Asturias Paso a Paso 365a1l

Hoy a través de la radio, hemos viajado en el tiempo para conocer una historia que marcó el devenir de los barberos sangradores de aquella Asturias del siglo XVI. Desde tiempos inmemoriales, el cuidado del cabello y la barba ha tenido importancia, no solo por estética sino también por simbolismo. Han pasado años, desde que aquellos profesionales de la tijera y la navaja tiraban de su autodidacta profesión y asumían roles que hoy consideraríamos puramente médicos, pero que la población itía como cotidianos. Aquellos barberos que realizaban sangrías con el fin de eliminar dolencias sacaban muelas sin anestesia y realizaban cirugías menores, gozaron en Asturias de un cierto trato de favor. El bisnieto de los reyes católicos dejó a los barberos asturianos seguir practicando actividades prohibidas más allá de nuestra región. Hoy esos cilindros con bandas blancas, azules y rojas que vemos en fachadas de barberías, recuerdan alegóricamente el rojo de la sangre, el azul de las venas y el blanco de los paños que utilizaban para limpiar el derramamiento de la sangre sobre la piel del enfermo. Hoy queridos oyentes el escenario es bien distinto, los cilindros tricolores anuncian establecimientos de acicale de pelo y barba, en la que las estancias gozan de pulcritud, decoración, música ambiental y en algunos casos con ofrecimiento de bebida a modo de espera. Eso si para otras cosas ya tenemos a los médicos.

Hoy a través de la radio, nos hemos subido a la bicicleta y hemos dado pedal para recordar la historia de una competición, que ha ido etapa a etapa sumando kilómetros y hazanas en nuestra comunidad. Han pasado cien años, desde que aquellos hermanos Jesús y Marcelino del Club Ciclista Gijonés, pusieron en marcha aquella primera edición denominada la ‘Pequeña Vuelta a Asturias’. Aquel 25 de noviembre de 1925 unos valientes daban cuenta de 231 kilómetros marcando el inicio de nuestra protagonista de hoy. Los avatares a lo largo de su dilatada historia dieron lugar a pequeños paréntesis en el que la vueltina, no pudo celebrarse y en que incluso se abrió la prueba a corredores aficionados. La nómina de ciclistas ha sido larga y leyendas como Bahamontes, Faustino Rupérez, Domínguez, Ocaña, Olano, Indurain, Contador y propio Tarangu dejaron huella en las carreteras del Principado. La historia de la Vuelta Asturias como hemos visto hoy, es la historia de muchas personas entre ellas la de sus organizadores, los hermanos Cuesta, José María García Hevia, Luis Fernández Cabeza, Cilio Losa, Julio Álvarez Mendo o su hija Cristina, han dado forma a una competición que se ha hecho hueco en el panorama ciclista. Hoy nos hemos lanzado a tumba abierta por la historia de la vueltina, nos hemos avituallado de anécdotas, y hemos llegado a una meta que nos lleva 100 años de ventaja.

Hoy a través de la radio hemos recordado la historia de una empresa ideal. Confecciones Gijón fue mucho más que una empresa textil, la más grande de Asturias, con ventas nacionales récord y exportaciones a Estados Unidos y Latinoamérica. En aquellos años 60 y 70, vender un millón de camisas al año y estar presente en los mejores escaparates, era como decíamos signo de empresa ideal. IKE lanzó productos inéditos como las “camisas de tres largos de manga por talla”, y su plan de marketing caló hondo en la sociedad del momento, decir IKE era decir camisas. Por desgracia, la competencia tecnológica, los apuros financieros y la gran crisis del textil en Europa, acaban en 1990 con la historia de una empresa que dejaba en la calle a cientos de mujeres. Comienza así una lucha de 4 años con movilizaciones de todo tipo, y en la que la unión de las trabajadoras y comité de empresa era total y facilitando el éxito de las protestas. Hoy queridos oyentes hemos recordado a confecciones Gijón, a una empresa marcada por mujeres, por la moda y por uno de los capítulos más intensos, curiosos y recordados de la lucha obrera en Gijón.

Hoy a través de la radio hemos conocido un poco más sobre un lugar con 800 años de historia, un edificio que pese a sus cambios y reformas nunca perdió su carácter de caridad y hospitalario. La casa de caridad de San Lázaro pasó desde el siglo XII, por hospital de leprosos en 1146, conocido como Santa María de Cervielles, y ya en el siglo XV pasaría a denominarse Entrecaminos. La malatería de Oviedo acogía a leprosos de cualquier lugar, con la ventaja, que los de Oviedo no pagaban, incluso se les proveía de criada para pedir limosna al no poder ellos salir para no contagiar a la población. Con el paso de los años desaparece la lepra, desaparecen las malaterías y Gil de Jaz crea el Hospital general - Real hospicio, actual hotel de la reconquista. Pero la malatería de San lázaro se mantuvo en pie, eso sí, pasó a recibir, recoger y sostener a pobres que por sus años o invalidez se pudiesen ganar el sustento diario. En 1853 nuestro protagonista es declarado asilo provincial llegando a albergar a 163 personas. El edificio de san lázaro como hemos visto ha pasado por múltiples nombres, tantos como las personas que lo han habitado, hoy queridos oyentes hemos recordado la historia de un lugar que al menos para mi siempre será la malatería de San lázaro.

Hoy a través de la radio, nos hemos dado un paseo por una de las fiestas con más tradición en nuestra región. Hoy hemos conocido la historia de los huevos pintos de Pola de Siero. El origen como hemos visto hoy es incierto, queda claro que se remonta al siglo XIX, cuando la gente pintaba huevos con colores vivos y los regalaba como símbolo de fertilidad y primavera. También se relaciona esta tradición de pintar huevos con la llegada de gentes procedentes de otros países de Europa a trabajar a las minas del concejo. La tradición con tintes más religiosos lo atribuye al tiempo de Cuaresma, en el que la vigilia y, por tanto, la prohibición de consumir ciertos alimentos hacía que, durante este periodo, se acumulasen en las casas y se regalasen a familiares o amigos. Los diseños han ido evolucionando a través de los años, desde motivos tradicionales asturianos hasta temas de actualidad, caricaturas, mensajes reivindicativos, religiosos y como no políticos. Los huevos pintos de la Pola, son emigración, minería, fiesta, pascua y como no, pasión, pasión a la que se dedican los polesos durante semanas para realizar auténticas obras de arte. Detrás de cada huevo hay una historia, tanta como nos queramos imaginar.

Hoy a través de la radio hemos conocido la vida de Manuel Llaneza Zapico. Minero desde muy joven, normal quizá en aquella época, pero sin duda muy joven, deambuló por diferentes localidades, pero siempre volviendo a su Asturias natal y a sus raíces obreras. Simultaneando su trabajo con los estudios para el ingreso en la Escuela de Capataces de Minas, ingresó en la Agrupación Socialista de Mieres, iniciando así una actividad político-social que le acompañó hasta su muerte y que tuvo su primera prueba de fuego con motivo de la conocida como “huelgona” de 1906 contra la Fábrica de Mieres. Su activismo le supuso no pocos despidos y la consiguiente necesidad de buscar trabajo en distintas minas dentro y fuera de Asturias, incluso la de trabajar como vendedor de libros, folletos y periódicos por las aldeas. Emigró a Francia, trabajando en las minas del Pas de Calais dedicando tiempo a estudiar las organizaciones obreras de Francia y de Bélgica, de cuyo análisis extrajo la idea de crear en Asturias una institución sindical. Fundador del SOMA, alcalde de Mieres y diputado a Cortes por la circunscripción de Oviedo, publicó artículos y folletos sobre temas sociales y mineros. Trabajó incansablemente por la creación a lo largo de toda Asturias de Casas del Pueblo, cooperativas, bibliotecas, teatros y escuelas laicas. Hoy recordamos la figura de Manuel Llaneza Zapico, seguro que cuando transitemos por una de sus calles sabremos algo más del asturiano de Lada.

Hoy a través de la radio nos hemos sumergido entre arroz y leche y hemos removido la historia de un postre que refleja una rica fusión cultural a lo largo de los siglos. Originario de Asia, donde el arroz ha sido cultivado desde tiempos antiguos, se hizo popular y llegó a Europa a través de los árabes, quienes introdujeron el arroz y el azúcar en la península Ibérica durante la Edad Media. La evidencia más temprana de esta preparación la encontramos en un recetario del siglo XIII llamado la cocina hispano-magrebí en el periodo almohade, que incluye una versión endulzada con miel. Ya en 1477, el catalán Ruperto de Nola escribió en su 'Libro de guisados' en Nápoles, la existencia de platos dulces hechos con leche, azúcar, especias y harina de arroz. Nola llamó aquello «manjar imperial». Sin embargo, en nuestro país, la receta de arroz con leche más antigua registrada tiene mucho que ver con cómo se elabora este postre actualmente y fue publicada en el Libro del Arte de Cozina de 1607, por Domingo Hernández de Maceras. Nuestro protagonista de hoy es uno de los alimentos más antiguos y ha formado parte importante de la dieta humana desde tiempos antiguos. El arroz con leche es más que un simple postre, es una herencia cultural y un símbolo tradición culinaria que trasciende fronteras y generaciones. Hablar de arroz con leche, es recordar la infancia es oler a gancho de cocina quemando azúcar, es oler a canela y sobre todo es disfrutar de un postre que seguro nos trae siempre buenos recuerdos.

Hoy a través de la radio, hemos conocido uno de los árboles más singulares y del cual se han gestado centenares de simbolismos y mitologías. Los griegos le bautizaron como Taxus Baccata, el tejo. Venerados por las comunidades astures y celtas, celebraban sus ceremonias y asambleas en torno a los tejos, asimismo los antiguos druidas y magos usaban sus ungüentos para alcanzar estados de iluminación. El tejo da vida y muerte, algunos relatos cuentan que los guerreros astures antes de ser hechos prisioneros, preferían suicidarse utilizando semillas de tejo, y en las guerras usaban el veneno de las semillas para untar y envenenar las flechas que disparaban a los romanos. El emperador Claudio ya lo recomendaba como antídoto para algunas mordeduras y en el siglo XVIII era considerado antirreumático, antimalárico y abortivo. La iglesia cristiana se apropió de la simbología del Tejo para vincularlo a las creencias y nuestro protagonista presidía entradas de iglesias y cementerios. Hoy hemos conocido las luces y las sombras de un árbol milenario, hoy lo que no hemos hecho, ni haremos, es ¡Tirarles los tejos!

Hoy a través de la radio hemos viajado al occidente de Asturias para conocer la historia de un monasterio que fue centro cultural y económico en el concejo de Tineo. En pleno camino primitivo, y con un privilegio real, comienza la historia de un monasterio que va a dejar una huella perenne a lo largo de los siglos venideros. Durante su larga vida el cenobio ha pasado por casi de todo, abandono, ruinas, saqueos, expolios y un incendio en el siglo XVII que marcó el inicio de un declive que por desgracia nunca llego a recuperarse. Su ubicación en pleno Camino de Santiago le ha permitido a lo largo de la historia, ser un lugar repleto de misterios, quizá el Cristo de Obona, única pieza que aún perdura en sus muros, sea el único testigo. Hoy queridos oyentes, la vida en Obona, es bien distinta, en el monasterio ya no hay monjes, en sus muros ya no se imparten clases, las tierras cercanas tiene técnicas agrícolas diferentes y hoy los peregrinos ya no hacen noche en un valle donde reina el silencio. Queridos oyentes, esperemos que lo que nos queda del Monasterio de Obona, no continúe su declive, y algún día sus muros recobren una vida que seguro será tan buena como aquella, agua de Obona.

Hoy a través de la radio hemos recordado uno de los acontecimientos más aciagos de la historia de Asturias. La Nevadona, las cuatro nevadas o la nevada de los tres ochos marcó el primer trimestre de aquel año de 1888. Aquel 14 de febrero, comenzaba a nevar en el Principado y durante casi tres meses, Asturias se tiño de blanco para dejarnos incomunicados más de un mes con la meseta. Comenzaba así, una sucesión de nevadas y heladas que, unido al deshielo y la llegada de las altas temperatura, causaron un verdadero desastre en Asturias. Casi medio centenar de personas perdieron la vida, cerca de 20.000 animales y un sinfín de daños materiales, marcaron la historia de una crónica que traería consecuencias en los meses venideros. La Asturias rural de la época se llevó la peor parte y las consecuencias demográficas posteriores, se hicieron notar en un aumento de la mortalidad a largo plazo, especialmente palpable en los sectores más vulnerables de la población, mujeres y niños. Las crónicas de la época relataban testimonios elocuentes por toda la geografía y nadie tenía constancia de recordar algo parecido. Hoy queridos oyentes ya no nieva como antes, los escenarios son bien diferentes, la Nevadona de 1888 ya es historia, pero no olvidemos que en la vida todo puede volver a pasar.

Hoy a través de la radio hemos conocido un lugar que facilita una de las necesidades primarias del ser humano. La alimentación. 137 años han pasado desde aquella primera “tienda asilo” de la plaza san miguel, donde comenzó su andadura. El cambio a la calle quintana y los tiempos aportaron “una alimentación más completa” y la actual en calle san Vicente solo tienen un propósito “hacer un mundo más humano” Gracias a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul y a muchos colaboradores y voluntarios la cocina económica es una de las instituciones más simbólicas y apreciadas por los ciudadanos. Su actividad forma parte de la historia de una ciudad y de unos habitantes de los cuales es uno más de la familia. La cocina económica es más que comer por 50 céntimos, una labor que como decía en aquel primer reglamento de 1909, satisface las necesidades de orden intelectual y moral de las personas que más lo necesitan. Seguramente y esperemos que algún día se cierre esta institución porque ya no hace falta, pero entre tanto vaya desde aquí nuestra iración y gratitud por todas las personas, que hacen a otras muchas, su vida más feliz.

Hoy a través de la radio, hemos viajado 4 siglos en el tiempo para recordar una historia que aun perdura en la villa candasina del concejo de Carreño. En 1624 los delfines y calderones que frecuentaban las costas asturianas, no se les ocurrió otra cosa, que alimentarse de un pescado, que, según los pescadores de la zona, tenía dueño. Pues ni cortos ni perezosos, y encabezados por el cura del pueblo, interponen una demanda ante el Obispo de Oviedo, tan surrealista y rocambolesca, como lo es, a veces la historia de nuestro país. Abogado, fiscal, santa inquisición, notario y testigos embarcan hacia alta mar para dar comienzo a un juicio, que digo yo parecía amañado. Los delfines a todo esto tenían abogado defensor y argumentaba que, siendo criaturas de Dios, y en su derecho de alimentarse, estaban ahí antes que los habitantes de Candás. Como diría aquel, protesta denegada, los pescadores tenían más derecho, se dicta sentencia ordenando a los delfines que abandonen aquellas aguas con la amenaza de ir al infierno, ¡habría que ver sus caras! Los delfines no han vuelto o al menos no los hemos visto, los pescadores siguen pescando, y la justicia después de 400 años pues ahí ahí, en fin, pelillos a la mar.

Allá por un 11 de enero de 1986, 5 días después de pasar los reyes magos, llega a Asturias un carbón, no deseado. Un barco procedente de Virginia encalla en las costas asturianas, en un suceso, que como hemos visto hoy aún perdura en la mente de los gijoneses y por supuesto de los asturianos. La mala suerte, infortunios y quien sabe si malas maniobras, desencadenaron un percance de gran repercusión social. La cercanía a la costa hizo que muchos ciudadanos se acercasen a vivir en directo las maniobras infructuosas de rescate. Se podía ver en primera línea de costa una circunstancia que normalmente solía pasar lejos de tierra firme. Diferentes opiniones y versiones sobre el suceso llenaron los tabloides regionales y nacionales, la sociedad asturiana temía por su costa. Nada une más que la culpa compartida, pero en este caso la culpa era huérfana. Por suerte la naturaleza se cura así misma, porque entre otras cosas, no tiene prisa, lo de los humanos, ya es cuestión distinta

Para los que tenemos ya una cierta edad, las navidades han cambiado. La llegada de Papa Noel, allá por finales de los años 70 dio comienzo a una guerra con los reyes magos que aún continúa. El poder disfrutar de los regalos desde el día 25 de diciembre, le dio cierta ventaja a un individuo que vestido de rojo se colaba por la chimenea y dejaba regalos metidos en calcetines. |muy simple | Nada que ver con los 3 reyes magos que sobre 3 camellos eran capaces de acertar lo que escribíamos en una carta que metíamos en un sobre de avión y que eran tan agradecidos, que bebían la leche y comían las galletas que les habíamos dejado para reponer fuerzas. Como decía las navidades han cambiado Hoy parece que todos los niños y niñas han sido buenos porque ya nadie les trae carbón. Los modernos panettones han desplazado a las maravillosas bolsas de revoltijo que nunca, y repito, nunca fallaban el día de reyes. Como decía las navidades han cambiado Las ciudades compiten por tener cada vez, más luces que hacen sombra a los míticos belenes, las campanadas de nochevieja enfrentan a cadenas de televisión por audiencias y ya nadie se fija en cual es el primer anuncio del año Como decía las navidades han cambiado Comemos las uvas sin pepitas, compramos por internet, ya no pedimos el aguinaldo, casi nadie cocina en las casas, escasamente mandamos felicitaciones postales, no cantamos villancicos y …. Por si fuera poco, ya no nieva en NAVIDAD

Hoy hemos conocido la historia de Antonio Camacho Pichardo, Nuestro protagonista de hoy trajo a Gijón el saber y el querer, cultivó numerosas modalidades intelectuales y todas, con sumo acierto, catedrático, abogado, economista, periodista y activista cívico. Hijo de un concejal de sevillano desplegó la mayor parte de su actividad profesional en Gijón tras ser destinado a la Escuela Profesional de Comercio de Jovellanos. Su compromiso cívico no tuvo vinculación partidista alguna, en su estancia asturiana creó un amplio círculo de os con gentes de toda condición social e ideología. En el Ateneo gijonés trató con una mesocracia instruida de profesionales y funcionarios, con obreros ávidos de cultura, con directivos y empresarios, con artistas y escritores, con altos militares, ministros y otros políticos” Su unánime reconocimiento en vida se tornó en olvido tras su muerte que hoy desde estos micrófonos hemos querido recordar

Hoy nos hemos dado un paseo por Gijón, entre las calles Menéndez Valdés y Capua, presidiendo la Plazuela de San miguel, se alza ante nosotros el primer rascacielos que tuvo Asturias. Corrían los años 30 y se erigía en nuestra comunidad un hito de la arquitectura, 32 metros de altura, de equilibrio, horizontalidad y por supuesto verticalidad que para aquella época no era nada habitual. Encargado por la alta burguesía, Gijón presentaba el edificio más lujoso hasta la época, ascensores, calefacción, teléfono, agua caliente, baños y un hilo musical que… no se qué canciones sonarían por aquel entonces, pero seguro que sonaba, a gloria bendita. Seguro que a partir de hoy cuando veamos el edificio de la plazuela de San Miguel en Gijón recordaremos que en su día fue el comienzo de la construcción en altura. Hoy en día la competencia en altura es cada vez mayor, la belleza ya no tanto.

Hoy hemos conocido un poco más sobre la figura de nuestro premio nobel, D. Severo Ochoa Albornoz. Considerado como el bioquímico de bioquímicos y el ideal de lo que un científico debería ser. Severo Ochoa, sentía verdadera pasión por lo que hacía, entusiasta y enamorado de la ciencia, nuestro premio nobel, consiguió formar parte de la revolución molecular de mediados del siglo XX. Sus descubrimientos sirvieron para descifrar el código genético y descubrir que este, es universal para todos los seres vivos. Su vida estuvo como hoy hemos visto, marcada por una profesión y por una devoción, su mujer. Y para cerrar esta sección no se me ocurre mejor forma de hacerlo que con el Epitacio que el propio severo Ochoa dictó para el lugar donde fue enterrado en Luarca y que decía: “Aquí yacen Carmen y Severo Ochoa, unidos toda una vida por el amor y ahora eternamente vinculados, por la muerte”.

Hoy nos hemos dado un paseo por las alturas, para conocer, a una de las aves más fascinantes de nuestro ecosistema. Las Gaviotas. Duncan Dhu, ya decía que cien gaviotas donde irán, pues irán donde les lleve el viento y donde les lleve su carácter nómada y su incansable búsqueda de alimento y de libertad. Nuestras protagonistas de hoy son tan cercanas como misteriosas, sus sonidos se asimilan al sonido del mar y nos recuerdan, que no todo es blanco o negro en la naturaleza. Las vemos planeando sobre las olas, tan libres, que tal vez sentimos una pizca de envidia por su independencia. Pero su vida, como la nuestra, es una mezcla de retos y de momentos, luchan por su lugar en el mundo, sobreviven a las tormentas, se adaptan a la presencia humana, y en cada aleteo nos enseñan algo de su resiliencia. Hoy hemos aprendido a ver a las gaviotas desde otra perspectiva: ni ángeles ni demonios, simplemente seres vivos que, como nosotros, buscan su camino. Supongo que a partir de hoy cada vez que veamos una gaviota en el horizonte, tal vez recordemos por un momento que la vida en el cielo sigue su curso.

Hoy, nos hemos ido a un lugar de referencia en la cultura de Oviedo y de nuestra región, el teatro Campoamor, un lugar concebido como solución a la alta burguesía de la época que empezaba a aflorar en la capital asturiana. Por aquel entonces como acabamos de ver las funciones eran representadas en el teatro del Fontán, al lado de la plaza del mismo nombre y que hoy es la Biblioteca de Asturias. El Campoamor comienza su andadura sobre un lugar con mucha historia, tanta, como la que acontecerá en su interior con el paso de los años. Opera, Zarzuela, Danza, Teatro, musicales, conciertos y premios de renombre mundial, darán fama a un lugar que desde su escenario nos trasporta a un mundo de ilusión, de drama o de comedia. Hoy hemos levantado el telón del Teatro Campoamor y lo queremos cerrar con una cita de Charles Chaplin, “La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida. antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos”.

Hoy a través de la radio hemos subido, a uno de esos lugares en los que naturaleza y los humanos tienen un vínculo muy especial, hoy hemos estado en el Naranjo de Bulnes o deberíamos decir Picu Urriellu Sea como fuese estamos ante la silueta caliza más reconocible del Parque Nacional de Picos de Europa. Escalado en la actualizad por todas sus caras, el Picu fue testigo de aquella primera ascensión en 1904, en la que dos intrépidos aventureros iniciaron un peregrinaje que hoy en día y seguro que a estas horas alguien lo estará emulando. Hoy los itinerarios de subida son muy distintos y dependiendo de la destreza de cada uno hacer cumbre en el Picu es tarea personal y llegar al origen de la historia del alpinismo español sigue siendo un reto. Idolatrado por los alpinistas y por pastores las escaladas a su cumbre se cuentan como hazañas de gran mérito y los frustrados intentos a lo largo de todos estos años, han marcado la historia de la roca mítica Hoy en Picu, permanece impasible a las miradas de cualquiera que se acerque a sus paredes, hoy y siempre el Picu, será para muchos, el sueño de una cima, la meta de un peregrinaje que por muchos años que pasen seguirá siendo dueño y señor de nuestro paraíso natural.