Odisea musical 6v5z4m

Hola, bienvenidos a Loop Infinito, el podcast diario de Pelesfera sobre Apple y su ecosistema.

Yo soy Javier Lacorte, y empezamos.

Hace unos días me rendí, ya literalmente. Cerrar la pestaña del navegador, el que estaba buscando por enésima vez Music, Player, MacOS, iOS, Sync, Library, Classic, Interface, cosas así, me dejé a cara de la silla y dije, ya está, hasta aquí. Llevaba ya días, realmente meses, según como se cuente, pero en esta última intentona llevo unos cuantos días seguidos persiguiendo algo que yo creo que ya no existe, o que si existe está enterrado bajo capas de complejidad, de modelos de negocio incompatibles con la simplicidad y con cierta obsesión colectiva por convertir todo en una experiencia interactiva y expansiva, cuando yo lo único que quería era escuchar música. Música sin más.

De hecho, es que es hasta curioso que en 2025, que ya estamos pensando en lo que va a hacer Johnny Ive con Sam an, con el hardware del futuro de la IA, con la Vision Pro ya como algo que ya ni siquiera es del todo nuevo, sino que ya lleva un tiempo con nosotros todo esto, no haya algo tan simple como una aplicación que haga simplemente lo que hacía iTunes o Spotify hace 15 años, que es reproducir mi música, o local, o mi biblioteca en la nube, o lo que sea, sincronizarla entre dispositivos y mostrarla en una interfaz limpia, muy centrada en mi biblioteca, sin querer venderme otra cosa cada 5 segundos. Esto, que creo que suena exigencia razonable, un poco pejiguera quizás, pero razonable, se ha convertido en una odisea y por momentos en un acto de fe.

Os cuento este periplo mío, que es el de esta semana pasada y es el de siempre al mismo tiempo. Yo he estado años dando más volantazos de los que debería haber dado entre servicios de música, Spotify, Apple Music principalmente, incluso en Tidal, incluso YouTube Music como que la tiene ahí sin usar, pero la tiene por ser de YouTube que lo uso mucho. También he estado ahí, las he probado todas, varias veces, insisto sobre todo Spotify y Apple Music. A veces he cambiado por ver alguna mejora que ofrecía al competidor, a veces por altazgo, pero ninguna me terminaba de satisfacer en lo esencial.

Todas tienen virtudes, por supuesto, pero todas arrastran limitaciones que si eres un oyente que aún cree que la música es algo un poco íntimo, dirigido, profundo, se te clava con las astillas bajo la uña. Spotify tiene un motor de reconocimiento brutal, por supuesto, y también tiene una aplicación, pienso sobre todo en el escritorio, muy ágil, muy fluida que da gusto usar. A cambio, ha ido sacrificando todo lo demás. Su interfaz hoy en día es un escaparate de estímulos. Te muestra podcasts, audiolibros, listas de reproducción, temáticas automatizadas, vídeos verticales, un montón de cosas que jamás pedí ni quiero.

Y a veces parece que entras a buscar un disco y acabas atrapado en una interfaz que quiere imitar a TikTok, a Amazon y a Netflix todo al mismo tiempo. Y al final digo, ¿dónde está mi música? ¿Dónde está la sensación de poner un disco entero, mirarlo, escucharlo? ¿Con quién haré un libro? Apple Music es mucho menos caótica, tiene sus cosas, pero en ese sentido está muy por delante de Spotify. Pero es mucho más torpe. La aplicación de iOS, iba a decir que cumple sin más, pero realmente en los últimos días creo que me agrada más de lo que recordaba. La de MacOS directamente es otro cantar. Es lenta, es pesada, es como si cualquier cosa le costase muchísimo.

Tiene este software un poco desatendido que va acumulando capa sobre capa y nadie se atreve a tirar abajo todo para empezar de cero. Como si cada cambio fuese una reforma a medio gas de una casa ya muy antigua. Y luego está Tidal, que ya digo, durante algún tiempo ha sido mi refugio, intentando valorar mucho su calidad de sonido y un enfoque más serio hacia el álbum y no tanto hacia la playlist y hacia otras cosas que no son exactamente música.

Su diseño no está nada mal, sus intenciones son buenas, pero tampoco nunca me he terminado de convencer. Además de que la integración en el ecosistema se queda muy atrás y al final uno se cansa de pagar una tercera suscripción sin que el resultado lo justifique. Y al final cada cambio de servicio que he hecho ha sido una esperanza, una forma de decir ahora sí y cada regreso una resignación.

Este año decidí probar algo distinto, por eso os decía que ya viene de meses atrás, y pensé, quizás, quizás lo que necesito no es otro servicio en la nube, sino volver a lo más básico que al final lo que más valoro. Una biblioteca musical local, muy bien etiquetada, sesionada por mí, sincronizada con mis dispositivos por supuesto, como decíamos antes cuando no tenía su colección en iTunes y podía escuchar lo que quisiera sin depender prácticamente de nada más, sin tener que estar expuesto a recomendaciones algorítmicas, ni a catálogos que entran y salen, ni a muchas cosas que como os digo no son música. Bueno, os hago un spoiler, esto fue un desastre.

Busqué aplicaciones que ofrecieran algo muy básico como reproducir mi musical local, que tengo una buena colección que estaba dispuesto a hacer crecer, sincronizarla entre macOS y iOS y mostrarla con una interfaz clásica, normal, ya digo, el iTunes, el Spotify 2010, me encantaban, me parece que siguen súper vigentes con un par de ajustes que les hagas y no con todo lo que tienen hoy en día, sobre todo Spotify, que es una especie de mercadillo. Me encantaría decir algo mejor, pero es que no me sale, ya lo siento. Lo que encontré con esta búsqueda de una aplicación de música local que se sincronizará en la nube y todo eso, fue bastante frustrante. Aplicaciones hay muchas, que más o menos ofrecen algo así, no sé,