
PERSEVERAR EN LA ORACIÓN CON MARÍA (6/8 "Hablemos de María") 291a60
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Reflexiones de Mons. José Ignacio Munilla sobre la Oración en la vida de la Virgen Maria. 1uo6m
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Perseverar en la oración con María.
Esta es la sexta charla de ese curso sobre María que le hemos titulado Hablemos de María.
Y decíamos en las anteriores charlas que aunque de la Virgen María se habla poco en los Evangelios, nos gustaría más cosas, pero aunque se habla poco de la Virgen en los Evangelios, ella está presente en los tres momentos fundamentales de la redención, que son la encarnación, la Pascua, la pasión de Jesús y Pentecostés.
Son los tres momentos fundamentales de la redención, y ella está presente en los tres.
Es más, solo ella está presente en los tres, solo ella.
En esta sexta charla de Hablemos de María, que tiene como título Perseverar en la oración con María, nos vamos a Pentecostés.
Como ya dije, como estoy diciendo en el inicio de cada una de estas charlas, me estoy sirviendo de un libro de Reinero Cantalamesa, quien fue predicador de la Casa Pontificia, capuchino, que tiene como título María, espejo de la Iglesia.
La tesis de ese libro es que María es una carta de Dios, una carta que Dios ha escrito al mundo, a cada uno de nosotros, para mostrarnos el camino hacia la santidad.
Vamos a leer atentamente esa carta, porque en María Dios nos enseña muchas cosas.
Comenzamos por el libro de los Hechos de los Apóstoles.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, comienza con la narración de la Ascensión de Jesús a los cielos.
Así comienza.
A la vista de ellos fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista.
Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se le presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron, Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse.
Entonces, se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado.
Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo, y Simón el de Celotes y Judas el de Santiago.
Esa sala superior a la que subieron, ¿cuál es? El Cenáculo, está en la parte alta de Jerusalén.
El Cenáculo donde Jesús celebró la última cena, era el lugar en el que se juntaban los discípulos.
Se ve que era un lugar que sería propiedad de algún seguidor de Jesús, o de algún simpatizante de Jesús.
Y después de la ascensión de Jesús a los cielos, ¿a dónde van? ¿Dónde se juntan? En el Cenáculo.
Y ahora, atentos a este versículo.
Es Hechos de los Apóstoles 1.14.
Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres, y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Bueno, pues, obviamente, este es nuestro texto en esta Catequesis.
Cómo los discípulos, los apóstoles, perseveraban unánimes en la oración, esperando al Espíritu Santo en el Cenáculo, para que llegase en Pentecostés.
Este es nuestro texto.
Este quiere ser el punto de partida para nuestra Catequesis, que nos enseña a cómo perseverar en la oración como María.
Cuando el texto de Hechos cita quienes estaban allí reunidos, destaca, especialmente, a María.
Cuando dice María, la madre de Jesús, la pone en un plano distinto a los demás.
¿Por qué? Porque ella y el Espíritu Santo tienen un vínculo muy grande.
El vínculo que tienen entre María y el Espíritu Santo es Jesús.
Juntos han engendrado a Jesús.
El Espíritu Santo y María han engendrado a Jesús.
Es muy fuerte poder decir que Jesús ha sido engendrado por el Espíritu Santo y por María, porque esto eleva la intimidad.
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