ABRIENDO LOS OJOS - Reflexiones desde la periferia 555g34

La medida estrella de lo que llaman el escudo social para familias vulnerables es dar un cheque de 200 euros al año (54 céntimos diarios), previa solicitud claro, a aquellos que ganan menos de 27.000 €, es decir una barra de pan cada dos días. No sé por qué, pero esto suena a aquellos repartos de pan entre los pobres, durante los siglos XIX y XX, siempre que había algún acontecimiento social relevante, que solucionaba poco, pero sí contentaba hipócritamente las conciencias de los gobernantes. Este reparto de dinero solo llega a 1/10 parte de las familias españolas.

Eurípides decía que la verdadera esclavitud es no poder decir lo que uno piensa. Y yo, no quiero ser esclavo. Existe la tendencia, o más que la tendencia, la determinación clara por parte del espectro de la siniestra política de apoderarse de la reivindicación de los temas sociales de siempre, convertirlos en candentes y hacerlos propios en exclusividad. Necesitan convertirlos en dogmas y profesarles, a través de una liturgia insufrible, una dilección doctrinal para que únicamente pueda identificarse su lucha con ellos. Derechos, prácticamente en su totalidad, que ya vienen sobradamente recogidos en nuestra Constitución. Incluso se indignan cuando otros, que no son de su cuerda, también los reclaman. Solo ellos pueden ser activistas de determinados mantras, expulsando en su exigencia a todos los demás. La lucha contra el racismo, la xenofobia, la homofobia, el machismo, la peder astia, la violencia de género, la discriminación, la desigualdad… Derechos como la sanidad universal (que incluso se atreven a decir que la pusieron en marcha), las pensiones, las ayudas a los parados y desfavorecidos, la ecología, el cambio climático, la vivienda, la libertad sexual, el empoderamiento femenino, la inclusión, la paridad… les pertenecen porque son sus inventores. Su ideología racional la han convertido en emocional, ningunean a todos y solo ellos son los auténticos adalides contra la opresión. Como si los demás fuéramos cómplices de ella. Todo el que no esté conmigo está contra mí. O estás en el lado malo o en lado bueno. Ese es el mensaje que quieren inculcar, y, por supuesto, polarizar siempre el debate político, manipulándolo hacia a los extremos. La argumentación, el raciocinio y la corrección política ha muerto en la política, nada que sea propuesto o defendido por el otro es bueno, aunque lo sea, y a veces hasta es lo mismo. Se trata de una lucha constante por desmerecer al contrario y que no osen invadir lo más mínimo su terreno, pues este ya está vedado, nuestros dogmas doctrinales son nuestros, para los otros que sigan con sus dogmas religiosos, que esos no los queremos. Ahora lo que impera es la posverdad, el sentimentalismo y la inmadurez social. Controlar corazones y mentes, la razón ya no vale, ahora hay que ganar la batalla de los sentimientos y las emociones para imponer cualquier idea. Conmover a las masas, porque es la mejor manera de fortalecer y consolidar, según creen ellos, su control sobre la sociedad...

¿Creen ustedes que, en general, los que dicen nos representan y istran nuestro dinero, piensan realmente en nosotros, o principalmente en ellos y en los partidos que los sustentan? Dejo la pregunta en el aire. Pero el aire político actual parece más enrarecido que nunca. Los extremos en política no se encuentran al final de un segmento lineal, sino es una circunferencia que al cerrarse hace que ambas extremidades se junten, y actúen de manera parecida. La izquierda actual, la radical y también la social-demócrata gobernante, que se sostiene en los nacionalismos antiespañoles, llaman a todos los demás, que están en la oposición, fascistas e incluso legítimos herederos del régimen franquista. Y estos llaman al otro lado, integrantes del nuevo Frente Popular, herederos de aquellos comités revolucionarios populares. Las dos Españas, de Machado, se resisten a desaparecer y una y otra vez, se instigan mutuamente, en un lenguaje guerra civilista que abochorna, como si no hubiésemos aprendido nada. Desde sectores de la izquierda, casi 50 años después, se abre paso una corriente, cada vez con mayor fuerza, que reniega de la transición democrática y también de una palabra que me parece preciosa: LA RECONCIALIACIÓN, confundiendo intencionadamente Memoria Histórica o Democrática, como se llama ahora, con el reconocimiento de aquellos caídos por el bando revolucionario y la represión franquista posterior, que no pudieron ser juzgados con garantías e incluso fueron desaparecidos. Algo muy loable y honorable si no se utilizara como arma arrojadiza contra la derecha democrática actual, que nada tiene que ver con aquello. Lo que demuestra que el interés por parte de algunos no es tan loable, sino que buscan el enfrentamiento e incluso el señalamiento y, por supuesto, el rédito político. Con el derecho a saber lo ocurrido, puede ocurrir que se sepa que murieron o mataron a muchos inocentes, pero también se sepa que entre ambos bandos se mataban unos a otros, instigados por unos malos gobernantes de uno y otro bando...

Llama la atención el anuncio que hizo unas semanas el presidente andaluz, Juanma Moreno, de declarar Bien de Interés Cultural al Círculo de Artistas de Ronda, donde en 1918 durante la Asamblea Regionalista, presidida por Blas Infante, se aprobaron los símbolos de Andalucía: el lema, la bandera y el escudo, que no el himno que se aprobó más tarde en 1933. No vamos a descubrir nada si decimos que Ronda es una ciudad emblemática de Andalucía, de una importancia histórica transcendental para nuestra tierra, capital histórica también de un territorio que fue dividido istrativamente en tres partes, cuando se aprobó aquella división del Estado en provincias en 1833, que aún sigue vigente. Que es además el momento en que Andalucía nace como tal, la región actual de ocho provincias. Andalucía hasta entonces no existía, el territorio, con casi idéntica extensión, la conformaban los 4 reinos andaluces de la corona de Castilla, llamados así a partir de mediados del siglo XVIII: Reino de Sevilla (1248), de Jaén (1246), de Córdoba (1236) y de Granada (1492). Por tanto, hasta 1833, que se suprimen estos reinos no se puede hablar de Andalucía como una unidad territorial. Hablar hasta entonces de una historia de Andalucía, como tal, no es del todo correcto, el enfoque histórico hasta entonces habría que plantearlo a través de estos “Cuatro Reinos”, con historias bien distintas y distantes. En el siglo XVIII, Ronda y su Comarca era considerada un solo territorio unido con ámbito propio, de gran relevancia en el Reino de Granada, y tanto es así que para Ronda durante ese siglo se la proyectó hacia el futuro con lo que hoy sería, para que nos entendamos, el Plan General de Ordenación Urbana más ambicioso de su historia. El Puente más alto del mundo en aquel momento, la primera plaza de toros de España construida como tal, el Parque más bello de España en el centro de la ciudad, nuevos palacios, la ordenación a cordel de las nuevas calles, por donde se extendería la ciudad por la dehesa del Mercadillo, no era un plan cualquiera para simple pueblo sin muchas pretensiones. Se preveía que Ronda iba a ser una de las grandes ciudades del reino de Granada, como ya lo fue en la época musulmana y tras la conquista como tierra de realengo, propiedad directa del rey, a la que le fue otorgada las más importante Feria Real durante siglos. La Guerra de la Independencia, la división provincial absurda posterior truncaron todas aquellas expectativas, contra la que hubo una importante contestación, por parte de rondeños y serranos, durante todo el siglo XIX para que nuestra Comarca fuera reconocida como provincia. Ronda y su territorio fueron perdiendo poco a poco importancia a nivel andaluz hasta convertirse en pueblo andaluz más, aunque con historia y nominación en su escudo de ciudad. El estancamiento poblacional sigue ahí desde más de un siglo y sus pueblos sufren un decrecimiento alarmante que los está vaciando...

Darwin predicaba que el individuo que sobrevive a un medio no es el más fuerte, sino el mejor capacitado para adaptarse a ese medio en el que se desenvuelve. Históricamente en España, la llamada oligarquía siempre ha sabido adaptarse muy bien al régimen que le tocó vivir, aunque fueran absolutamente contrapuestos. De las reformas liberales emanadas de la Constitución de 1812, que se pudieron llevar a cabo, como las desamortizaciones, fueron precisamente los oligarcas los grandes favorecidos, los que acapararon las cuantiosas compras y subastas de los bienes baldíos, tanto eclesiásticos como municipales, comunales o de propios, bienes confiscados también a los asados, a los conventos y monasterios suprimidos, a las órdenes militares, cofradías, etc…. Con estas ventas se mitigaría en teoría el gravísimo problema de la deuda nacional. En conjunto, se calcula que de todo lo desamortizado, el 35 % pertenecía a la iglesia, el 15 % a beneficencia y un 50 % a las propiedades municipales, fundamentalmente de los pueblos. Transmisión de propiedades que haría más ricos a los más ricos, paradójicamente favorecidos por los regímenes constitucionalistas del s.XIX, cuya última desamortización no se derogó hasta 1924 durante la dictadura de Primo de Primo de Rivera. La República, en 1931, trajo consigo una corriente entusiasta democrática y de esperanza en la justicia social. De nuevo las élites asumieron la situación y se implicaron políticamente creando sus propios partidos republicanos, que los representaran, errores y barbaridades de una parte y de otra hizo la convivencia insostenible, ya sabemos cómo acabó todo. Con el franquismo, las élites económicas, siguiendo el principio de Darwin, de nuevo impusieron sus criterios, adaptándose a la autarquía y situándose de nuevo al lado de ella...

Toda vida humana se define como un proyecto de persona y no como el resultado de factores objetivos, porque es esencial distinguir entre condición y situación. Condición es aquello que uno es y Situación es como te va. Ambas caminan juntas, son inseparables, de ahí que se dé la circunstancia, muy común por otra parte, de que estemos satisfechos de nuestra condición y descontentos con nuestra situación. La condición viene otorgada por el azar de haber nacido en un lugar y en un tiempo determinado y dentro de un núcleo social y familiar concreto, que, la misma palabra lo dice, condicionará nuestro proyecto de vida, por eso jamás nuestras aspiraciones como personas se deberán a factores objetivos, como decíamos al principio. La condición es la que es, y lo mejor que hacemos para con nosotros, en la medida de lo posible, es aceptarla e incluso sentirnos bien con ella. La situación, sin embargo, el cómo nos va, dependerá fundamentalmente de dos factores, uno interno y otro externo. Prepararnos, formarnos, trabajar duro, luchar… forman parte de un conjunto de acciones propias, indispensables para mejorar nuestro estatus, conforman un componente clave. Pero esto a veces no basta, o no da los resultados que se anhelan con todas las fuerzas. Se hace necesario que se den también unos factores externos, igualmente indispensables, que nos favorezcan para que ese proyecto de vida sea cuanto menos digno y nos haga felices posible.

Existe una metodología, prácticamente desconocida por la población en general, que utilizan politólogos y sociólogos para medir la calidad democrática de un país. Y los resultados de ese termómetro debería estar como un gran reloj de pared en los despachos de cualquier responsable político. Pero me temo que el que preside su mesa es el carrillón de las encuestas, cuando debería ser al revés. ¿Cómo se evalúa el insumo constitucional? palabras muy de moda las dos, o para que nos entendamos mejor ¿cómo se mide la calidad democrática?