Chelsea del propio Touchel, por no hablar de otros muchos equipos. El gol de Davies, en fin, dejaba al menos 23 minutos (más el tiempo extra) para que fuera cuajando ese tormento recidivo que sufren todos los entrenadores que vienen a morir al Bernabéu. Tuchel, o su subconsciente, sabía lo que significa herir a una bestia vengativa hermanada con el gol, la suerte y los dioses cuando aún quedaba media hora para que se volvieran a alinear los planetas en el firmamento de La Castellana. Media hora que en Concha Espina es una eternidad cuando tienes el marcador de tu parte. El equipo blanco es un insondable agujero negro en el fútbol, sin explicación posible. No se puede racionalizar la suerte, esa diosa casquivana que no atiende a razones. El fútbol es así… y siempre, o casi siempre, es así a capricho del equipo blanco. Los demás equipos lo saben. ¿Pero qué otra cosa pueden hacer, si así lo ha dictaminado el destino, que morir «in extremis» mientras la gelatinosa gloria se escurre de entre sus manos? “La esperanza es esa cosa con plumas”, escribió Emily Dickinson. Sobre todo cuando uno se enfrenta a esa maquinaria de destrucción futbolística que es el Real Madrid. Francisco Rodríguez Criado es escritor, corrector de estilo y editor de una red de blogs dedicados a la literatura y a la corrección lingüística https://correccionyestilo.com https://escribirycorregir.com https://narrativabreve.com https://grandeslibros.es https://literatura.fm https://libros.fm